Capítulo 21

544 45 34
                                    

CAPÍTULO 21
LA LUZ DE LA VERDAD

—¿Has entendido bien, Jessica?

Yunho la observaba con los ojos chispeantes de cólera, asintió tranquilamente y volvió a tocar la melodía escrita frente a ella. Su padre la sentó en el banquillo del piano, colocó unas partituras y le ordenó que tocara la melodía. Al principio no sabía cómo hacerlo, pero después de una rápida explicación y unos cuantos regaños había entendido cómo se tocaba aquel instrumento. Sin embargo, no sonaba como una profesional.

—¡No! —gritó su padre molesto—. Vuelve a tocar desde el principio. Lee bien las notas, Jessica, te lo he dicho mil veces.

—Claro, padre.

Volvió a iniciar, pero no tardó mucho para que volviera a confundirse y que su padre explotara de enojo. Lo siguiente que sintió fue como era levantada del banco para ser arrojada al suelo, a como pudo se incorporó y extendió sus manos.

—Eres una genio, Jessica, y los genios no cometen errores —dijo el hombre mirándola con rabia mientras levantaba lentamente una larga y gruesa vara de madera—. Yo no acepto la mediocridad, mi hija genio no me hará quedar en ridículo.

Se levantó levemente la falda de su vestido y sus piernas ardieron ante el impacto, de sus ojos salieron lágrimas, no era la primera vez que le pegaba, ella ya sabía bien como sería el castigo sí no cumplía con las expectativas de su padre. Cerró los ojos cuando su padre terminó de golpearla, debía contener los sollozos que se aglomeraban en su garganta o le iría peor, Yunho se enojaba cuando desperdiciaban el tiempo que había estipulado para sus lecciones.

—Vuelve a tu lugar, Jessica, esta noche vas a tocar a la perfección tres piezas en la cena de la universidad. —Abrió los ojos y regresó al banquillo frente al piano—. Desde el principio y sin errores.

Pero volvió a cometer un error, se detuvo y se giró lentamente a ver a su padre.

—Te dije que no quería errores...

Algunos traumas quedan tatuados hasta los huesos y uno de esos eran los recuerdos que tenía con su padre. Yunho se había obsesionado con tener al mundo alabándolo gracias a su hija genio, le había encantado explotarla hasta el cansancio mientras amasaba una muy generosa fortuna para desaparecer en las sombras.

Fortuna que no disfrutó por un cruel incidente que le hizo perder la vida.

Abrió los ojos; una mano de Stephanie seguía en su cabeza mientras la otra se hallaba en su cintura, la sostenía con fuerza para que no se cayera del asiento del auto a causa de los movimientos de este.

El auto se detuvo y supo que su tiempo de gloria había acabado, de cierta forma agradecía haber llegado, no deseaba volver a cerrar los ojos y encontrarse con su padre en sus recuerdos pasados.

Yunho debía seguir muerto.

—¿Jessica?

—Estoy despierta —declaró suavemente.

Respiró profundamente, sintiendo el delicioso aroma de su querida asistente y se irguió. De inmediato, extrañó aquel cálido regazo, quería volver a acostarse, pero sabía que no podía hacerlo.

—Tiene el cabello un poco desarreglado. —Stephanie se acercó más a ella con una sonrisa divertida y comenzó a arreglarle el cabello y la ropa desalineada—. Listo, así luce mejor.

Jessica la miró fijamente, sintiendo un remolino creciendo en el estómago, solo dos mujeres en su vida habían tenido la gentileza de arreglarla, aquella simple acción significaba mucho para ella ya que... el único momento en que sintió que le importaba a su madre fue cuando la vestía de niña. Suzy fue linda con ella por cortos instantes de su vida, breves momentos que le fueron arrebatados cuando mostró su verdadero ser. Sin embargo, solo supo que su madre le tuvo cariño cuando Hyuna e Irene le enseñaron lo que era el amor, cosa que aún le costaba identificar y definir bien qué era. No obstante, lo que Stephanie mostraba en aquel momento era un cariño sincero a ella.

Recordatorio: una secretaria para mi prima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora