Quería ver como estaba Gadriela. Cuando fui a verla. Me quedé paralizado en el pasillo. En unos segundos apareció por el.
-¿Por qué has pasado? Está prohibido que alguien de color cruze esta zona. - me preguntaba enfadada.
-Pero si yo no he pasado. Me he quedado paralizado aquí. - ella me miró con intriga y se relajo. - Quería darte la enhorabuena. Me ha encantado vuestra presentación ha sido increíble. -
A mi espalda sentí de repente un golpe en el hombro. Era Luke y su grupo de amigo.
-¿Porque felicitas a una perdedora? - dijo en reprimenda.
-Porque sabe quién se lo merece. Reconoce las trampas a leguas.- respondió Gadriela.
Del suelo surgieron dos formas, que tras unos segundo tomaron forma de hombres, Azrael y Samuel.
-Deberías alejarte. No queras sentir la ira de todos lo que están a este lado.- la voz sería de Samuel, me daba bastante miedo.
-Iros a vuestra fiesta y prometemos no hacer ninguna trastada este año. - continúo Azrael.
-Me estas amenazando, Azrael.-ambos se acercaron - Tengo que recordarte que no eres nadie.-
El tenía pinta de que iba a responder, pero, algo le pasó a Gadriela y la sujetó del brazo. Se dio la vuelta. Tenía los ojos cerrados, parecía que estuviera escuchando algo horrible. Porque cuando Samuel y Azrael la sujetaron, antes de caer a al suelo, se colocó las manos en los oídos. No debía de ser agradable. Su rostro reflejaba puro dolor.
Samuel desapareció, de la misma forma en la que llegó ¿Cómo podía abandonarla en un momento así? Luke y Esmeralda le decían cosas, pero estaba demasiado preocupado como para atender.
Samuel volvió con el padre de Gadriela. Le aportó la manos de los oídos. Le sangraba del conducto auditivo. Aun así tenía la sensación de que no era esa la razón de su dolor. Le palpo la zona del vientre en busca de alguna herida, pero no se avistaba ninguna. Los gritos había cesado, pero cuando terminó de inspeccionar el vientre volvieron. Ahora sufría de retortijones. Parecía que se le iba a salir el corazón. Su padre la giró y vislumbro una línea negra que bajaba del cuello y sus ramificaciones.
Más gente vino en donde estábamos. Mi padre se posicionó a mi lado. Yo seguía paralizado.
El ambiente se volvió, frío. El cuerpo de Gadriela se estaba escarchando. Su padre se apartó de ella, al igual que Azrael. Un enter, similar al que vimos en las puertas. Apareció antes nuestro ojos. Era el mismo hombre que el de la última vez.
Mi padre me puso la mano en la frente. Me dijo que no hablara.
-Nosotros podemos ayudarla. Sufre una rara enfermedad producida, por alta exposición a magia de los blancos y de color. -
-¡Eso es imposible! Lleva toda la vida expuesta a esa magia. - se enfureció su padre.
-Era una de las consecuencias de esta generación. Tener que aguantar una prisión mental y el poder, no van juntos de la mano. Además su sombra es muy oscura, lleva muchos años aguantando, pero no puede impedir su alzamiento. Es mejor que lo haga en un lugar controlado. Con nosotros. - su padre lo miró sin una respuesta clara en sus ojos. - No se preocupe la traeremos de vuelta. Sana y salva. -
-Eso no me convence más, pero se que es la única solución. Porque aquí nadie parece saber qué le pasa, ni quiere ayudarla. - alzó la cabeza en señal de afirmación.
Como llegó, se fue y el frío y el cuerpo de Gadriela desaparecieron. Su padre sabía perfectamente que era la única posibilidad de su hija para poder recuperarse tan siquiera, si es que conseguía recuperarse.
Por alguna razón cuando los días pasaron pensé en Azrael. Recordaba el beso y sentia enviadia de él. Gadriela era una chica estupenda y no había podido decirle lo especial que era para mi. Necesitaba hablar con él tal vez me explicara lo que le había pasado. Cuando me cruzé en clases con el parecía que no le hubiera afectado nada lo de Gadriela, lo que me ponía aún más nervioso y enfadado ¿Cómo no podía importarle ? No sabíamos que le había pasado y allí estaba él riéndose de un chiste malo. Estaba acumulando odio hacia él de tal forma que creo que lo hubiera matado de tanto pensarlo, pero supongo que era mi protector o guardián y sabía cómo controlar mi ira.
-¿Estas bien?- me pilló por sorpresa yendo a casa. Cómo si necesitara hablar con él.
-Si.- dije rotundo.
-Ahh, entonces todas esas ideas de matarme, no era nada, ¿verdad?-
sabía que me había molestado que me leyera la mente, pero parecía darle igual.
-Estoy harto de que aparentes que no te importa lo que le haya pasado a Gadriela. Pensaba que estabais saliendo , ¿porque no te importa?- dejé expulsar todo lo que sentía. No dijo nada, tal vez necesitará tiempo para saber qué responder.Me cogió del cuello de la camisa y me estampó contra el primer árbol que encontró.
-¿De verdad crees que no me importa ? - su mirada estaba llena de ira. Por un momento me pareció ver como un hilo negro en su iris.- Una cosa es que no veas cómo me siento y otra cómo realmente me siento. Gadriela y yo siempre estábamos de rollo, nunca es algo serio. No es cómo piensas. No nos estábamos besando todo el rato, ni haciéndolo. -su mirada era firme.- Entrenábamos y nos besabamos no era como en las películas que uno de los dos tiene una vida difícil y el otro le consuela. Claro que estoy preocupado por ella. Al contrario que tú se lo difícil que es que se recupere y lo probable que a muchos de nosotros les pase eso.-
Me soltó y volvió a por la bicicleta. Miró una vez atrás y desapareció.
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Un Tímido Secreto
General FictionCastiel pensaba que tenía una vida normal y que su único problema iba a ser este años hacer amigos. Todo bien verdad , pero ¿y si esos amigos te ocultan algo? No tanto. Lo normal es que te enfades ¿y si ellos no pueden contártelo? Tú eres el que tie...