CAPITULO 2
TORCIENDO LAS REGLASBebía una taza de humeante café un tanto cansada mientras leía las noticas financieras en su tableta, el silencio que reinaba en aquel departamento era tan relajante que lamentaba tener que ir al trabajo, sobre todo, teniendo en cuenta que su gran amor había regresado después de un largo mes en Estados Unidos.
—Trabajando temprano como siempre, justo lo que se espera de la sexy Irene Bae —sintió unos cálidos labios posarse en su mejilla—. Buenos días, princesa.
Sonrió de inmediato y observó al amor de su vida ir hacia la cafetera.
—Buenos días mi lindo oso —dejó la tableta y la taza en la repisa—, ¿qué tal dormiste?
Su gran amor le sonrió de forma perezosa sirviéndose un poco de café.
—Sabes que duermo de maravilla siempre que estás en mis brazos —dijo dejando la cafetera y oliendo el aroma que desprendía su humeante taza—. La maravillosa Seulgi sólo duerme bien cuando su bella y hermosa novia está con ella.
La sonrisa que Kang Seulgi le regaló al decir aquello era inigualable y ella pudo sentir a su corazón contraerse de amor por tan sólo ver la sonrisa de aquella maravillosa mujer. Era innegable, estaba enamorada. Y quién no podría estarlo, Seulgi era una mujer sumamente hermosa con un cuerpo esbelto y atlético, además que poseía una sonrisa preciosa y una melena castaña que resultaba ser sumamente suave y sedosa, sin embargo, lo que resultó su perdición fue la afable e inigualable personalidad que sólo Seulgi podía tener. Ese fue un punto clave para quedar totalmente flechada.
—Te amo, ¿lo sabías?
Pudo ver las mejillas de su novia teñirse de color carmesí.
—Mejor demuéstramelo con un beso.
Se puso de pie y caminó hacia ella, su novia dejó la taza a un lado y abrió los brazos, a los cuales ella con mucho gusto se echó para ser abrazada con fuerza.
—Lo haré...
Levantó la cabeza y besó los labios que tanto adoraba, dejándose llevar por la dulzura de estos y las cálidas manos que la mantenían en un abrazo placentero.
—¿Realmente debes trabajar hoy? —susurró sobre sus labios con anhelo—, porque me gustaría tenerte todo el día para mí.
Sonrió divertida ante el puchero que estaba haciendo, tenía que admitir que aquella idea le resultaba sumamente tentadora y que, si la seguía besando como lo estaba haciendo, podía sucumbir a ella. Pero no podía, tenía que ponerle un alto a su prima antes que las cosas tomaran un rumbo que pondría a la empresa en una mala posición. Ser vice-presidente a veces era un trabajo que odiaba.
—Tengo que ir, amor —dijo con un poco de molestia—, necesito ponerle un alto a Jessica antes que las cosas se salgan de control.
Seulgi soltó una pequeña risita ante las palabras de su novia.
—¿No crees que está muy grandecita para que la estés cuidando? —cuestionó divertida— ¿o acaso sigue haciendo llorar a sus asistentes?
Sus ojos rodaron con fastidio al escuchar aquello, sólo podía recordar a las pobres chicas que salían corriendo de la oficina de su prima hechas un manojo de nervios explosivos o en unas cataratas gimoteando a todo pulmón por el cruel trato que les daba.
—No te haces una idea de lo que ha estado haciendo... —murmuró entre dientes—. Te lo juro, Seul, Dios la ha de amar demasiado para que no nos hayan demandado por maltrato laboral.

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Recordatorio: una secretaria para mi prima.
FanficJessica Jung siempre ha tenido graves problemas con sus asistentes por culpa de su personalidad; al tener un IQ de 158 llega hacer de menos a las personas por no poder razonar de la misma forma que ella, razón por la cual ha hecho llorar a un número...