Buenos Aires ~ 4

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Narra Lali:

Llevaba como 3 semanas acostándome con Mariano. Gracias a Dios y a todos los Santos, mi marido aún no había descubierto nada. Aunque ya había regresado de su viaje, volvía tan tarde de trabajar que me daba tiempo a unos cuántos orgasmos con el sexy vendedor de muebles. Pero el muy hijo de puta aún no me había dicho nada acerca del teatro.

Así que una noche, decaí preguntarle, más que nada porque tenía loa sensación de que un día mi marido lo iba a descubrir absolutamente todo y nos íbamos a meter en un problema de los gordos, tanto Mariano como yo. Y además de todo eso, porque me sentía como una prostituta que estaba siendo utilizada de gratis. Así que quería mi recompensa. Fuera como fuese.

— Mariano — le dije esa noche, tras haberlo hecho en mi cama de matrimonio. Él se estaba vistiendo, se iría en unos pocos minutos.

— ¿Sí?

— ¿Qué pasa con mi trabajo? Quiero ser actriz... Te lo dije. Por eso mismo me estoy acostando con vos.

Él negó con la cabeza:

— Me parece que no entendiste nada.

Levanté una ceja:

— ¿Cómo? ¿Me podés explicar por qué no he entendido nada?

— Pues que te dije que tal vez podría hacerte el favor de meterte en el mundo del espectáculo. Pero soy un simple vendedor de muebles, no trabajo en Hollywood ni mucho menos. Creo que te has hecho demasiadas ilusiones.

Tragué saliva. ¿Era de verdad real todo lo que me estaba diciendo? ¿De verdad me había estado acostando con un hombre a cambio de nada?

— Mariano, quiero algo a cambio.

— Y yo te estoy diciendo que no puedo. El mundo del espectáculo no es tan fácil muñeca. O si no, mirá a Eugenia Suárez. Una auténtica figura adorada, y ahora es despreciada por lo que le hizo a su hermana y a su marido. Bajas y subes, bajas y subes. Nunca te quedas en el punto fijo. Yo lo intenté, no lo conseguí — se levantó de la cama y se puso el pantalón mientras ni siquiera mi miraba. Yo estaba a punto de explotar de furia.

— ¿Por qué mierda no me lo has dicho antes? — pregunté muy enojada mientras me cruzaba de brazos.

— No me dí cuenta.

— Te da igual, ¿verdad?

— Si te importara mucho tu marido no te hubieras acostado conmigo Lali, ahora no te pongas a llorar. Y esta discusión se ha terminado acá. Me voy a mi casa, tengo cosas que hacer — dijo, mientras terminaba de abrocharse la camisa.

Negué con la cabeza:

— No te vas de acá.

— ¿Perdón? ¿Ahora me vas a mandar lo que tengo que hacer?

— Me has hecho acostarme con vos por nada. Me ilusionaste y ahora me decís que todo es mentira.

Él sonrió y se acercó a mí.

— Si no querés tener más problemas, lo mejor será que me dejés irme tranquilo, Lali. Mañana no vengo y asunto arreglado.

— He vendido mi cuerpo a cambio de nada.

— Deberías haber sido más inteligente, yo en ningún momento te juré y te prometí darte un lugar en el mundo del espectáculo.

— Sos un hijo de puta.

Me miró amenazante y me agarró fuerte de la muñeca:

— Cuidado con esa boquita — me dijo, y después me pegó un empujón para atrás.

Al caer, vi la pistola de mi marido repensando abajo de la mesilla. Sin pensar en lo que de verdad estaba haciendo. metí el brazo por debajo de la camilla y agarré la pistola. Esperaba que estuviera cargada, porque sin meditar un solo segundo, apunté contra él y disparé, una, dos y tres veces, en distintas partes de su cuerpo. Me asombraba mi buena puntería para no haber usado nunca la pistola.

Pero, al dejar la pistola de nuevo el el piso, me di cuenta de lo que había hecho: MATARLO. En defensa propia, por todo lo que había estado haciendo conmigo.

Apenas sé el tiempo que pasó, pero el primero en llegar a casa fue Benjamín, quién miró el cadáver de Mariano sobre la alfombra aterrorizado.

Me miró, sin más, completamente pálido:

— ¿Se puede saber que has hecho?

— Defenderme — respondí sin más.

— Lo has matado.

— Intentó violarme — dije. Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Tenía miedo de contar otra cosa, y aún podía explicarle todo a Benjamín. Él me quería, y tal vez, con el paso del tiempo, me perdonaría.

— ¡¿Qué?!

— Eso...

— Tenemos que llamar ahora mismo a la policía, si ocultamos todo esto, lo único que podemos hacer es tener más problemas aún — tragó saliva y agarró el teléfono.

Ahora si que estaba metida en un buen lío. 

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