Buenos Aires ~ 6

614 54 6
                                    

Narra Lali:

25 añitos de condena. Maldito juez, maldito fiscal y maldito abogado de la defensa. Escuché al ayudante del fiscal decir: "Se merecería terminar en la horca". Casi me levanté y hice que también muriera a manos de esa loca pistola. Oh... Por lo menos ese traidor no iba a engañar a nadie más.

Benjamín había dicho en el juicio cosas buenas y malas sobre mí, pero sabía que no quería que estuviera entre rejas. Él no era tan mala persona, me quería, mucho más que todo lo que yo podía quererlo a él.

La prisión de mujeres era sucia. Muy sucia. Todo era oscuro allí. Y cuando llegué pensé que iba a estar en el ala este... Pero no, después llegó Cristina, la matrona de la prisión, del "ala de asesinas". En el oeste. Y fue cuando supe que no iba a estar en aquel sitio. Que me iban a llevar a uno posiblemente peor:

- Portate bien conmigo, y podrás tener todas las comodidades, princesita - me dijo Cristina cuando me conoció.

- ¿Princesita? - levanté una ceja repitiendo lo que ella había dicho.

- Sé lo que hiciste y porque lo hiciste. Enloqueciste. Fin. Pero ahora te toca pagar por ello. Pero, ninguna de las personas que está acá es mala. Todas han matado a sus maridos. Todas ellas. Sos la número siete. Las asesinas de otra clase están justo en la planta de abajo - me comunicó mientras llegábamos hasta mi celda. Me habían dado ya el uniforme y un par de mantas para la noche.

- ¿Eso es peor?

- Las asesinas de la planta de arriba tienen más caché, mas público... Más admiradores. Salís mucho más en los periódicos.

- Pero, yo no asesiné a mi marido. Mi marido está afuera.

- ¿Y no te acostabas con tu amante? Dime que sos virgen... Dale, ximelo - dijo ella riendo fuertemente.

- No voy a responder a esa pregunta, creo que ya he sido bastante humillada en las últimas horas - gruñí.

- Bien, te voy a contar un poco que clase de mujeres van a ser tus compañeras. Todas, absolutamente todas, han salido en los periódicos. Lilly Morales, era de Perú. Vino a Argentina con 15 años. Se casó dos años después. Mató a su marido porque mascaba chicle, sin para, a todas horas. De una manera que a ella la molestaba especialmente. Le cortó el cuello.

Tragué saliva y un escalofrío recorrió mi espalda:

- ¿Por un chicle?

- Ajá. Candela Vetrano, una chica muy dulce. Conoció a Alejo. 3 años y una pequeña bebita llamada Olivia después, descubrió que tenía seis esposas más. Agarró la escopeta y disparó, al corazón. También está la rumana... No sé que pasó con su marido porque ni el juez la entendió. María lo estranguló tras enterarse de que la estaba siendo infiel con otras tres mujeres. Y la pobre Rocío... Su marido la acusó de acostarse con el lechero. Ella se puso nerviosa y con el afilado cuchillo le atravesó la panza. Se desangró al poco tiempo.

Seguimos caminando, y justo allí... ¡Estaba ella! La estrella más admirada, que hasta estando entre rejas, era codiciada. Tenía la celda llena de flores, de fotos, de ropa y vestidos bonitos. De tacos. Me miró con el ceño fruncido y después miró a Cris:

- Cristina. ¿Los cigarrillos?

- ¿Eso me pedís en primer lugar, Eugenia? - Cris volvió a reírse con fuerza y negó con la cabeza -. Primero el dinero, y después los cigarrillos. Y deprisa.

- No me dieron nada - dijo ella revoleando los ojos.

- Eugenia, no me chupo el dedo. 4 días en la portada de los periódicos. 4 putos días, me debes algo preciosa... Y lo quiero. Y sino, te quedaras sin tu dosis.

- Zorra mala - susurró ella sacándose de la media un buen fajo de billetes -. Acá tenés - dijo poniéndolos en su mano.

- Ay ay... No me dejes mal delante de las nuevas, Eugenia.

- ¿Quién es ella? - dijo señalándome.

- Soy la nueva. Mariana Espósito. Te seguí siempre. Estuve viendo tu actuación el día de tu detención. Me encantaba como bailabas, con tu hermana. Siempre quise actuar con vos - dije sonriendo, feliz pode conocer a una de mis ídolas.

Volvió a revolear los ojos y después puso cara de asco:

- ¿Acaso me importa?

- No la trates así Eugenia, es nueva. Se tiene que acostumbrar...

- Me da igual - dijo ella -. Quiero un teléfono.

- Dame el doble de lo que me diste y lo tendrás.

- No quiero un iPhone, tan solo quiero hacer una puta llamada, vieja borracha.

- ¿Conozco a ese pibe?

Ella puso los ojos en blanco:

- Sí. Y necesito hablar con él.

- Yo lo llamo.

- Quiero hablar con él personalmente.

- Y hablaras. Mañana va a venir. Ahora continuamos hablando, tengo que llevar a la nueva princesa a su celda.

Continuamos caminando hasta llegar a la celda del final del pasillo. Cris la abrió y me hizo entrar.

- Consejos. No hagas tus necesidades después de las 8 de la mañana, porque sino tendrás que aguantar el olor de la mierda hasta el día siguiente. Portate bien, dame plata y te beneficiaré.

- ¿Cómo plata? - pregunté frustrada y a la vez pensativa -. ¿Cómo se consigue plata acá?

- Dos palabras: Peter Lanzani. El abogado más prestigioso entre las mujeres asesinas. Si él lleva tu caso, saldrás fuera de prisión en menos de 2 meses. Noticias en los periódicos, en las mismísimas portadas... Plata, entrevistas con la prensa. Comidas, vestidos lujosos...

- Pero... ¿Cuánto cuestan sus servicios?

- Ay mi amor... No se si podés pagarlos. 50.000 pesos por consulta. Si no, podés fiarle, cada vez que salgas en las portadas de los periódicos, podés darle casi la mitad. Puedo hablar con él, para ver si quiere llevar tu caso, ¿de acuerdo?

- Ay... - supliqué -. Hagalo por favor...

- Lo haré.

BUENOS AIRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora