Capítulo 20

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CAPÍTULO 20
SELLANDO DESTINOS

—¿Qué hace ella aquí?

Jessica se mantuvo tranquila cuando ocho pares de ojos se posaron en ella; muchos de ellos lucían avergonzados mientras otros estaban coléricos.

—¡¿Quién demonios te crees para estar aquí?! —vociferó un hombre poniéndose de pie—. Ustedes dos —continuó, señalando a los dos hombres que se encontraban a lado de la mujer—, sáquenla de aquí.

Sin embargo, ambos hombres se mantuvieron en su posición y no se inmutaron ante la orden.

—Señor Dam... —murmuró otro hombre totalmente temeroso—. Debería...

—¡He dado una orden! —gritó el hombre nuevamente.

Jessica observó el escenario que había en medio de la habitación, el espectáculo se había detenido en cuanto había ingresado e incluso la vergüenza se había dibujado en aquellos rostros que buscaban la forma de cubrirse.

—Continúen —pidió fríamente.

Los hombres que la habían reconocido se miraron unos a otros con pánico y confusión.

—Señorita...

—¡Por un demonio! —gritó nuevamente el hombre molesto—. ¿Por qué una estúpida mujer está dando órdenes? —La señaló despectivamente—. Deberías tomar nuestros vasos y servirnos más alcohol, es lo único para lo que ustedes sirven...

—¡Señor Dam! —chilló unos de los hombres más jóvenes, aunque no más joven que Jessica—. Por favor, debería controlarse, está hablando con...

—¡Me importa una mierda quien sea ella! —lo calló abruptamente—. ¡Debe aprender cuál es su lugar!

Jessica dio unos pasos hacia enfrente y posó su gélida mirada en el anciano hombre.

—Mi lugar es en la dirección de JBK International Corp y... —la habitación se quedó en total silencio— tengo el poder para obligarte a lamer mis zapatos si lo deseo.

El hombre palideció de inmediato.

—Jung... —tartamudeó asustado—. ¡Jung! —gritó posando su mirada en el único hombre que estaba de espalda a la heredera—, ¿por qué no dijiste que tu hija vendría?

Minho bajó su vaso vacío a la mesita que tenía a un costado. Observó al hombre que lo miraba con aprehensión, realmente parecía que se cagaría en sus pantalones.

—No sabía que vendrías de visita a este lugar, Jessica. —Se puso de pie y se giró a ver a su sobrina—. Hubiera pedido una sala privada para ti.

Jessica se mantuvo apacible.

—No soy fan de esta clase de espectáculo. —Observó a la mujer y al hombre que se cubrían sus partes íntimas con sus manos—. Sin embargo, no deseo ser quien impida a estas personas realizar su trabajo.

Minho sonrió.

—Supongo que debo pedir que traigan otro mueble.

—No será necesario. —Dirigió su mirada a los hombres restantes—. Caballeros, ¿alguno me cedería su lugar?

—Tome el mío, señorita Jung.

Uno de los hombres de la sala se levantó rápidamente y mostró su asiento, los demás hicieron los mismo sin dudar, sabían que estaban frente a la mujer que llevaba las riendas de una de las empresas más ricas de todo el país.

Con un poder que sobre pasaba, si lo desearan, el del presidente.

—Quiero este —dijo señalando el asiento de Minho.

Recordatorio: una secretaria para mi prima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora