Aquí estoy yo

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Marcos

Ya han pasado diez días desde que Elena y yo nos vimos por última vez en el aeropuerto. Hablamos todas las noches, ya metidos en la cama. Hacemos una vídeo llamada, así podemos vernos a pesar de estar lejos el uno del otro. Para mí, el mejor momento del día es charlar ese ratito con ella mientras la veo al otro lado de la pantalla.

Mientras más días pasan, más me doy cuenta de lo mucho que me gusta. Puedo hablar con ella de cualquier cosa. Escucha atenta cuando le cuento cosas aburridas del trabajo y se ríe a carcajadas cuando le cuento batallitas vividas con mis amigos.

- Elena... - digo algo dubitativo, por lo que quiero proponerle.

- Dime guapo – dice sonriendo.

- ¿Qué te parece si me escapo a Barcelona este fin de semana? Aprovechando que el lunes es festivo, puedo estar allí tres días.

- ¿En serio? – dice incorporándose en la cama.

- Claro que sí niña, estoy deseando verte en persona.

- ¡Sería genial Marcos!

Aplaude emocionada, con una sonrisa de oreja a oreja que me contagia.

- Voy a buscar un vuelo para el viernes por la noche y luego volver el lunes a última hora del día.

- Está bien.

- Esta vez sí le diré a mis padres que subo a verlos.

- ¿Sacarás un ratito para vernos? – dice haciendo un puchero.

- Sacaré un ratito para ver a mis padres, porque no pienso separarme de ti.

De nuevo sonreímos y nos miramos como dos tontos enamorados. Desde luego, mi vida no es igual desde el ocho de abril, cuando la vi entrar por la puerta de aquel bar.

- En cuanto tenga los billetes de aviso.

- Genial.

Charlamos durante unos minutos más y nos despedimos hasta el día siguiente. Me echo a dormir con la idea en la cabeza de comprar a primera hora los billetes de avión.

Como siempre, buscando vuelos de última hora. Aunque tengo suerte y no me es difícil encontrar un vuelo para el día siguiente. Voy a darle una sorpresa a Elena. Anoche le dije que viajaría a última hora del día, pero lo haré después de comer, así podremos vernos por la noche.

Una vez imprimidos los billetes, hago una foto y se la mando, con cuidado de que no se vea la hora del vuelo de mañana. Al rato, recibo su respuesta, varios emoticonos de unas manos aplaudiendo y otros tantos de besos. Sonrío.

- ¿Y esa cara de tonto? – pregunta Juanjo.

- Nada, cosas mías.

- Elena – dice Fer desde su mesa.

Los dos se ríen, y yo, que estoy de buen humor, lo hago también.

- Mañana me voy a Barcelona – digo de repente.

- ¿Otra vez? – pregunta Fer apartando la vista del ordenador.

- Otra vez. Voy a ir a ver a mis padres.

- Ya claro, a tus padres. Y a Elena.

- Y a Elena.

- ¿Vais en serio? – dice curioso Juanjo.

- De momento no, pero quizás se lo proponga.

- ¡Madre mía! Definitivamente, tú te has vuelto loco – Fer me tira el boli que tenía en la mano. Menos mal que no acierta a darme.

La Banda Sonora de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora