Marcos
Menudo imbécil estoy hecho. Cómo se me ha ocurrido decirle eso en el coche. Si tenía algún punto ganado con Elena, en ese momento los he perdido todos. Menos mal que en el parque se ha relajado y hemos disfrutado de una buena tarde.
-¿En qué piensas? – dice Fer interrumpiendo mis pensamientos.
- En cómo me he comportado con Elena, he sido un capullo.
- ¿Por qué dices eso?
- Cuando íbamos en el coche le he dicho que me encantaría besarla y en pocas palabras, también acostarme con ella.
- Joder, directo al grano- ríe mi amigo.
- No era mi intención parecer grosero, de verdad. Lo que pasa que en ese momento estaba sonando una canción en la radio, de esas románticas que tanto les gusta a las tías, y de repente me he sentido totalmente identificado – le confieso.
- Si al final me vas a tener que dar la razón, te ha dado fuerte con Elena.
- Sí, lo reconozco. No sé qué tiene esa mujer, que hace que me vuelva loco.
Al llegar al hotel cada uno nos marchamos a nuestra habitación. Quedamos más tarde para cenar en el restaurante y terminar de averiguar el papeleo para la reunión que tenemos mañana.
En mi habitación, me quito la ropa y me meto en el baño para darme una ducha fría, necesito quitarme a Elena de la cabeza como sea, pero es imposible. Me pongo duro con solo recordar haberla tenido al lado en mi coche, o pegada a mí cuando nos hicimos la foto. Tengo su olor metido en la nariz. O dejo de pensar en ella, o voy a terminar tocándome en la ducha.
Oye, pues tampoco es mala idea, a ver si así consigo relajarme por primera vez en el día. Y sin más, bajo la mano a mi entrepierna y me desahogo mientras el agua no deja de caer sobre mi cabeza.
A las nueve y media llego al restaurante, vestido con unos pantalones de deportes grises y una sudadera azul marino. Fer ya está esperándome. Parece que nos hemos puesto de acuerdo para vestirnos, vamos exactamente iguales.
- Joder tío, que coraje – bromea Fer – Ni queriendo terminamos vistiéndonos igual.
Los dos nos reímos y pedimos algo de cenar. Mientras tanto conversamos sobre la tarde que hemos pasado. Ha sido divertida al lado de estas tres chicas que apenas conocemos, pero que parece todo lo contrario.
- ¿Cómo se te ocurre aceptar ir a casa de las chicas a tomar café? – le digo a Fer.
- ¿Qué pasa? No vamos a hacer nada malo. Solo pasar un rato con las chicas.
- Seguro que a Elena no le hace ni pizca de gracia que vayamos.
- No creo. No vi que se quejara cuando la arrimaste a tí mientras nos hacíamos la foto. Qué crees, ¿qué no me di cuenta?
- Joder Fer, no sé qué me pasa con esa mujer.
- ¿Qué es la única que no ha caído rendida a tus pies a la primera de cambio?
- Puede ser, pero no es solo eso. Tengo la necesidad de ir despacio con ella, de conocerla más y que el tiempo sea el que decida lo que tenga que pasar.
- Hecha el freno hermano – me dice mi amigo – ¿Recuerdas que tú vives en Sevilla y ella en Barcelona?
- Lo sé Fer, no creas que no lo he pensado – digo dándole un sorbo a mi cerveza.
- Debes quitártela de la cabeza.
- Lo intentaré, pero creo que ya es demasiado tarde.
Cenamos sin volver a hablar del tema, hablamos solo de la reunión que tenemos al día siguiente, cuando suena el móvil de Fer.
- Es Ari – me dice – me ha mandado la ubicación de la casa.
- ¿Está muy lejos?
- A ver que lo mire... No, en diez minutos en coche llegamos.
- Tienes que hacerme un favor – le digo a mi amigo.
- Tú dirás.
- Pídele el número de Elena.
- ¡Estás loco tío!
- Por favor hermano...
- Que no hombre, no seas capullo.
- Está bien, olvida lo que te he dicho.
Más tarde, mientras estoy tumbado en la cama cambiando los canales de televisión una y otra vez, me suena el teléfono. Es un mensaje de Fer:
"Toma capullo, aquí tienes el número de Elena. Su amiga me lo ha dado sin problemas"
Gracias. Gracias. Gracias.
Guardo su número en mi móvil y actualizo la lista de contactos de mi chat. La busco. Ahí está. Abro una conversación dispuesto a escribirle, pero no lo hago, me quedo en blanco. No sé qué voy a decirle. ¿Y si se enfada porque tengo su número? La cabeza me va a cien por hora. Seré idiota, parezco un adolescente.
He pasado los últimos años de mi vida al lado de Sara. Hace menos de un año que lo dejamos, más bien me dejó ella a mí. Se fue con un compañero de la oficina. Y desde entonces no he vuelto a tener nada serio con una mujer, solo rollos de una noche, o quizás de dos, pero nada de compromisos. Desde entonces, mis amigos dicen que soy el soltero de oro del grupo. Menuda panda de capullos tengo como amigos, eso sí, son los mejores.
Me paso una hora con el móvil en la mano girándolo con dos dedos mientras pienso si escribirle será buena idea. Vuelvo a encenderlo, sigo teniendo en blanco la pantalla de conversación.
No lo pienso más, tecleo. Leo y releo lo que le he escrito y le doy a enviar.
Hecho.
Ya no hay vuelta atrás.
Solo espero que no se enfade conmigo.
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La Banda Sonora de Elena
Romance#Wattys2018 #DreamAwards2018 Elena y Marcos se conocen en un viaje. La atracción es mutua desde el primer momento en que se ven, y las chispas saltan cada vez que se rozan. Ella vive en Barcelona y él en Sevilla, y a pesar de la distancia, deciden d...