Epílogo

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Casa Jazmín. Saint Tropez.
17 meses después.

Pulso con firmeza la tecla Enter de mi teclado dando por enviado el último email que contestaré en unos días.
Oficialmente estoy de vacaciones.
Cierro el programa y el fondo de pantalla de mi ordenador me saca una enorme sonrisa.

Cierro el programa y el fondo de pantalla de mi ordenador me saca una enorme sonrisa

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Los dos amores de mi vida.
Mi amada esposa y mi princesa consentida.
La imagen cambia y una foto del día de nuestra boda aparece.

La imagen cambia y una foto del día de nuestra boda aparece

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Por fin pudimos celebrar la boda que nos merecíamos. Dos meses preparando en secreto una boda de ensueño para la reina de mi cuento.
Estaba preciosa y deslumbrante de novia, y como incentivo embarazada de mi pequeña Proebe.
Me reclino en mi silla y contemplo la suave brisa veraniega que entra por la ventana de mi estudio. El olor a jazmín llena el ambiente y cierro los ojos relajado y feliz
Estoy en mi hogar.
Mi segundo hogar.
El castillo de ensueño que construí para mi amor en su lugar favorito en el mundo.
En este pequeño pueblo de Francia donde hemos disfrutado de nuestras mejores escapadas cuando aún éramos novios.
Recorro la acogedora casa de estilo mediterráneo. Las paredes blancas y las estancias luminosas, la decoración veraniega llena cada rincón de nuestro maravilloso hogar.
Me cruzo con gente del servicio y me hago a un lado para no entorpecer su trabajo.
Hoy nuestra casa está muy concurrida de gente: las mujeres de la limpieza organizan y preparan cada estancia, los repartidores llenan la despensa y la bodega para agasajar a nuestra familia que pasarán unos días con nosotros.
Salgo al salón y a través de las enormes puertas de vidrio que están abiertas de par en par veo a mis chicas.
Se me acelera el corazón.
Después de todo lo que pasamos, jamás volveré a dar nada por sentado. Soy muy sobreprotector con ellas, pero son lo mejor que tengo en la vida. Mi más preciado tesoro.
Mi corazón está divido por estas dos personas: mi esposa y mi hija.
Ana es...¿que puedo decir? No hay palabras para describir el gran amor que siento por ella y que juntos hemos construido y afianzado durante estos años. Mi esposa es parte vital de mi vida, y juntos, creamos a nuestro pequeño rayo de luz. Nuestra pequeña es todo para nosotros. Nos desvivimos para darle cada día lo mejor de cada uno y que sienta el amor incondicional de sus padres a cada segundo.
Amamos a nuestra hija, es así de simple.
Bajo la mirada y se me encoge el alma al verla sentada en el suelo lloriqueándole a su madre para que la coja en brazos.
Sonrío.
Sus coletitas cobrizas se giran de repente y sus precioso y enormes ojos grises se clavan en mí. Como si hubiese notado mi presencia.
El puñetero mundo se detiene cuando sonríe y me llama.

Mi gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora