El monarca solitario.

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Llegó al gran comedor con paso dominante, lento y elegante como todo lo que hacía. A su derecha se encontraba Blaise y a su izquierda estaba Gregory. Ninguno de los dos se había atrevido a decir nada desde que habían salido de la sala común de Slytherin, así como tampoco se habían atrevido a mencionar nada sobre los muy obvios y claros cambios que Hogwarts estaba experimentando. Se limitaban a flanquearle como si fueran parte de un grupo de seguridad privada y a asentir a cada cosa que Harry propusiera, como si no tuvieran el criterio suficiente como para oponerse. Por supuesto que Blaise a veces lo hacía, por lo general era callado, pero cuando abría la boca siempre era para hacer una observación asombrosamente inteligente. No tan inteligente como las de Draco, pero tampoco estaba mal.

Cedric pasó a su lado apenas deteniéndose para saludarlo. Parecía que estaba de mal humor, porque cuando lo hizo no usó el mismo tono amigable y ligero de siempre, había sido más como un gruñido rápido antes de tomar su lugar en la mesa de los tejones sin dirigirle a nadie una sola mirada y comenzar a asesinar su desayuno con los cubiertos. Unos cuantos más le habían saludado también, principalmente aquellos que querían dejar bien en claro que no apoyaban a Voldemort y que estaban en el bando de Dumbledore, aquel en el que todos creían Harry se encontraba.

Draco ya se encontraba sentado en la mesa junto a su nuevo fiel compañero, Theodore Nott quién sonreía mientras Malfoy explicaba algo en un tono cortésmente bajo. El rubio movía sus manos en aquellos ya conocidos ademanes. Era sutil y elegante la manera en que sus manos iban de un lado a otro explicando lo que fuese que trataban de explicar. De vez en cuando Draco detenía su anécdota para apartar de su rostro un rebelde mechón de cabello rubio platino, o para mojarse los labios con la lengua de tal manera que los dejaba rosados y brillantes.

—Estoy comenzando a cansarme de él —susurró Blaise con precaución—. Maldito traidor...

Harry volvió a fijar su vista en la escena intentando parecer lo más neutral posible. No pudo evitar que aquel oscuro sentimiento que rugía en su interior y gritara "mátalos a todos" se hiciera presente. Draco y Nott parecían verdaderos mejor amigos. Nott había tomado el papel de ayudante y consejero de Draco, quién había pasado a ser una especie de líder para aquellos que apoyaban al Lord. Pansy, quién por supuesto estaría en cualquier bando que Draco eligiera, llegó y se sentó a su lado no sin antes besarlo suavemente en los labios, encargándose de que absolutamente todos se percataran de que su relación era más firme que antes. Vincent había llegado con ella y se había sentado silencioso, como un guardaespaldas.

Las cosas se habían puesto especialmente difíciles en Slytherin ahora que era obvio que se debía elegir un lado al cual apoyar. Para suerte de Harry, la mayoría de sus alianzas se habían mantenido intactas, pero la aparente traición de Draco Malfoy había puesto en duda para mantener el control de las situaciones y muchos habían caído en el terreno neutral. Había sido un punto de peso que Draco se hubiera ido de su lado para iniciar un nuevo grupo en él era el líder, por supuesto, su nuevo grupo no tenía tatuado en el antebrazo la marca tenebrosa y definitivamente no iban por allí gritando su apoyo a Riddle, pero la gente lo sabía y aquello era más que suficiente.

Se sentó en su extremo de la mesa que en ese momento estaba casi vacía. Draco y los suyos desayunaban treinta minutos más temprano y se marchaban casi de inmediato, por lo que no faltaría mucho para que los aliados de Harry comenzaran a sentarse y tomar sus lugares correspondientes no sin antes saludarlo con una respetuosa inclinación de cabeza.

—¿Harry? —preguntó una voz femenina a sus espaldas.

Harry reprimió un "no me llames así" y simplemente se volteó para responder educadamente.

—Daphne, buenos días.

La muchacha se encontraba de pie con su hermana Astoria a sus costillas. Ambas le miraban con sus preciosos ojos verdes con un poco de inseguridad y algo similar a la vergüenza. Daphne miró a Blaise y a Greg antes de aclararse la garganta y alejar de su rostro un mechón de su cabello castaño, más por hacer algo con las manos que porque le molestara.

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