No debo decir mentiras.

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Caminó con paso resuelto a través de los jardines donde lo único que podía escuchar eran las felicitaciones de todos aquellos que habían presenciado el partido del sábado anterior donde Slytherin le había brindado a Ravenclaw la peor de sus derrotas de los últimos cien años. Había sido un juego espectacular lleno de piruetas y escobas a toda velocidad zumbando de un lado a otro. No se hablaba de otra cosa pese a que ya habían pasado dos días y todo era gracias al magnífico entrenamiento que Harry había aplicado a su equipo el cual le había odiado al menos las primeras semanas, hasta que notaron que el trabajo continuo y arduo daba ese tipo de resultados. Slytherin había ganado quinientos setenta a ciento cincuenta y todos en Hogwarts parecían aterrorizados, resignados y maravillados a partes iguales.

Gryffindor había perdido contra Slytherin en el primer partido de la temporada por al menos doscientos puntos, Ravenclaw lo había hecho por cuatrocientos veinte y Hufflepuff sabía que no había manera de ganarle a Slytherin por más de seiscientos puntos por lo que a esas alturas del torneo, Slytherin era prácticamente el campeón. Todas las casas habían esperado que, con la división interna de Slytherin ésta se debilitara fuese fácil llevarse la copa de las casas y la copa de quidditch, pero la verdad es que, ni dividida internamente, Slytherin dejaba las cosas fáciles y sus miembros seguían esforzándose cada día por llevarse ambas menciones, tal cual habían hecho desde cinco años atrás.

Harry se sentía radiante, completo, todos sabían que era por él y solo por él que Slytherin era el líder en todo lo que hacía y era tanta la euforia de los estudiantes en Hogwarts que todos querían pertenecer a la casa de las serpientes. Por supuesto que siempre existían los envidiosos que querían ver a Harry caer junto con su éxito, pero él hacía caso omiso y se sumía en su papel del Gryffindor perfecto que se había propuesto desarrollar ahora que sabía que Dumbledore lo observaba de cerca.

Ayudaba a los otros con sus tareas e insistía modestamente en que le cohibía un poco que le llamasen "su majestad". Aunque a esas alturas el apodo fuese conocido por todos y fuese costumbre el que le siguieran llamando de aquella manera. Pasaba todo su tiempo libre con Ron y sus hermanos alborotadores luciendo como el ejemplo no solo de unión entre las casas, si no del tipo de alumno, compañero y líder que desearías te ayudara a cumplir tus metas. Se las arreglaba para que todas sus obras buenas parecieran meramente casuales cuando a veces se las arreglaba para causar desastres y luego arreglarlos. Y lo mejor es que su popularidad seguía creciendo al igual que su influencia.

Se sentó en banco de piedra junto a una de las fuentes del castillo Estaban dejando atrás el invierno y aunque no estaba haciendo tanto frio, Harry se había tomado la molestia de colocarse encima un encantamiento de calefacción. Se estiró un poco, dejando ver a cualquiera que estuviese observando a un chico despreocupado que solamente quería tomar un poco el sol mientras leía un libro de opciones avanzadas que en realidad era un ejemplar de "Marcas oscuras a través de los siglos" sacado de la sección prohibida de la biblioteca.

Una chica de Hufflepuff llamada Hannah le saludó al pasar y se sonrojó cuando Harry le correspondió la sonrisa. Colin y su hermano, Denis, se aparecieron momentos después y empezaron a hablar apresuradamente y al mismo tiempo sobre un unicornio o al menos eso fue lo que Harry alcanzó a entender antes de que ambos salieran disparados hacia el interior del castillo. Fred y George le saludaron y le ofrecieron un poco de su nueva mercancía, objetos de broma que Harry no era probaría ni por un millón de galeones, sin embargo, sí que les puso atención cuando empezaron a parlar sobre su nueva línea de fuegos artificiales. Y casi al final de su hora libre Cho apareció con su amiga Marietta Edgecombe a quién Harry había visto algunas veces en los entrenamientos de la sala de los menesteres, aunque parecía realmente no querer estar allí. Ambas chicas se sentaron con él, Marietta lo suficientemente lejos para hacer notar su molestia y Cho casi pegada a él. Chang había comenzado a parlar sobre algo a lo que Harry sonreía amablemente aún sin escuchar cuando corriendo llegó Ginny Weasley quién le dirigió una mirada de sumo odio a Cho pero de todas formas dijo:

The King.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora