Buenos Aires ~ 21

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Narra Peter:

Colgué la llamada y miré a Lali:

— Eugenia ha estado investigando. Dice que quién ha hablado mal en la prensa sobre vos, ha sido tu ex marido — dije con cierta rabia, ya que me dolía todo lo que la pudieran hacer a Lali, y más si venía de una persona tan cercana como Benjamín —. Bueno, tu marido aún — dije pensándolo mejor —, aún no se han divorciado.

Lali negó con la cabeza:

— No creo que Benja haya podido hacer eso. Además, Eugenia me da mala espina, no confío mucho en ella — dijo con cierto tono enojado.

Suspiré. Sabía que la fastidiaba dar la razón a Eugenia, pero igual la rubia tenía razón:

— Eugenia tiene contactos con la prensa — comencé —, ya sabes que ella era famosa. Deberías confiar en ella, no debería estar mintiendo en esta situación.

— No lo sabes realmente — Lali volvió a acostarse sobre la cama —. ¿Tanto la conocés? — me preguntó con cierto tono de celos.

— ¿Crees que me pasa algo con Eugenia? — la pregunté.

— No, pero empiezo a dudar, ya no sé ni lo que pensar sobre toda esta situación... — suspiró —. Pero bueno, si tanto confías en ella, demostrame si lo de Benja es verdad.

— Lo haré — prometí.

— Perfecto — ella se dio la vuelta en la cama y cerró los ojos.

— ¿Estás enojada?

— No — respondió.

— Okay, como quieras — me acosté a su lado en la cama e intenté dormir.

Lo intenté durante horas, pero no dio resultado. Ella si pudo quedarse dormida rápidamente.

Fue cuando me levanté de la cama y me senté en el escritorio. Me había prometido a mí mismo no trabajar en todo el viaje, pero iba a hacerlo. Iba a demostrarle a Lali que Eugenia decía la verdad
Aunque tal vez, y solo tal vez , ella tenía razón en cuanto a lo de Eugenia. Que igual lo que estaba diciendo, era mentira.

Pero claro, toda teoría podía ser demostrada.

Indague respecto a las noticias que se habían dicho sobre Lali, las estudié con precisión , envié correos electrónicos a los periódicos en los que se había dicho cualquier cosa dañina sobre ella.
Cuando termine de escribir las cartas, miré al reloj: eran las cinco de la mañana, en dos horas nos levantaríamos para poder seguir visitando desde bien temprano la ciudad de Nueva York. Miré hacia la cama, Lali tenía los ojos abiertos.

— ¿Te he despertado? — la pregunté.

Ella negó con la cabeza:

— Hacía un rato que estaba despierta. No me has despertado vos, no te preocupes — respondió.

Me levante de la cómoda silla del escritorio y me senté en la enorme me cama junto a ella:

— ¿Ya estás de mejor humor?

— Bueno... Más o menos.

— Me alegro — sonreí —. De verdad, Euge es una buena chica, confía en ella. No obstante, mande cartas por correo electrónico a las direcciones de la prensa que habían dicho cosas malas sobre vos. Me responderán, y ahí veremos.

— Euge me trató mal cuando estuvimos juntas en la cárcel. Me tenía como envidia, porque la prensa me estaba dando más protagonismo a mí que a ella.

Pensé y la miré fijamente:

— ¿Crees que ella quiere romper la buena relación con Benja?

Lali negó de nuevo con la cabeza;

— No lo sé.

— Hay que asegurarse Lali, por eso he mandado las cartas a las direcciones de prensa. En cuanto me respondan, podremos ver que está ocurriendo — dije —. Poco a poco, aún hay que esperar.

— Todo me sale mal desde... — Lali se tapó la cara con las manos temblorosas y se hundió en mi pecho para llorar.

— Eu linda... No llores. No estás sola... Me tenés a mí — la hice un mimo en la cabeza y después la besé en la frente — Por cierto... Antes estábamos haciendo una cosa... Y la dejamos porque me llamó Eugenia, podríamos retomarlo — la agarré la cara.

Ella me miró fijamente y acercó su cara a la mía.

Comenzamos a besarnos de una forma apasionada.

Poco a poco, todo se fue acalorando y nos quitamos la ropa. Terminamos haciendo el amor...

Aquella madrugada, Lali perdió su miedo. Su miedo hacia mi, hacia la sociedad... Tenía que volver a ser feliz, olvidarse de todo lo que había pasado durante los últimos meses. Habían sido duros, pero, ella lo había hecho tan solo para defenderse. Él la había hecho daño. Pero debía olvidarse de eso.

Ahora me tenia a mí, y yo la iba a cuidar como a nadie. La cuidaría, la mimaría... La trataría como a una princesa.

Porque en muy poco tiempo, había aprendido a quererla. Y ella, me había aprendido a querer a mí.

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