El lugar secreto

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Desperté, observé a mi alrededor y vi a Damián junto a mí, ahí me acordé de lo que pasó la noche anterior. Le di un beso en la mejilla a mi hermano y me teletransporte a mi habitación, una vez ahí; agarré mi horario y luego miré el reloj de mi teléfono, aún tengo 10 minutos para arreglarme. Me vestí lo más rápido que pude y salí de mi habitación, comencé a correr sin rumbo alguno hasta que me topé con un guardia y le pregunté hacia dónde era el salón principal; él me explicó y en unos minutos, logré llegar. Era una habitación muy grande, lo suficientemente grande como para 1000 personas, en ella habían dos hombres, uno de ellos era Logan, y una mujer con aspecto peculiar; llevaba el cabello recogido en un moño y un traje extraño, ¿esa es la ropa que se usa aquí? Pero qué extraña. El hombre y la mujer estaban hablando placenteramente, Logan se giró y logró verme, lo saludé con una sonrisa en mi rostro haciendo que él también sonriera; los otros dos se giraron y me vieron.

-Buenos días su majestad- dijo el hombre para después hacer una reverencia al igual que la mujer.

-Buenos días- dije y ambos se reincorporaron.

-Déjeme presentarme princesa- dijo la mujer- yo soy Adelaida Sanders y voy a ser la persona que le enseñe sobre modales, escritos y cómo debe actuar una princesa.

-Y yo su majestad soy Edward Hall, yo le enseñaré todo sobre el protocolo real.

-¡Maravilloso!- dije- ¿Con qué vamos a comenzar?...

No puedo más, simplemente no. Ya eran las 11am, tenía casi 5 horas en esto y ya no podía más, era una locura; "siéntate derecha" ,"modula al hablar", "memoriza estas palabras" , era demasiado. Afortunadamente para mí, las lecciones acabaron más temprano por ser el primer día, salí de ahí sin olvidar el "con permiso" que tanto me habían hecho repetir; una vez lo suficientemente lejos de ese lugar, corrí lo más rápido que mis piernas podían. Un rayo de sol me cegó haciendo que me detuviera, era un hermoso ventanal que daba hacia afuera, giré a todos los lados para asegurarme que nadie me veía, y salí al jardín. Comencé a caminar, era inmenso, habían flores de todo tipo: azucenas, lirios, girasoles; y también todos los árboles que puedes imaginar: manzanos, limoneros, higueras. Al ver a este último me acordé del poema de Juana de Ibarbourou que mi abuela Morella me enseñó con tanto afán a los 7 años, seguí caminando por el extenso jardín hasta que encontré un pasadizo, entré en él y este me guió a una parte alejada del castillo. Era hermoso, un pequeño lugar rodeado de arbustos haciendo que no se viera a simple vista, tenía un árbol grande y frondoso; rosas, violetas y narcisos adornaban el lugar, el lugar era perfecto; perfecto para escapar y relajarse por un tiempo, era mi lugar secreto. Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y coloqué un poco de música, con unos cuantos hechizos logré colocar el sitio a mi total agrado, con sillas, una mesa y un pequeño columpio. Me quedé ahí hasta que teléfono comenzó a vibrar, tenía un mensaje de voz de Thomas, sonreí y lo abrí para escucharlo:

-Hola preciosa, ¿cómo estás? Bella, estaré en una misión con Jake por unos días, prometo volver lo antes posible. No te preocupes, todo saldrá bien...- Thomas se detuvo- Descuida, yo cuido de la rubia- la voz de Jake sonó a lo lejos- yo seré el que te cuide idiota...- volvió a hablar Thomas- Lo que tu digas... Rubia- dijo Jake y por los ruidos supuse que había salido corriendo, reí- solo ignoralo, ¿sí? Te amo Bella, nos vemos pronto.

El mensaje de voz se acabó y me deprimí un poco, Thomas estaría en una misión por quién sabe cuánto, le escribí un mensaje diciendo "Yo también te amo, cuídense" y apague el teléfono. El hambre pudo más que las ganas de estar sola y fui directo a la cocina, ¿cómo llegué? Bueno, el olor la delató.

-Y... ¿Qué hay para comer?- pregunté.

-Princesa- dijo una de las señoras que se encontraba ahí, las demás voltearon a verme e hicieron una reverencia.

-Está bien, eso no es necesario- solté un risita nerviosa y ellas se reincorporaron- pueden decirme Isabella, es más sencillo, ¿ustedes son?- dije animadamente.

