Buenos momentos

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Hace una hora había llegado a la casa de mi bisabuela, limpié un poco, recogí y organicé las cosas, todo estaba saliendo bien pero en mi cabeza la situación con Thomas no dejaba de dar vueltas. Iba a ir a un supermercado, necesitaba comida y algunas otras cosas, no quería ir sola, así que recurrí a mis viejos amigos... No estaban, nada, ambos; tanto Federico como Fernando estaban de vacaciones, debe ser una broma. Indignada me conformé con ir al supermercado sola, pero una idea vino a mi mente, Arán y Sebastián.

-¿Quién es?- se oyó del otro lado de la puerta, los pasos se acercaban y esta se abrió- Isabella, ¡ay! No sabes cuánto te extrañamos- Sebas me abrazó.

-Sebas, me asfixias- me soltó, respire nuevamente y volví a abrazarlo pero sutilmente.

-Arán, ven a ver quién es- gritó Sebastián.

-Voy, estaba terminando con... ¡Isabella!- gritó emocionado, me abrazó mientras me levantaba por los aires, yo me sostuve con toda mi fuerza de él, esas cosas me dan miedo- Lo siento, se me olvido que no te gustaba- una sonrisa se formó en su rostro.

-Descuida, valió la pena- reí.

-Y, ¿qué haces aquí?- preguntó Sebastián, ¿qué les diría? ¿La verdad?

-Bueno, es una historia un tanto complicada- ellos esperaban una respuesta y yo no sabía si decirles o callar- ok, ustedes ganan, les diré- respiré profundo- resulta que hay una fuerza malvada dentro de mí que tomó ayer control de mi cuerpo causando una gran y horrible pelea con mi novio, no para colmo todo esto está empeorando, las lecciones me vuelven loca y ahora con esta cosa dentro de mí todo se complica; así que vine aquí para poder tranquilizarme un poco- dije rápido, no me importaba si entendía o no, en realidad; no quería que entendieran. Ambos me miraban confundidos.

-Lo único que entendí fue que te peleaste con tu novio, todo está saliendo mal y viniste aquí para calmarte un poco, ¿me equivoco?- dijo Arán, asentí- bueno, estas con los mejores, te daremos los mejores momentos de tu vida preciosa- se acercó a mí y me abrazó por la cintura, se sentía diferente, cuando Thomas me abrazaba me sentía cómoda, protegida; ahora se siente extraño, me alejé levemente de él y reí por su comentario.

-Bueno muchachos, tengo que ir al supermercado, ¿quién viene conmigo?- ambos se miraron cómplices y luego a mí.

-Solo si tú vas en el carrito de compras- eso me sorprendió.

-Puede ser Sebas, pero no te ilusiones- reímos y fuimos al supermercado.

Ahí todo fue una burla, yo iba dentro del carrito de compras como una niña pequeña, ellos metían y metían cosas en el carrito y yo las sacaba cuando ellos no se daban cuenta, agarraron varios caramelos y nos los comimos a escondidas; estábamos haciendo un desastre. Uno de los guardias nos pidió que nos comportáramos o nos sacarían del lugar, eso nos advirtió pero seguimos haciendo desastre en menor cantidad, terminamos de comprar y nos fuimos a un Starbucks. Estuvimos ahí una hora aproximadamente y luego nos fuimos a la casa de mi bisabuela, dejamos ahí las compras y volvimos al auto, Sebas nos llevó al cine, resulta que había una película que él quería ver; la película era La Liga de la Justicia, sí, Sebastián ama DC comics y yo Marvel, ¿qué te puedo decir?

Vimos la película, Sebas estaba muy concentrado en ella mientras que Arán y yo, bueno, nosotros estábamos jugando con las palomitas de maíz; era increíble como estos chicos habían transformado mi día en uno agradable. La película finalizó y Sebastián no paraba de hablar, Arán y yo lo veíamos confundido y reíamos ante las estupideces que decía. Ya eran de noche, los amigos de mi hermano iban a regresarme a casa pero yo no quería ir, no quería que acabaran estos buenos momentos.

Un Destino: desafiando a las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora