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3 años después.

Andrea, ven a mi despacho, por favor.

Termino de imprimir mi firma en el contrato para la remodelación de uno de mis clubs en Nueva York. The Moon. Hace un año lo adquirí y mi amigo, Rickard Nell es el encargado. Es un gran tío, con grandes ideas que ha sabido sacarle el mayor partido al club convirtiéndolo en el mejor de la cuidad.
Han sido tres años de muchísimo trabajo. Me he dedicado de lleno en mi empresa y conseguido llevarla a lo más alto.
Hecho un vistazo a mi alrededor y contemplo mi espacioso e iluminado despacho.
Otro de mis santuarios.

El olor a cítricos predomina en el ambiente

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El olor a cítricos predomina en el ambiente. Marcela, la decoradora hizo un magnífico trabajo con todo el edificio. Las increíbles vistas que dan los grandísimos ventanales que van del suelo al techo le dan un toque soberbio y muy espectacular.
Grey House ya no es el cascarón viejo y deprimente que era. Ahora es la sede de Grey Enterprises Holdings, uno de los edificios más modernos y concurridos de la cuidad.
Andrea, mi asistente personal desde que comenzamos este proyecto entra por la puerta con elegancia y profesionalidad. Dios quiera que me dure muchos años porqué es una persona esencial para la empresa. A diferencia de sus ayudantes que ya han sido unas cuantas. No por ella, si no por mí. No termino de adaptarme a ninguna y menos cuando se pasan el día mirándome con coquetas caídas de pestañas y voz sensual.

—Buenos días, señor.—deja con suavidad una taza de café con leche en mi mesa. Le sonrío con amabilidad. Siempre sabe que voy a necesitar antes que se lo pida, durante los tres años qué llevamos trabajando juntos, jamás he tenido una queja de ella. Espero que tampoco ella de mí.

—Gracias, Andrea. Escanea esto y mándaselo a Rickard al Moon. ¿Está todo organizado?—asiente.

—Todo listo, para cuando usted quiera.—asiento y el corazón se me acelera al fijar la mirada en la guapísima chica que me sonríe en la foto que predomina mi fondo de escritorio en el i-Mac.
—Su hermano ha llamado, dice que le recogerá aquí a las dos. He mandado por su equipaje y Sawyer lo tiene listo en el coche.—lo dicho. Es la mejor asistente. Siempre haciéndome la vida más fácil.

—Genial, gracias, Andrea.—asiente brevemente.—Dile Luke que venga, por favor. Y podrías pedirme una ensalada ligera para las 12:00, más tarde comeré en el jet.

—Por supuesto, señor.—sale por la puerta rápidamente a cumplir mis encargos.
Me reclino hacia atrás en la silla y me vuelvo hacia el ventanal para contemplar la lluvia caer sobre la ciudad de Seattle. Cierro los ojos y me veo tirado en el chilao de una playa privada al tórrido sol del mediterráneo, con un combinado frío de ron y mi espectacular chica en uno de sus fabulosos biquinis que realzan sus magníficos pechos. Su cuerpo brillante por el sol y el agua del mar.
Oh, joder. Para.
Me giro y miro su foto en el ordenador.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora