No me sentía muy bien que digamos, desde que desperté tenía una sensación amarga, algo no estaba bien pero no sabía que era, con las chicas y Thomas vimos unas cuantas películas; solo le presté atención a las que me interesaban y en las otras, me quedé dormida. Comenzó a oscurecer y tanto Thomas como las chicas tuvieron que irse a sus casas, tenía una batalla interna de sentimientos, una parte de mí se alegraba que al fin se fueran y otra no quería que lo hicieran, Thomas lo notó y dijo que se quedaría; eso me hizo sentir más segura. Él llamó a su madre explicándole la situación mientras que él lo hacía, yo me dirigí al balcón, algo había cambiado en mí, caí en cuenta de ello mientras veía el cielo nocturno y no sentía lo mismo que antes, los brazos de Thomas rodearon mi cintura y besó mi hombro para luego apoyar en él su cabeza, yo acariciaba su cabello.
-¿Qué tienes?
-No lo se- volteé a verlo- y eso me preocupa.
-Tal vez solo estás confundida por lo que pasó está mañana- él se enderezó y me abrazo- verás que todo estará bien- en cualquier lugar, momento o circunstancia esa simple frase me hubiera calmado, pero esta vez; no lo hizo.
-Sí, así es- sonreí forzadamente, sabía que Thomas se preocuparía si me ve tal cual como me siento y no quería hacerle eso.
Él tomó mi mano y nos fuimos a dormir, el logró conciliar el sueño pero yo no, no podía ni quería, temía que apenas cerrara los ojos esas imágenes volvieran a mi cabeza y me destruyeran por dentro; la idea era devastadora. Tarareaba canciones para mí y veía el cielo a través de la ventana, estuve así por unas cuantas horas, memorizando cada simple detalle de la habitación; cada mancha, cuadro, sombra, todo. Estaba aburrida y el aburrimiento se transformó en cansancio, accedí a él ya que necesitaba dormir a pesar de que no quería hacerlo; cerré mis ojos y me sumí en un profundo sueño.
Narra Logan.
El día de ayer había sido una locura para Isabella, no pude preguntarle cómo estaba así que lo haría hoy, ya me encontraba en el salón de entrenamiento e Isabella llegó minutos después. A pesar de tener la misma sonrisa y ánimo de todos los días algo era diferente en ella, me quedé viéndola por un tiempo y lo único distinto que pude notar fue el color de sus ojos, se veían más amarillos que lo normal, incluso se podía llegar a decir que estaban dorados.
-Buenos días, ¿tengo algo?- dijo Isabella y eso me sacó de mis pensamientos.
-¿Ah? No no, estás bien, al igual que siempre.
-¿Solo bien?- preguntó con un aire de coqueta y provocativa.
-Bu...bueno, tú... tú- estaba tartamudeando, ¿por qué tartamudeo?, ella rió.
-Déjalo así, será nuestro secreto- susurró lo último y me giñó un ojo.
-Buenos días princesa- dijo mi madre entrando en el salón.
-Buenos días Adelaida, ¿comenzamos?- mi madre se sorprendió por la actitud de Isabella en toda la clase y, ¿quién no?
Entendió todo, absolutamente todo, no tuvo ningún problema ni hizo ninguna de sus caras de sufrimiento, las 3hrs y media de clases fueron iguales; estaba sorprendido, muy sorprendido; no supe cuándo Isabella se había vuelto tan buena en esto. Una vez las clases finalizadas, salimos de ahí y nos dirigimos al comedor, almorzamos y luego salimos a caminar al jardín.
-Sabes- empezó a decir- me siento diferente- soltó una risita que me pareció un tanto extraña pero decidí no tomarle importancia- creo que esté cambió es bueno.
-Yo también- ella me miró de una manera extraña consiguiendo que me sonrojara levemente.
-¿Ah, si?- alzó una de sus cejas y ese aire de hace unas horas volvió.
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Un Destino: desafiando a las sombras
FantasíaEl tiempo ha pasado, Isabella ya tiene 16 años y está preparada para sus lecciones; pero no todo es color de rosas. Isabella comienza a sentir la presión y con ella, problemas; sus poderes se salen de control y la aparición de un nuevo enemigo solo...