Buenos Aires ~ 10

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Narra Lali:

— Candela, ¿de verdad estás segura de que es una buena idea decirle al hombre ese que le acompañaré a Nueva York?

— No creo que sea una mala idea, como bien te he dicho. Es algo, bueno. Además, va a defenderte a cambio. Tenés muchas probabilidades de ganar ese juicio si él te defiende Lali... Que él te defienda nunca va a ser una pérdida de tiempo. Además, ya has dejado a tu marido como el cornudo argentino del año, ya le has dejado mal — dijo Candela riendo mientras terminaba de dar la última calada a su cigarrillo. Después, lo apagó en el cenicero y volvió a mirarme —. Acepta su oferta y serás una chica con suerte, sin duda. Te salvarás de pudrirte en prisión.

Suspiré. Tal vez Candela tenía razón, pero tampoco quería dejar en peor lugar a Benjamín. Aunque, no se perdía nada con intentarlo.

— En dos horas estará acá. Así que... Bueno, me lo pensaré.

Candela negó con la cabeza.

— Nena, no te lo pienses. Acepta directamente, y serás una nueva estrella de Buenos Aires. Es mi recomendación.

Podía ser su recomendación. Pero.. ¿Y si salía mal? Y sí después el Juez no aceptaba todas las excusas que iba a meter Peter para poder defenderme. Con la Justicia nunca había nada seguro... Pero mi caso... Había sido complicado. Si el no se hubiera metido conmigo, sino me hubiera mentido... Si lo nuestro hubiera sido algo sencillo y hubiera salido bien, ahora mismo él no estaría muerto y yo no estaría presa.

Me tapé la cara por un momento, pero Candela se dio cuenta y me sacó las manos. Me encontré con una cara seria, muy seria que negaba repetidas veces:

— Vamos a ver Lali, hacé las cosas bien. Si Peter te defiende, vos no estás perdiendo nada. Solo te ha pedido ser tu acompañante, nada más.

— ¿Entonces le digo que sí?

— Llevo diciéndote eso mismo todo el rato. Así que aceptalo. Por favor.

Sonreí, aunque no completamente convencida. Pero en verdad, no iba a perder nada si aceptaba su oferta. Es más, podría ganar un viaje gratuito a la ciudad de Nueva York. Conseguiría pasear por el gran Broadway, donde todos los musicales triunfaban, ese lugar ideal.

Las dos horas pasaron rápidamente. Cris vino a buscarme a mi celda y me llevó hasta la misma sala del otro día para hablar con Peter. Dios... Estaba muy nerviosa, pero iba a decirle que sí. Lo tenía todo perdido, pero con él, podría ganar, no perder aún más.

— No tardara mucho en venir. Esperalo — me avisó Cris mientras me sentaba en la silla.

Yo tan solo asentí con la cabeza.

— Y por cierto, ya se que tu confianza con Candela Vetrano existe, pero cuidado a quién le cuentas las cosas. Acá, al igual que en todas las cárceles del mundo, las paredes tienen ojos, oídos, y puede que el resto de los sentidos.

La miré fijamente:

— ¿Me está diciendo que Candela puede llegar a contar mis secretos?

— Candela no, pero la gente que las escucha sí, así que te repito, cuidado.

Asentí con la cabeza y Cris salió de la sala. Peter, aún así, no tardó mucho más de 10 minutos en llegar para hablar conmigo. Cuando apareció por la puerta, me sentí profundamente nerviosa. La panza se me hizo un nudo y sentí ganas de vomitar.

— Buenas tardes — dijo él. Dejó su maletín apoyado sobre la pata de mesa y se sentó en la silla, justo en frente de mí.

— Hola.

— Bueno, ¿ya estás decidida? He estado pensando cosas si decís que sí. Así que bueno, responde a la pregunta.

Asentí con la cabeza:

— Sí.

— ¿Sí seguro? — me miró a los ojos profundamente.

— Sí seguro. Quiero que me defiendas y acepto la propuesta para ir con vos a Nueva York.

Él sonrió satisfecho:

— Bien... Entonces, firmaremos el acuerdo mañana. Voy a venir todos los días para practicar.

Levanté una ceja:

— ¿Practicar? ¿Practicar el qué?

— Tu nuevo papel. La dulce Mariana Espósito.

— Disculpa, pero no te entiendo muy bien... ¿Cómo que mi nuevo papel? ¿Por qué tengo que tener un nuevo papel?

— Porque ese papel de mala no te pega. A partir de ahora, tus padres murieron cuando tenías tres años. Te mandaron con tus abuelos, a un pequeño pueblecito del sur. Te criaste en un colegio interno de monjas...

Pero, tuve que frenarlo. De verdad... ¡No entendía nada! ¿Por qué me estaba hablando de todo eso? ¡¿Por qué?!

— No entiendo bien porque me estás hablando de todo esto...

— Sos muy lenta pensando. A ver, con tu vida no se llega a ningún lado. Si ponemos que tu vida, fue la más difícil que se la puede dar a una nena chiquitita, es mucho más probable que al juez le ablandes el corazón y que ganes el juicio rápidamente.

— ¿Osea... mentir?

Él negó con la cabeza:

— No es mentir, es poner a la justicia de tu parte simplemente. ¿De acuerdo o preferís que no te defienda?

— Quiero que me defiendas.

— Entonces, apréndete ese papel de pobrecita para mañana cuando vuelva a verte. Rápidamente, tu fama crecerá allá fuera. El pueblo se volverá loco para que el juez te dé la razón. Por cierto, cuando tengas que declarar, ponete a llorar, decí que él también intentó matarte, que incluso alguna vez intentó violarte... Cosas así.

¿Cómo iba a mentir yo sobre cosas así? Era algo muy duro... ¿Pero, de verdad eso podría llevarme a lo más alto? Peter parecía estar seguro, el resto de los clientes anteriores también... Tal vez tenía razón, y él era mi única salvación. 

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