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Grecia.

Me relajo a la sombra del caluroso sol del mediterráneo en la espectacular playa privada de Hotel Dantori de Grecia.
Mi chica está tumbada a mi lado disfrutando de una siesta.
Anoche no dormimos mucho.
Sonrío.
Y esta noche dormiremos menos.

—Señor, ¿puedo ofrecerle algo?—la camarera sonríe coqueta, guiñándome un ojo y se inclina hacia delante dejándome ver su escote.
¿Pero que mierda...?
¿No ves a mi mujer aquí al lado?
La rabia corre por mis venas.

—Un mojito de Ron y un Gin-Tónic de Bombay.—le digo con frialdad devolviendo la atención a mi libro con exasperación. Ella se marcha rápidamente.

—Mi amor, no puedes culparla. Eres tremendamente sexy.—miro a mi chica que me sonríe adormilada y rápidamente mi enojo pasa.

—Tú si que eres sexy.—me pongo a su lado y beso su hombro. Ella gira la cabeza y me mira.

—Me encanta este lugar.—dice bajito mirando detrás de mi la enorme cala.—Gracias por traerme.—se inclina para besarme.

—Haría lo que fuera por ti.—rodeo su cuello y acaricio su nuca.—Tu eres lo primero para mi, nena. ¿Lo sabes verdad?

—Lo sé. Y es por eso que te amo tanto.—me besa con sensualidad los labios.—Primero tú y después el mundo.—dice en mis labios y yo sonrío con el corazón hinchado de amor.
La camarera deja en la mesita nuestras bebidas.
—Estoy deseando volver a casa.—dice animada incorporándose para tomar su combinado.
—Me encanta como ha quedado.—dice de gustando su mojito.—sonrío.

—Sí, lo has hecho bien, nena. Nuestra casa es perfecta. Sólo falta que tu estes allí.—sonríe con timidez. Esa sonrisa que hace que me derrita de amor por ella.

............
Sawyer abre la puerta de Ana. Delante de nosotros se alza moderno y sobrio uno de los mejores edificios de Seattle. Destila lujo nada más verlo. Arriba del todo el nombre en relieve. ESCALA.
Cuando lo vi supe que era perfecto nosotros. Un lugar nuestro donde poder vivir juntos.
Cojo su mano y tiro de ella hacia el hall del edificio.

—Vamos, nena.—ella me sigue sin decir ni una palabra. Sus maravillosos ojos no pierden detalle de nada.
Entramos en un ascensor y marco el código.

—Él código es 1880.—asiente.—Tienes que marcarlo para que te lleve directamente a nuestro ático.
Abre mucho los ojos. Y veo la pregunta en su mirada.
Sí, nena es nuestro.

—Me dijiste que te habías comprado un ático...Tu.—sonrío y aprieto su mano con suavidad.
El ascensor se abre en el hall de nuestra planta donde una gran mesa redonda de cristal y acero presidida por un gran arreglo florar nos da la bienvenida.
Tiro de su mano hasta el salón. Una gran zona abierta con grandes ventanales del suelo al techo que dejan ver el Sound. Es mi sueño hecho realidad.
Ana lo mira boquiabierta, como yo cuando lo vi la primera vez.

—¿Te lo enseño?—asiente.

El ático tiene en la planta de abajo: el vestíbulo, el salón, una cocina, una bodega, un baño, un despacho, una biblioteca y una habitación-suite equipada con baño y un gran vestidor.
La parte de arriba: cinco enormes habitaciones y dos baños.

—Christian, esto es...impresionante.—dice maravillada con las vistas del salón. Sonrío.

—¿Te gusta?—rodeo su cintura por detrás y beso su cuello.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora