Hasta llegar a enloquecer

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Marcos

Hacemos el viaje al aeropuerto prácticamente en silencio. Elena es quien conduce. Lo hace con tranquilidad y seguridad. Para que después digan que las mujeres son malas conductoras. ¡Ja!

- ¿Hace mucho que tienes el carnet? – pregunto rompiendo el silencio.

- Once años. ¿Por qué?

- Conduces de maravilla.

Elena se echa a reír. Tiene la mano izquierda al volante y la derecha en el cambio de marchas. En su piso se quitó las lentillas y se puso las gafas. Está preciosa. Le favorecen mucho, aunque ella diga que no le gustan.

- Me gusta conducir.

No aparta la vista de la carretera y yo, de vez en cuando, la observo conducir. Cómo me gusta. La voy a echar de menos.

- ¿Puedo? – le pregunto señalando la pantalla con las emisoras de radio que tiene guardadas.

- Claro.

Suena la radio, pero me aburre. Le doy al botón de "Media" y empieza a sonar un disco de música. Toqueteando por la pantalla, doy con el botón para acceder a la lista de canciones de ese cd. Veinte canciones variadas, algunas en inglés y otras en español. Clico encima de una de ellas y Diego Martín empieza a sonar. Subo el volumen y escuchamos la canción en silencio. Cuando termina salta a la siguiente, pero yo la vuelvo a poner.

Elena me mira de reojo y yo sonrío como un tonto. Ella me devuelve la sonrisa.

- Esta es mi canción para hoy – le digo.

Besarnos hasta que llegue a estorbarnos la piel,

Hasta que los sentidos no sepan por qué,

Hasta que nos muramos, si ha de ser de amor,

Hasta que más no pueda ser.

Una y otra y otra vez, hasta llegar a enloquecer.

- Es una de mis canciones favoritas de Diego Martín – dice entrando al parking del aeropuerto.

- Yo no la había escuchado nunca, pero desde hoy, también una de las mías.

Aparca y nos bajamos. Nos dirigimos a la entrada de la terminal. Aún tenemos un ratito para estar juntos, antes de que deba embarcar.

- ¿Un café?

- No, gracias. Tengo el estómago cerrado – dice sin mirarme.

Nos apartamos un poco del vaivén y el bullicio de las miles de personas que andan por el aeropuerto de un lado a otro. A pesar de que mañana aquí es festivo, en muchas comunidades españolas se trabaja, y el aeropuerto está a reventar debido a que la Semana Santa ha llegado a su fin.

La cojo por la cintura y la aprieto contra mi cuerpo.

- Te voy a echar de menos niña.

- Y yo a ti, ya lo sabes.

Poniéndose de puntillas, me da un pequeño beso en los labios. Se aferra a mi cuello, abrazándome fuerte. Acomoda su cabeza en mi hombro, besando mi cuello con dulzura; y yo cierro los ojos para sentirla aún más cerca de mí. No nos movemos. No hablamos. No sé el tiempo que pasamos abrazados en silencio. No nos importan las miradas de las personas que pasan cerca de nosotros. Cuando nos separamos, Elena agacha la cabeza. Con dos dedos levanto su barbilla y veo, sintiendo un gran pellizco en mi estómago, cómo se le escapan las lágrimas mejilla abajo.

La Banda Sonora de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora