Tú y yo

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Elena

La alarma de Marcos suena a las siete de la mañana. Él la para y yo me doy la vuelta para acurrucarme entre sus brazos.

- Buenos días, niña – dice besándome en la frente – Sigue durmiendo un poco más, yo voy a ducharme.

Permanecemos un par de minutos quietos y poco a poco se deshace de mí como puede y se dirige al baño. Estoy tentada de levantarme y acompañarlo en la ducha, pero el sueño me puede y dormito unos minutos más, hasta que Marcos me acaricia el pelo y me susurra.

- Elena... quédate aquí y sigue durmiendo. Yo le diré a Ari que te recoja más tarde.

- No, prefiero levantarme ya.

Que bien huele; a jabón, a la humedad de su pelo, al suavizante de su ropa. Todo él es embriagador. Me levanto con pocas ganas, pero prefiero aprovechar estos minutos con él.

- ¿Cuánto hemos dormido? – pregunto intentando abrir los ojos del todo.

- Poco niña, muy poco.

Me sonríe y yo lo miro como una boba.

- Recién levantada estoy horrorosa y debo tener unos pelos de loca... – digo dirigiéndome al baño.

- Eres bonita de todas las maneras.

- Mentiroso - le digo mientras los dos reímos.

Cierro la puerta del baño tras de mí y me siento a hacer pis. Espero que no le dé por abrirla porque me muero de la vergüenza. Después, me lavo la cara e intento arreglarme con un poco de agua mis rizos. Encima del lavabo hay un cepillo de dientes de esos que están metidos en una bolsita de plástico con un mini tubo de pasta dentífrica.

- ¿Puedo usar este cepillo de dientes que hay aquí? – pregunto abriendo la puerta.

- Sí, ese es para ti. Por cierto, tenemos veinte minutos antes de que nos tengamos que ir – dice entrando al cuarto de baño y agarrándome por detrás mientras yo empiezo a lavarme los dientes.

Le hago un gesto con el culo para que se aparte, aunque en realidad lo quiero bien pegado a mi cuerpo. Y él, que parece que me lee la mente, hace caso omiso a mi desplante y me agarra más fuerte, besándome en el cuello.

- Ojalá pudiéramos pasar el día juntos – dice entre beso y beso.

Lo aparto un poco de mí y me enjuago bien la boca. Él sigue a mi lado, apoyado en el mueble del lavabo, pendiente de cada movimiento que hago.

- Ojalá hoy no fuera miércoles – le digo secándome la boca.

- Voy a hacer todo lo posible para que nos veamos pronto.

No puedo hablar. Un nudo se apodera de mi garganta y temo que las lágrimas se me escapen. ¿Cómo puedo sentirme así, si hace apenas unos días que nos conocemos? Me abalanzo a su cuello y lo abrazo con todas mis fuerzas. Marcos me agarra de la cintura y yo doy un salto para enroscarme en sus caderas. Nos miramos, y en sus ojos puedo ver las dudas que tiene; que estoy convencida, son las mismas que las mías.

Empezamos a besarnos, al principio despacio, luego con más ganas, y salimos del baño en dirección a una mesa de escritorio que hay en la habitación. Me sienta sobre ella y me coge la cara con sus grandes manos.

- Te voy a echar de menos niña – dice mientras acaricia la punta de mi nariz con la suya.

- Y yo a ti Marcos, más de lo que te imaginas.

Me besa con desespero. Siento su miedo y sus dudas en cada movimiento brusco de su lengua dentro de mi boca. Lo acerco a mí con mis piernas, quiero tenerlo lo más cerca posible durante el mayor tiempo posible. Tengo la sensación de que no volveremos a vernos y siento una presión en el pecho.

La Banda Sonora de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora