CAPÍTULO 11
LULLABYAbrió la regadera e inmediatamente sintió el agua caer por toda su piel, sus lágrimas volvieron a caer mientras se convencía que el agua quitaría todo rastro de él de su cuerpo. Se sentía como la primera vez en que él abusó de ella, justo después de que hubiera despertado desubicada y con el cuerpo agonizante de dolor, con el llanto incesante de un bebé que exigía comida.
La sala estaba a oscuras, no había rastros de su amado esposo por ningún lado, lo único que se apreciaba era la escena del caos y el descontrol que Nichkhun había dejado tras su paso, la escena de un crimen de violencia doméstica.
Como pudo se puso de pie y, a pequeños pasos tambaleantes, fue hasta la habitación en busca del pequeño infante que lloraba sin cesar. Lo tomó en sus brazos y lo arrulló tarareando una canción, sintiendo la garganta arder a causa de los gritos.
Cerró los ojos.
—N-no llores más, mi amor —le susurró al pequeño que lloraba levemente en sus brazos—. Todo estará bien, no ha sucedido nada. Estaremos bien...
Y con esas palabras se mentalizó que así sería, que todo estaría bien y que no volvería a pasar.
Pero volvió a pasar.
—¡Eres una inútil! —gritó tomándola de la mandíbula con fuerza—. ¡¿Acaso no puedes ni siquiera planchar una camisa?!
Sintió los dedos clavarse con fuerza en su piel, soltó un gemido de dolor y eso pareció encender más al hombre. La soltó por un instante sólo para arremeterle una fuerte bofetada que la hizo perder el equilibrio y caer al suelo.
—¡L-lo siento! —dijo entre lágrimas.
—No me importa que lo sientas. —Rugió agachándose para tomarla del cabello y haciendo que lo mirara—. Yo te doy de comer, lo mínimo que debes de hacer es tener mis cosas bien, hacer lo que yo te ordene y no desobedecerme. —Le tomó el mentón y en su rostro se formó una divertida sonrisa—. ¿Te quedó claro?
Asintió con el corazón desbocado, el miedo la tenía hecha un desastre.
—Totalmente claro.
—Bien dicho, amor —la soltó y le dio una suave caricia en la mejilla—. Ahora, creo que es bueno que disfrute de una buena bienvenida, ¿no lo crees?
Las siguientes fueron las horas más horribles de su vida, fue la segunda vez que Nichkhun mostró su verdadero rostro y ella conoció en carne propia la maldad que los humanos pueden tener. El hombre que una vez amó había desaparecido o, quizá, jamás existió.
Y eso la rompió.
Por meses se vio sometida a abusos tanto físicos como verbales, llegó a pensar en que quizá lo mejor era que uno de los golpes que le daba fuera el definitivo, el golpe de gracia que acabaría con su vida e hiciera que el dolor desapareciera para siempre. Pero fue un deseo fugaz. Nicolas se convirtió en su fortaleza, en su motivo de vida y razón de existir; su hijo era todo para ella.
Por eso no dudó en alejarse de aquel monstruo, sabía que en algún punto la terminaría de romper y no podía dejar a su bebé solo.
—No llores, amor, no llores —murmuró al pequeño que gimoteaba en sus brazos—. Debemos ser fuertes, ¿recuerdas? Tú y yo solo nos tenemos el uno al otro, y si tú lloras... —se le quebró la voz—. Si tú lloras mamá también va a llorar, así que no llores...
El pequeño balbuceó algo y ella miró la sala del aeropuerto; se hallaba totalmente vacía puesto que eran cerca de las dos de la madrugada. Había huido por fin de Nichkhun y se estaba ocultando en aquel lugar hasta que amaneciera y el avión de su libertad saliera.
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Recordatorio: una secretaria para mi prima.
FanfictionJessica Jung siempre ha tenido graves problemas con sus asistentes por culpa de su personalidad; al tener un IQ de 158 llega hacer de menos a las personas por no poder razonar de la misma forma que ella, razón por la cual ha hecho llorar a un número...