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Me siento en el sofá de casa totalmente exhausto.
Llevamos unos días frenéticos de trabajo.
Pero anoche pudimos darnos el lujo de salir y despejarnos un poco con Rickard y su novia, Angie.
Ana y ella son muy amigas desde que Rickard y yo empezamos este negocio juntos, quedamos para vernos cuando venimos a Nueva York.
La situación en casa está controlada, pero seguimos sin poder averiguar quien fue el hijo de puta que entró.
Todo un equipo de seguridad a nuestra espalda y entran en casa como si nada.
La próxima vez que pongan a Ana en riesgo les cortaré las pelotas a todos estos cabrones.
Mi teléfono suena y es Gia. Otra vez Gia.
Suspiro.
Miro a ambos lados y no veo a Ana.

—Señor Grey, siento molestarle pero el señor Wards insiste en concertar una cita con usted. Dice que es urgente.—suspiro.

—Dile que estoy de viaje.

—Eso mismo le he dicho pero insiste en que le llames.—maldita sea.

—Esta bien.

—¿Cuando vuelves? Se te echa de menos.—¿pero que...?

—Adiós, Gia.
Cuelgo el teléfono sin siquiera hacer alusión a ese comentario tan fuera de lugar.
¿De que va esta mujer? ¿Acaso no he sido lo suficientemente claro con ella?
Esto no acabará bien.
Quiero ayudarla, sé que esta sola, pero está poniendo en riesgo mi matrimonio. Ana esta cada vez más mosqueada y con razón.
Quiero evitar a toda costa el tener que decirle el porque aguanto a Gia. No quiero contarle la clase de mierda que era ante de que ella hiciera un hombre echo y derecho de mí.
Andrea también está muy rara, Gia dice que se la pasa fuera de su puesto, que desatiende sus trabajos y sinceramente, lo dudo. Andrea nunca ha sido así. En la empresa todos la adoran y nunca he tenido ninguna queja de ella.
Ross también está molesta conmigo por la actitud de Gia, he tenido que contarle la verdad de todo.
La puerta se abre y mi mujer entra con una sonrisa radiante que me hace sonreír a mí.
Me pongo de pie rápidamente y voy a su encuentro.

—Hola, preciosa.—la rodeo con mis brazos y la beso antes de que me conteste.
La beso lentamente hasta dejarnos sin aliento.
Cuando me separo de ella sus ojos brillan nublados de deseo. Pero tiene la cara un poco pálida y bolsas en los ojos.—Te noto cansada.—asiente un poco.—Te voy a preparar un baño y la cena.—beso su cabeza.—Vamos.

—Así da gusto volver a casa.—dice con una amplia sonrisa y los ojos rebosantes de felicidad.

—Si te hace feliz, lo haré todos los días.—ella se lanza a mis labios con fuerza.

—¿Sabes lo que me hace feliz?—besa la punta de mi nariz.—Tú. Mientras te tenga a ti, seré completamente feliz.—sonrío ensimismado mientras asimilo con puro extasis cuanto me quiere.
Mi dulce Ana. Mi amor.
La cojo en brazos y la llevo a nuestro baño.
La dejo en el mármol del lavamanos y procedo a preparar la bañera mientras ella me cuenta que tal su día de trabajo. Preparo la toallas mientras la bañera se llena y rocio una generosa cantidad de aceite de baño.
Flor de jazmín. Su favorito.
Está emocionada, han echo un reportaje en unos jardines y como ha pasado ya en alguna ocasión, ella ha sido la modelo.
No es algo que me entusiasme mucho, pero a ella le hace feliz y tengo que reconocer que sale guapísima.
Voy hacía ella y la bajo del lavamanos.

—Christian, me consientes demasiado.—se queja, pero puedo ver la calidez en sus ojos.

—¿Y?—sonríe.—Ya sabes que me gusta cuidar de ti. Podría dejar mi trabajo y dedicarme a ti por completo.—murmuro y ella ríe bajito. Empiezo a desvestirla.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora