Capítulo 8

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CAPÍTULO 8
HORTENSIAS Y PLUMERÍAS

El cielo despejado, el sol mostrándose en todo su esplendor y la brisa relajante era una de las pocas cosas que se podía apreciar en la fría ciudad de Londres, de igual forma, era sumamente extraño apreciar a una hermosa rubia sentada tranquilamente, apreciando la vista del inmenso jardín lleno de flores y un sin número de mariposas que revoloteaban en los alrededores.

—¿Sabías que el color de las Hortensias depende, en parte, del pH del suelo en el cual esté plantada? —habló la chica acariciando una flor azul entre sus dedos—. Si el suelo es más ácido la flor nacerá de color azul, justo como la que tengo en mis manos. Si en cambio, está plantada en un suelo un poco alcalino nacerá de color rosa y si lo hacemos en un suelo muy alcalino nacerá de color blanco —una sonrisa surcó sus labios llevando la flor a su rostro, oliendo el aroma que desprendía—, es algo interesante, ¿no lo crees?

—Veo que te está interesando la floricultura —la típica e indiferente voz la obligó apartar la flor de su rostro y enfocar la vista en aquella misántropa mujer—, te puedo enviar unos libros si así lo deseas.

La observó atentamente notando el corte que había sufrido la magnífica cabellera acaramelada desde la última vez que la vio, también se percató de la mirada cansada y sin ánimos que estaba lejos de su semblante usual. Aunque seguía siendo la mujer elegante, sofisticada y cruelmente indiferente de siempre.

—¿Mina te sigue dando problemas? —cuestionó con calma—, ¿o acaso es Jackson que volvió a manchar el apellido de tu prestigiosa familia?

Jessica se mantuvo en silencio, tomó la taza de té que había frente a ella y le dio un sorbo.

—Le diré a la doctora Lee que te dé los libros en tu tiempo libre —continuó ignorando las preguntas de la chica—, quizá te dé permiso de estar en el invernadero.

La rubia bajó la flor a la mesa y borró su sonrisa.

—No quiero tus estúpidos libros —declaró secamente, dejando atrás la máscara de amabilidad y tranquilidad—. Quiero que me saques de aquí, sabes que no estoy loca.

Se miraron fijamente por unos segundos antes que la acaramelada bajara su taza a la mesa y se recargara en el respaldo de su silla, mirándola con notoria indiferencia. La brisa movió parte de la gabardina de Jessica que colgaba de la silla y la bata que cubría las delgadas piernas de la rubia.

—Sabes muy bien por qué estás aquí —una sonrisa llena de desdén se dibujó en los labios de la rubia—, por esa razón es qué no puedes salir.

—Así que aún piensas que lo que hizo Krystal en parte fue mi culpa —la rubia negó divertida con los ojos chispeantes en malicia—. Supongo que debí haber sido yo la que le diera el empujoncito final, quizá mi estancia aquí sería más satisfactoria por el sufrimiento que le cause a la decrepita de In-Na y a la estúpida de Mina.

El rostro de Jessica ni se inmutó, simplemente tomó nuevamente la taza para beber un poco de té.

—No me refería a eso y lo sabes —sus ojos se volvieron fríos y letales—. Pude pasar por alto tus peleas en la escuela, incluso las discusiones que tenías con los empleados o las innumerables quejas de las cosas que eran destruidas a tu paso, pero tu intento de asesinar a Joohyun... eso si no lo podía dejar pasar pese a que fueras la hija de Hyuna.

El semblante de la chica cambió a uno serio.

—Ella me provocó, no fue mi culpa —se excusó manteniendo la mirada fija en la acaramelada—. Ella dijo algo que no tenía que decir y créeme que lo volvería a intentar si lo vuelve a repetir.

Recordatorio: una secretaria para mi prima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora