"Sólo alivio temporal"

674 36 0
                                    

Capítulo XXI.

"Sólo alivio temporal"

-Yo... -repitió y comencé a preocuparme.

____ jamás se quedaba sin palabras, jamás titubeaba, jamás se le quebraba la voz y jamás me había dado un beso en la mano, jamás la sentí ruborizarse y definitivamente jamás había sentido una lágrima caer por su pómulo hasta mis dedos.

-Por favor, ____... ¿qué sucede? -pregunté secándole las lágrimas que caían silenciosas y estremecían a mi corazón.

-¡¿_______?! -llamó una voz de hombre a mis espaldas y ella se tensó.

-¿Sí, doctor? -musitó ella desentendiéndose de mis manos.

-Te necesito en mi cirugía ahora mismo -ordenó el hombre de voz familiar -. Hola, Justin -me saludó al final con esa nota de reconocimiento. Era el doctor Mayer.

-Buenos días, doctor.

-Debo irme -susurró ____ de pie y tomando mi mano de nuevo.

-Claro -también me levanté del asiento y desdoblé mi bastón para partir -. El deber llama.

-Ajá -aún sonaba triste y yo aún estaba preocupado -. ¿Quieres que te acompañe hasta la recepción...?

-No te preocupes, puedo encontrarla.

-Ok -dijo revolviendo algunas cosas. Abrió un grifo y escuché el sonido del agua chocando contra sus dedos-, ¿no te molestaría que fuera a visitarte alguna vez o sí?

-Claro que puedes venir -aseguré, quise decir 'Ruego que vayas a visitarme' pero habría sonado demasiado desesperado y habría logrado el efecto contrario en ella.

-Bueno... entonces, hablamos después -pronunció más cerca de mí y me dio un beso en la mejilla.

Tuve la impresión de que mantuvo sus labios pegados a mi piel por más tiempo de lo que demandaba un roce. Pero era sólo mi impresión y mi deseo que jugaban en contra.

________ salió enseguida cerrando la puerta que chirrió hasta toparse con el marco. Y volvió a abrirse en cuanto di un paso.

-________... la máquina de café no funciona... -vino quejándose Drew-, ¿y ____? -preguntó con la voz aguda.

-Tuvo una emergencia -contesté cortamente -. Adiós, Andrew.

-¡Así que tú eres el mentado 'Just'! -exclamó el otro cuando me giré hacia la puerta -, _______ no deja de hablar de ti. Cada que viene un paciente le cuenta tu historia... ya la sé de memoria -dijo con fastidio.

-¿____ habla de mí? -pregunté atónito.

-Claro que sí. Eres algo así como... un modelo a seguir -explicó con un bufido al final -, por un momento pensé que eras su novio o algo así -pronunció entre risas y me sentí pésimo.

-Eh, no. Sólo somos amigos -recordé con tristeza.

-Como sea.

-¿Drew? -susurró una mujer entrando en escena -. Oh, pensé que estabas solo, corazón. Vuelvo en un rato.

-No. Yo ya me iba -dije y salí rápidamente.

Encontrar la recepción me resultó fácil, sólo debía buscar donde los murmullos fueran más intensos y el sonido grave de un teléfono.

A medida que me acercaba a casa me sentía más y más pesado, como si el efecto calmante que ____ me proporcionaba se desvaneciera con cada paso, haciéndome recordar lo desdichado que en realidad era.

Porque a pesar de todo, a pesar de ser un ciego con mucha habilidad, no tenía lo único que deseaba por sobre todo lo demás. No tenía el amor de ________ y, lo que era peor y lo recordé cuando puse un pie en el umbral de la puerta de casa: nunca lo tendría, porque simplemente ella, una flor delicada no podía estar con alguien como yo, un hombre incompleto que jamás podría quedársele contemplando con los ojos fijos en los suyos, no podía verla sonreír cuando lo hiciera y no podría verla ruborizarse... no podría ayudarla de la manera en que sabía que necesitaba después de haberla oído hacía unos minutos. Porque simple y llanamente yo era un ciego.

