The King.

El departamento de misterios.

Se frotó el rostro con ambas manos mientras suspiraba. Estaba cansado y algo irritado por el montón de exámenes TIMO que había aplicado. No que en realidad hubiesen sido difíciles (Harry sabía que pasaría todas sus materias con calificación extraordinaria, el problema principal era que, ahora con su fachada de buen compañero, no había podido sacarse de encima a cualquiera que hubiera requerido asesorías en cualquier materia (incluso adivinación y él, no la había cursado). Había terminado pospuesto las reuniones en la sala de los menesteres, para su disgusto personal y se había visto obligado a crear grupos de estudio que Umbridge no se atrevió a cuestionar.

Definitivamente ser buena persona era fastidioso y no le gustaba, aunque los beneficios de aparentar serlo eran realmente altos. Incluso Rita Skeeter había escrito un par de artículos sobre su impecable y benevolente actitud, causando que más de un padre de familia le mandara vía lechuza, algunas notas de agradecimientos junto con algún regalito que iban desde cositas sencillas hasta regalos realmente exuberantes.

Y si a todo el asunto de los exámenes, que gracias a Merlín ya habían terminado, le sumaba las recientes visiones de Voldemort donde lo veía castigar a sus súbditos cada que algo salía terriblemente mal y a veces llamando a Draco a la mitad de la noche para calmar sus nervios, lo que era la razón principal de su mal humor.

Desde aquella tarde en los vestidores Harry y Draco no habían vuelto a encontrarse a solas y mucho menos a comunicarse. Draco le había enviado una mañana, de forma anónima, un libro sobre horrocruxes, pero había sido todo. Harry comprendía lo peligroso que era que se supiera que mantenían contacto, ahí en Hogwarts había más de un hijo de mortífagos y Potter no estaba dispuesto a echar a perder el esfuerzo que le había costado mantenerse de la persona más importante en su vida. A lo largo de todo ese año, que ya estaba por terminar, Draco debía de haber recolectado una cantidad importante de información a la que Harry echaría mano en la primera oportunidad. Eso, combinado con sus propios esfuerzos de recuperar la confianza de Dumbledore debía dar resultados positivos a su causa.

Se recargó en su asiento frente a la chimenea y Daphne le sirvió un poco de café en su taza casi vacía. Él le agradeció en silencio, con un asentimiento y ella volvió a su lugar junto a Astoria que no dejaba de mirarlo con genuina curiosidad. Blaise y Greg se encontraban muy cerca, jugando al ajedrez y en general no había ningún alumno que Harry hubiera identificado como simpatizante de Voldemort a lo largo del año, ni si quiera Nott quién desde que se había hecho con la amistad de Malfoy no dejaba de pavonearse en la sala común o en los pasillos. El tipo creía fervientemente que Draco y la causa de Voldemort acabarían con Potter antes de que terminara el colegio y eso lo tenía siempre de muy buen humor, Harry suponía que Nott no se había tomado muy bien que Harry lo rechazara dentro de su círculo cercano.

Tomó su café en sorbitos pequeños mientras sus ojos se mantenían sobre el fuego de la chimenea. Era primavera pero en las mazmorras siempre se agradecía un poco de calor extra sobre toda esa humedad y oscuridad. La paz que sentía al no hacer absolutamente nada y pensar poco le relajó hasta que decidió que tal vez debía ir a dormir de una vez por todas. Había estado trabajando día y noche en sus asuntos y Sirius le había recomendado relajarse aunque fuese una vez a la semana, que de vez en cuando estaba bien ser solo un muchacho que pronto cumpliría dieciséis años. Solo que Harry no solo era un muchacho, era Harry Potter, el salvador, el rey.

Dejó la taza en la mesita que estaba junto a su silla y se puso de pie. Como siempre, nadie hizo ademan de querer acaparar su asiento, no importaba que Harry no estuviera sentado, nadie se atrevía a si quiera tocarlo. Caminó a través de la sala común despidiéndose con un movimiento de cabeza que sus colegas respondieron con solemnidad. Tal vez para el resto de Hogwarts Harry era un buen compañero, pero dentro de Slytherin seguía siendo el rey. Subió por las escaleras lentamente y llegó hasta su dormitorio al final del pasillo.