Harry se encontraba sentado en su trono, con los pies firmes sobre el suelo y el acolchado respaldo de la enorme silla de plata haciéndolo todo más confortable. Sus elegantes túnicas caían a sus pies como un enorme trozo de tela perfectamente extendido en el suelo de mármol y se confundían con la alfombra verde que iba desde la entrada, subiendo por los escasos cuatro escalones que llevaban hasta el trono. No había ventanas, por lo que la única fuente de luz en aquella habitación eran las velas flotantes del techo encantado. Éste techo, a diferencia de el que estaba en Hogwarts, estaba únicamente encantado para mostrarse siempre de noche, con la constelación del dragón como protagonista, abarcando casi todo el largo del techo de la sala rectangular.
Las estrellas del falso cielo nocturno siempre brillaban, Harry se había encargado de no incluir nubes, su amuleto de la suerte era, después de todo, aquella constelación y debía estar siempre a la viste, brillante y hermosa.
El trono a su lado se encontraba completamente vacío, pero había estado en ese estado más tiempo del que el rey estaba dispuesto a admitir. Aquel era el lugar de Draco y sin embargo, solo había tenido el honor de verlo sentado a su lado en un par de ocasiones. Era exasperante, Harry lo necesitaba más que nunca, pero el rubito bastardo había decidido que era de mayor importancia pasar demasiado, demasiado, tiempo en los cuarteles del enemigo.
Se encontraban al inicio de una guerra que de silenciosa ya tenía más bien nada. Día a día Voldemort se hacía más agresivo, sus ataques no se limitaban al mundo mágico y aunque a Potter le valía más bien poco lo que pasara con los muggles, sí que se había obligado a mandar aurores a defenderles. Después de todo ¿a quiénes gobernaría si todos los muggles fallecían? La comunidad mágica era ciertamente reducida y entre más gente tuviera a su disposición, mejor.
Las cosas en ese punto se trataban de atacar, defender y a la inversa, una y otra vez. Tanto Potter como Riddle buscaban debilitarse mutuamente y deshaciéndose de los hombres del enemigo siempre era el primer paso. Si el rey del otro lado del tablero se quedaba sin peones, caballos o alfiles para defenderse, caería. La victoria yacía en la capacidad de hacer que el otro quedara completamente desprotegido aún si eso significaba sacrificar cientos y cientos de vidas inocentes.
Tal vez se debía principalmente a que ambos eran Slytherin, pero ninguna de las cabezas de los bandos estaba dispuesto a mostrarse demasiado. Tanto en el ajedrez, como en la guerra, la batalla terminaba cuando el rey caía y ni Tom, ni Harry estaban dispuestos a perder ese juego que habían iniciado muchos, muchos años atrás.
Potter ajustó la corona sobre su cabeza al tiempo que las puertas de la sala del trono se abrían de par en par y mostraban a un Kingsley Shacklebolt que solemne caminaba con paso firme hasta él. El hombre vestía las túnicas del jefe de aurores y aunque parecía sereno, si uno miraba bien, podía darse cuenta de su nerviosismo. Algo había pasado.
Snape caminaba detrás de él, con su típica cara de pocos amigos. Parecía ciertamente furioso y ofendido, pero como siempre, había contenido todas sus emociones detrás de aquella máscara de frialdad que ni si quiera Harry era capaz de descifrar del todo.
Desde aquella noche en la oficina del director, la noche en que Draco había asesinado a Dumbledore, Snape había pasado a ser uno de los suyos. Harry no sabía explicar a ciencia cierta cómo se había desarrollado todo, había estado completamente sorprendido de que Snape los hubiera descubierto que recordaba a medias lo que había sucedido. Recordaba haber abrazado a Draco una vez que el cuerpo de Dumbledore calló muerto detrás de su escritorio, recordaba haberlo besado y haber deseado desnudarlo y cogérselo allí, frente al cadáver del viejo manipulador, recordaba el calor, el ansia, la lujuria y luego la puerta del despacho de Albus se había abierto de golpe y Snape estaba allí, observándoles como si les mirara por primera vez. Draco había reaccionado rápidamente y había colocado un escudo a su alrededor al tiempo que Harry intentaba desarmar a Snape. No se batieron en duelo por que Snape no atacó, simplemente había visto el cadáver de Albus Dumbledore y luego había mirado al par de chicos que lo amenazaban con sus propias varitas, con las ropas desarregladas y una determinación asesina en sus rostros.
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The King.
FanficDrarry/Harco Un nuevo rey se levantará entre las cenizas de la destrucción, pero primero deberán caer dos de los magos más poderosos del mundo; Albus Dumbledore y Tom Riddle. Segunda parte de "The chosen one". Advertencias: Slytherin!Harry, Dark!H...