-Yo soy Madeleine y ellas son Jane, Abigail y Rosaura- dijo una mujer entre 25 a 30 años de estatura promedio con ojos verdes, Jane era alta y delgada de unos 35 años, Abigail era de estatura promedio con los cabellos oscuros y Rosaura era de igual estatura y un poco regordeta.

-Es un gusto- les sonreí- verán, no he desayunado y tengo hambre, ¿será que puedo ayudarlas para que el almuerzo esté más rápido?- ellas se sorprendieron por mi pregunta.

-Señorita Isabella, pero qué cosas dice- dijo Jane.

-Estoy hablando en serio, quiero ayudarlas, a demás, tengo mucha hambre- reí, las cuatro mujeres se vieron entre sí y me sonrieron.

-Está bien, pero que sea la última vez- dijo Abigail mientras sacudía un cucharón por los aires. Sonreí.

-No prometo nada- me alcé de hombros y comencé a ayudarlas, ellas me enseñaban diferentes maneras de cocinar y me contaban varias de sus experiencias; ¿quién diría que estar con esas cuatro mujeres sería tan divertido? Reíamos y cocinábamos, la mezcla perfecta.

Narra Logan.

En la mañana acompañé a mi madre en las lecciones de Isabella, siendo sincero, gocé demasiado ahí; las caras de confusión y locura de Isabella eran épicas, la pobre no entendía nada y sin embargo se esforzaba lo más que podía. Después fui a practicar con los guardias del castillo, en plena práctica, vi como Isabella se adentraba en el jardín, se vía tan hermosa pasando al lado de las flores, ¿pero qué estoy diciendo? Me volvía a concentrar en mi entrenamiento, no sin antes darle una última mirada a Isabella pero ella ya se había ido. El hambre invadió todo mi ser así que decidí ir a la cocina para ver qué habían hecho mis tías, ellas no son exactamente mis tías pero les digo así por cariño, un olor espectacular emanaba de la cocina. Entré en ella y mis tías estaban hablando placenteramente con... ¿Isabella? Sí, así era, la chica las estaba ayudando a cocinar, ella reía con lo que le decían; se veía encantadora... Mi tía Abigail notó mi presencia y dijo:

-Hola Logan querido, ¿cómo ha estado tu día?- el resto de mis tías e Isabella se voltearon a verme, ella me sonrió con una de sus hermosas sonrisas y saludó levemente con la mano, yo imité su acción- ¿Logan? ¿Sigues ahí?- mis tías rieron e Isabella se sonrojó un poco y volvió su vista a lo que estaba haciendo.

-Sí, bien, mejor que la princesa en sus lecciones- Isabella se giró y alzó una ceja.

-¿A qué te refieres con eso?- me preguntó.

-Noté todas tus caras de sufrimiento, así que por ellas supongo que no te fue tan bien- me acerqué a ella un poco, Isabella rió.

-Tienes razón, pero no puedes culparme, esa mujer me tenía loca.

-Esa mujer es mi madre- ella abrió sus ojos como platos, dándome a ver sus hermosos ojos color miel.

-Yo... lo lamento, no lo sabía- estaba muy avergonzada, reí.

-Descuida, es un dolor de cabeza pero una buena madre- mis tías rieron.

-Él tiene razón, su madre es una completa molestia pero un amor de persona- dijo mi tía Rosaura- bueno a veces- Isabella rió.

-Bueno, ya basta de risas y ayúdenme a llevar esto al comedor- dijo mi tía Jane y todos la obedecimos.

Isabella se quedó en el comedor a almorzar y yo regresé a la cocina con mis tías, me serví un plato de comida y decidido, empecé a comer, mis tías me rodearon y me vieron de forma pícara.

-¿Qué ocurre?- les pregunté.

-Eso dínoslo tú- dijo mi tía Madeleine- ¿qué ocurre con la señorita Isabella?- suspiré.

-No lo se-sonreí- ella es diferente, desde que la vi me ha llamado la atención, es simpática, hermosa, humilde y amable- volví a suspirar, ellas se vieron entre sí y luego a mí.

-Yo sé que es lo que tienes- dijo mi tía Abigail- estás enamorado- eso no podía ser, aunque pensándolo bien, tiene sentido, ¿qué otra cosa sería?

-Puede que tengan razón- les dije, ellas se emocionaron- pero ella es la princesa y yo un empleado.

-Esa historia ya la había oído antes, ¿sabes de dónde?- preguntó mi tía Rosaura- la reina Natalie y Arturo Lein, ¿te digo qué paso?- asentí con la cabeza- terminaron juntos, solo piénsalo- sonreí, ella tenía razón. Comencé a ilusionarme, nada es imposible, ¿cierto? 

Un Destino: desafiando a las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora