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Despierto agitado de un sueño. Se disipa rápidamente de mi mente.
¿Una pesadilla?
Suspiro y me froto los ojos intentando relajar los latidos frenéticos de mi corazón.
Ana duerme tranquilamente a mi lado. Me acerco y le beso la frente.

—Te amo, Ana.—le susurro. Ella suspira relajada.
Me levanto con cuidado y me pongo un chandal.
Voy a correr.
El cielo esta encapotado, y veo pequeñas chispas de agua aterrizar en el vidrio, pero no me importa.
Me apetece salir.

Mientras corro por la cuarta avenida pienso en todo lo de ayer.
Nunca le he dado motivos para que esté celosa, aunque entiendo que la situación fue bastante embarazosa, Gia siempre ha sido muy descarada y descocada. El tipo de mujer que yo aborrezco hasta la saciedad. Pero estoy en deuda con ella. Ella era feliz con Peter, y yo lo estropee todo al acostarme con ella.
* * *

Bajo del taxi y voy rápidamente hacia mi piso.
Peter no esta.
Maldición.
Estoy que me lleva el demonio. Necesito hablar con él. O me calmo o mataré a alguien.
Me doy una ducha para calmar mi ansiedad que ha ido en aumento durante las doce horas de vuelo. Todo se ha ido desmoronando poco a poco desde que descubrí a mi padre follandose a Elena.
Son unos hijos de puta.
¡Mi madre estaba en la cocina!
Aún recuerdo sus gemidos pidiéndole más.
Se me revuelve el estómago y la bilis sube por mi garganta.
Que asco me dan todas las mujeres. No tienen ni una pizca de dignidad. No se hacen valer nada. Y mi padre es un hijo de puta por hacerle eso a mi madre.
No he podido estar más allí, he cogido el primer avión y he vuelto a la universidad. No quiero ver a nadie de mi familia o exploraré.
Me visto rápidamente y salgo por la puerta derecho a la Guarida. El pub donde vamos todos los fines de semana a tomarnos algo.

Me siento en la barra y me pido una cerveza.
Cómo odio a Carrik, aunque también pienso que mi madre sabe de sobra quien es su marido, solo que no quiere verlo. Ella es feliz viviendo en su fantasía de familia perfecta y ejemplar cuando de puertas para adentro todo está prácticamente podrido.
La rabia se apodera de mi cuerpo.
Miro a mi alrededor a la gente tomando algo y charlando con sus amigos.
Cruzo la mirada con una chica, no la había visto antes, supongo que será nueva.
Me mira descaradamente mientras se pasa los dedos por el escote bien pronunciado de su camisa.
La ignoro.
Pido un vodka y la camarera lo deja en la barra junto con su número de teléfono y una sonrisa lasciva.

—Toma guapo, por si te interesa.—añade en tono seductor. Gruño y la fulmino con la mirada.
No, no me interesa en absoluto.
Sigo bebiendo hasta que siento los efectos del alcohol y la rabia haciendo estragos en mi cuerpo.
De aquí no puede salir nada bueno.
Decido irme antes que forme algún follón.

—Hola, Chris.—la voz de mi amiga me llega distorsionada.
Grey, céntrate.
—Oh, vaya, estas muy bebido.—me río. Bebido es poco. Ella le dice algo a su amiga en el oido y ella le sonríe con malicia antes de irse.
—¿Te ocurre algo?—dice tomando asiento a mi lado y apoyando el pie en el reposapiés de mi taburete.

—No me pasa nada.—le gruño. Ella sonríe y llama a la camarera.

—Dos vodkas más.—le pide.

—Yo no quiero.—le digo y me pongo de pie. Me tambaleo.
Mierda.

—Cuidado.—sus manos me agarran los brazos. Me rodea la cintura con una y con la otra me sujeta el cuello.—Estas muy borracho, Chris. Nos tomamos la última y te llevo a tu habitación.—dice con voz melosa pegando lentamente su cuerpo al mío.
¿Me está coqueteando? La nebulosa de mi estado etílico no me deja pensar ni ver con claridad.
La rodeo por la cintura y ella sonríe rozando mis labios con los suyos.
Mierda.
Sí, esta coqueteándome.
Pero si tienes novio, mujer.
¿Ves? Unas desvergonzadas todas.
Las imágenes de mi padre con esa mujer me llegan a la mente sin previo aviso y la ira, el rencor y la impotencia azotan mi cuerpo.
La agarro del pelo con fuerza y ella gime bajito. Aquí, en medio del bar. Eres una...
Gruño.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora