Capítulo XXXI.
"Es tu decisión"
A la mañana siguiente ya estaba despierto cuando mi despertador sonó. Decir que estaba nervioso era quedarse corto.
Apenas desayuné luego de bañarme y junto con mamá partimos hacia el hospital. Ella había logrado que le dieran permiso en la librería para llegar un poco más tarde. Estaba seguro de que la presencia de mamá sumada a la de ____ me ayudaría muchísimo a mantener la calma en todo momento.
Sonreí al recordar a ____ -mientras la brisa fresca me acariciaba el rostro a través de la ventanilla del coche de mamá-, y se me erizó la piel al recrear todos los momentos que habíamos pasado juntos la tarde anterior, sus besos y sus caricias. No me sentía tan feliz desde... nunca me había sentido tan feliz, pues ni siquiera en los tiempos de Alice podía decir que me colgaba pensando en alguien de la manera en que pensaba a ____, ni siquiera Alice lograba dibujarme esa sonrisa tonta de enamorado en el rostro cada vez que la recordaba.
-Llegamos, hijo -me avisó mamá dándome un apretón en la mano izquierda -. ¿Estás bien?
Sólo asentí, un nudo se me había armado en la garganta.
Desplegué mi bastón blanco cuando bajé del auto, mamá me tomó de un brazo y entramos al hospital.
Caminamos por los pasillos lentamente, supe que mamá estaba esperando que me tranquilizara lo suficiente antes de enfrentarme al médico.
-Buenos días -saludó una voz que reconocería en cualquier parte. Sonreí y sentí que la mano de ____ se apoyaba en la mía.
-Buenos días, ____ -respondió mamá.
_________ se acercó a mí hasta que nos rozamos las narices, me regaló un pequeño beso que me llenó de seguridad en el mismo instante. Podía escuchar lo que sea que el médico pudiera decirme acerca de la operación.
-Sentémonos. Creo que el doctor no tarda en llamarnos -musitó tomando de la mano que mamá no aferraba.
Los tres tomamos asiento en una serie de banquitos acolchados a un lado de la puerta -es lo que supuse-, mamá a mi izquierda y ____ con la cabeza apoyada en mi hombro a la derecha, y me dediqué a dos cosas: a escuchar el tic tac de un reloj cercano que para mí sonaba por sobre el murmullo propio de una sala de espera y a apreciar el perfume floral de ________ quien de vez en cuando me daba besos en mi hombro, por sobre la tela de mi abrigo ligero.
-Bieber, Justin -llamó la voz aguda de una mujer luego de que haya oído la puerta abrirse.
Tomé una bocanada de aire al tiempo que mamá y ____ me daban su apoyo sin soltarme un segundo. Algo que agradecí.
-Buenos días, Justin, Patricia. No me sorprende verte aquí, ________ -saludó el médico desde el fondo de la oficina.
-Buenos días, doctor -respondieron al unísono mamá y ____.
-Tomen asiento -nos invitó y prontamente lo hicimos manteniendo las mismas posiciones-. Bien, dime, Justin, ¿no has tenido dolores estos meses?
-Ninguno, doctor -aseguré, en lo que respectaba a lo estrictamente físico. Aunque de los otros dolores no quedaban ni un resquicio gracias a ____.
-Bien. Supongo que ________ te ha contado lo de la conferencia en Alemania.
-Exactamente.
-Tuve el honor de conversar con los mejores cirujanos del mundo y hemos encontrado una nueva técnica para operar la ceguera cortical, como bien sabes -sólo asentí, el doctor estaba dando demasiadas vueltas y me estaba poniendo nervioso -. El problema es que esa técnica no ha sido usada con mucha frecuencia desde que la descubrimos por lo que los resultados no están tan marcados.
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Luz de medianoche.
RomanceLa vida es dura, te quita todo hasta que la escuchas reír maquiavélicamente en tu cabeza, disfrutando de tu dolor. La vida es injusta, difícil, cruel y vacía… lo es cuando una oscuridad te cubre de pies a cabeza expandiéndose a todo cuanto mundo exi...