Traté de ser positivo como ella misma me había enseñado, traté de recordar sus palabras, sus acciones, sus abrazos y sus cuidados, había estado con ella esa tarde y eso debía servirme para mantener al menos una sonrisa en mi inexpresivo rostro.

Pero fue inútil, me desplomé en el sillón principal del living en cuanto lo sentí frente a mí.

No estaba acostumbrado a fingir la felicidad que no sentía y no comenzaría ahora.

-Esta tarde fui a visitar a _____ al hospital -le comenté a mamá mientras le servía la cena. Me había ofrecido a prepararla desde que la escuchaba llegar cansada de la librería.

-¿Sí? Me sorprende que no hayas ido antes -dijo a su vez -. ¿Estaban peleados?

-No. Bueno, al principio no la soportaba -expliqué riéndome de mí mismo, ¿cómo había sido tan imbécil como para odiarla?

-¿Y ahora? ¿Qué sientes por ella? -preguntó intentando mantener a raya la ansiedad en su voz, aunque logré detectarla de todas maneras.

-Somos buenos amigos, supongo -musité encogiéndome de hombros al tiempo que me giraba hacia la cocina y colocaba mi filete de carne en un plato. Ocultando los nervios.

Aquello no era mentira pero no había respondido a la pregunta de mamá con exactitud. Sólo esperaba que no insistiera por una respuesta más precisa.

-Sí, me di cuenta de eso -dijo y después ya no pronunció palabra hasta el 'buenas noches, hijo' antes de ir a dormir.

Rodé sobre la cama quedando apoyado sobre un costado del cuerpo hacia lo que era la ventana y colocando mi brazo bajo mi cabeza, no podía dormir... para variar.

Sentía la brisa fresca de la noche sobre mi rostro, una brisa húmeda que sólo significaba que pronto llovería, y me quedé despierto esperando el sonido relajante de las gotas de agua estrellándose en el techo y deslizándose por el tejado. Eso siempre lograba hacerme conciliar el sueño.

La lluvia no se hizo esperar e incluso pude imaginarme la escena, pintada en blanco y negro por el tinte doloroso que le concedía a todo en lo que ____ no estuviera para colorearlo con sus risas.

Suspiré y me tendí de cara al techo.

Lo siguiente que escuché fue el despertador tronando a un lado de mi oreja. Lo apagué de mala gana y me adentré en mi rutina, absurda y exacta rutina diaria: aseo, desayuno, vagabundeo, baño, sueño... aseo, desayuno, vagabundeo, baño, sueño...

No sabía cuánto tiempo más podría soportar esa secuencia, la rutina me desesperaba y recién habían pasado dos días, ¿y si esto era lo que me quedaba hacer por el resto de mi vida?

Me volvería loco si pasaran un par de meses y aún tuviera que repetir lo mismo... me pregunté si podría estudiar algo siendo ciego.

Me senté en el living con el libro que ________ había hecho para mí y comencé a leerlo de nuevo, con mis versos favoritos de Neruda en la página doce.

-"Antes de amarte, amor, nada era mío, vacilé por las calles y las cosas,

nada contaba ni tenía nombre, el mundo era del aire que esperaba..."

Casi podía recitarlo de memoria, me recordaban a ella, como todas y cada una de las cosas a mi alrededor... y en mi interior.

Estúpidamente había intentado olvidarla, pero ¡qué absurdo!, como si ella no fuera más que un dibujo a lápiz en las líneas de mi mente que se borrara con el pasar de una goma, como si fuera una canción que podría detener para después guardar el disco en su estuche dentro de un oscuro cajón, como si fuera la llama de una vela que se extinguiera con un soplo.

No, _______ era mucho más. Y ahí estaba yo: leyendo a Neruda, pensando en ella y rogando que tocara a mi puerta para decirme que me quería.

"Siéntate, Justin, esperarás por siempre".

El sonido agudo del timbre me sobresaltó en ese segundo.

Luz de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora