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Entro en casa de mis abuelos con una gran sonrisa. Mi día ha sido increíble, y todo gracias a una preciosa chica de increíbles ojos azules.
Es perfecta.
Solo el hecho de pensar en ella mi sonrisa se hace más amplia.
Vamos, desde cuando eres tan blando. Me río. ¿Qué me has echo, Ana?

—¡Christian! ¿Se puede saber dónde has estado todo el dia?

—Lo siento, mamá. Me quedé sin batería. Estaba dando una vuelta.—le digo indiferente.

—Ven al despacho de tu abuelo. Tu padre quiere hablar contigo.—Respiro hondo y asiento.

La sigo hasta las puertas dobles de madera oscura y entro decidido.
No me van a hacer cambiar de opinión. Sé lo que quiero.
Mi padre me espera serio con una copa de brandy o whisky en la mano.
Me paro en seco cuando veo a Elena sentada en el sillón.

—Siéntate, Christian, tenemos que hablar.—asiento.
—Espero que los aires de Portland te hayan echo recapacitar de tu locura de abandonar Harvad.—le corto.

—Si vamos a hablar de mí, quiero que esa mujer se vaya.—cabeceo hacia Elena sin mirarla y mi padre me fulmina con la mirada.

—Ella se queda.—dice rotundo.

—Bien.—me levanto y ando hacia la puerta.

—No dejarás la universidad, ¿me oyes? Si la dejas te quitaré todo el dinero, el coche y tendrás que irte de mi casa.—me quedo estático.

—Carrik, pero...

—Cállate, Grace, esto es tu culpa. Lo has mimado demasiado y se cree que puede hacer lo que le venga en gana.

—No necesito nada tuyo. Nada de nadie.—gruño entre dientes.

—¿Y qué coño vas a hacer? ¿Piensas que puedes montar una empresa de la nada? Vas a tirar tu futuro por la borda. No sirves para nada.

—¡Carrik!

—Que te calles, Grace. Te prohibo que le ayudes, o vuelve a la universidad o no verá un duro de mi parte.—Siento como si me hubiese pegado una patada en el estómago. Me falta el aire.
Salgo del despacho y subo rápidamente a mi habitación.
No quiero ver a nadie.
Entiendo que esté enfadado, incluso decepcionado.
Cuando Elliot le dijo que no iría a la universidad no lo tomó tan mal. Nunca he sido santo de su devoción. Siempre he sido un fracaso para él. Suspiro.
Sé lo que quiero, soy bueno en los negocios, se me dan bastante bien los números.
De Harvad aprendí todo lo que podía aprender. Algún día montaré mi empresa y será la mejor.
Le demostraré a Carrik y a todos esos estirados de Harvard que soy mucho mejor de lo que piensan.
Mi móvil vibra en mi bolsillo y el corazón se me para. ¿Será Ana?
No.

De: Elena Lincoln
Para: Christian Grey

Mi rey, mi propuesta sigue en pie.
Vas a llegar muy lejos y yo puedo ayudarte. Sé que tienes mucho potencial...no te hablo solo de los negocios. Piénsalo.

Tiro el móvil en la cama asqueado y me quedo mirando al techo.

Flashback

—Tu padre me ha dicho que has dejado Harvad.—Se acaricia la barbilla con una uña rojo escarlata.—.También ha dicho que quieres montar tu propia empresa.—asiento y ella sonríe.—.Yo puedo ayudarte.—se sienta lentamente a mi lado.—.Tu padre está muy enfadado y no va dar su brazo a torcer. Yo sé que tienes mucho potencial y me gustaría ayudarte.—Pasa uno de sus dedos por mi brazo y yo me tenso.

—¿Ayudarme?—asiente.—¿A cambio de que?—No me gusta esta mujer.
Ella sonríe lentamente y su mano baja por mi estomago. La detengo de inmediato.—.No me toques.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora