Capítulo IX.
"Orientación"
-Bueno, señor, creo que es hora de desayunar -dijo la enfermera después de un segundo de silencio que pensé había sido un punto y aparte en la historia que hasta entonces leía.
-Pero... quiero saber qué pasó, ¿Por qué Edward trata así a Bella? No creo que lo merezca... -musité como si fuera un niño pequeño pidiéndole a su mamá que le contara otro cuento antes de dormir.
______ soltó una risita tan deliciosa que sentí un apretón en el pecho, no estaría desarrollando una enfermedad cardíaca ¿cierto? Sentí que la piel de mis mejillas se estiraba y para mi sorpresa, me descubrí... sonriendo.
-Continuaré leyendo luego si lo desea, señor. Ahora debe desayunar, necesito el trabajo y no me gustaría que la señora encontrara una razón para echarme -lo dijo todo mientras escuchaba que se ponía de pie y se acercaba a mí.
-No lo haría -susurré casi rogando que no fuera así. Volví a paralizarme ante la idea de que ______ se quedara sin el trabajo... ¡Basta!
No me explicaba el porqué aquella simple joven había calado en mi mente como lo estaba haciendo. Concluí que era cosa mía, que me estaba preocupando demasiado por algo que no debía, por algo que me lastimaría y por un asunto perdido desde antes de que el juego empezara... pero ¿Cuál era el juego?
Me obligué a mí mismo a borrar todas las ideas locas que se me estaban acumulando, entre ellas, el recuerdo de la dulce voz de ______ y seguido a este, el abrazo que me había dado como si supiera que aquello era lo que más necesitaba aunque ni siquiera yo estuviera consciente de ello.
-¿Cómo se siente hoy, señor? -preguntó ella mientras me tomaba de la mano y mostrarme dónde estaba mi taza de café.
-Bien... creo -musité sorprendido de que me lo preguntara tan directamente.
-Me alegra escucharlo -susurró e hizo que mis dedos rozaran la cuchara a un lado de la taza, de nuevo aquel hormigueo involuntario.
Desayunamos en silencio, al menos yo estaba concentrado en tomar el alimento de una forma en la que la comida terminara en mi boca y no fuera de ella. Pero en algún momento unas palabras volvieron a mi cabeza y aunque en ese momento lo había tomado como un mal chiste ahora simplemente me causaba curiosidad y, tal vez por qué no, una chispa de esperanza.
-Eh... -vacilé-, ¿a qué se refería esta mañana cuando dijo que yo también podía leer? -quise saber mientras tanteaba con la mano extendida hacia el plato donde sabía estaban las tostadas e intentando mostrarme distraído.
-¿Ha escuchado acerca del sistema Braille? -inquirió cautelosa al tiempo que me acercaba las tostadas.
-La verdad, no -admití.
-Es un sistema de lectura y escritura táctil para personas invidentes -me explicó y guardó silencio mientras procesaba la información -. Es muy útil, si me permite decirlo, quizás un tanto complicado de aprender al principio pero luego uno se acostumbra.
Sonaba como si ella misma lo hubiera probado, aunque no era ciega, de eso estaba seguro, ¿verdad?
-¿Cómo sabe tanto de esto? ¿Acaso usted ha sido...?
-¿Ciega? No, señor. Sé que soy incapaz de entender lo mal que se siente una persona cuando se sabe incapaz de volver a ver, debe ser desgarrador creer que nunca jamás volvería a tener una vida normal... pero puedo hacerme a una idea.
-No lo creo -susurré entre dientes. Nadie podía entender lo horrible que era no ver, estar siempre a oscuras.
-Uno de mis tíos perdió la visión después de tener un accidente cerebro vascular... - continuó ignorando mis comentarios -, las secuelas fueron ínfimas si nos ponemos a pensar... sólo quedó ciego, siendo que incluso podría haber quedado con una parálisis completa o en un coma irreversible... -suspiró sonoramente mientras yo la escuchaba atentamente -. Fue muy duro para todos, y no me quiero imaginar lo que significó para él. Nadie está preparado para esa clase de situaciones, la gente vive la vida como si nunca acabara, sin percibir siquiera lo que en verdad ella tiene para darle -su voz se tiñó de nostalgia, volvió a toma aire -. Me ofrecí a ayudarlo en todo cuanto me sea posible ya que yo había empezado a estudiar enfermería, comencé a investigar y aprendí muchísimo.
-Y... ¿Qué pasó con él? -estaba algo temeroso de saber más, quizás no le hacía bien recordar.
-¿Con mi tío? Bueno... había sufrido mucho, se sentía muy solo al principio a pesar de que toda mi familia lo estaba apoyando, pero luego conoció a Maggie, se casaron y fue padre hace unos meses. Es feliz, ya ni me necesita. Ahora es escritor -dijo con un una sonrisa en la voz y con un toque de orgullo.
-¿Escritor? -pregunté sorprendido - ¿Cómo...?
-Por el sistema Braille -respondió sencillamente y volviendo al tema -. Él escribe en una máquina especial, sus escritos pasan a manos de otro de mis tíos que los traduce para que luego los publiquen. Un tiempo lo ayudé y aprendí bastante de él.
Me quedé en silencio, masticando de forma ausente la tostada que tenía entre mis dedos, al tiempo que asimilaba toda aquella información.
-Sé que usted la ha pasado muy mal. Perdone que me entrometa... pero supe que su novia no volvió...
¿Tenía que recordármelo? De repente me sentí sin apetito y aparté la tostada cuidando de que no cayera en el café. Suspiré y la imagen borrosa de Ashley apareció en mi mente.
-Sí... supongo que no quería ser mi enfermera. Y está bien, no la culpo... ella se merece algo mejor que esto -hablé en susurros intentado que la voz no se me quebrara.
-La verdad dudo que haya alguien mejor que usted -murmuró, supuse que pensó que no la escucharía.
-Sólo intenta hacerme sentir mejor.
-No se ve con objetividad, señor Bieber. Usted está aferrado a esa oscuridad y, lo entiendo. Al principio es todo lo que se puede hacer, cree que es un inútil, que nada volverá a ser como antes... pero lo bueno es que se le pasará. Con el tiempo...
-"Con el tiempo" -espeté -. ¡Lo último que quiero es tiempo, señorita! El tiempo me hace pensar, me tortura, me amarga. No tiene idea de lo que daría por ser capaz de poner un punto final a todo esto -mi voz se apagó en la última parte, una parte de mí quería confesarse, quería sacarse de encima todo aquello que me apretaba el pecho, pero la otra... la otra sabía que no podía abrirme de esa manera delante de nadie.
Suspiré.
-No diga eso, señor... -susurró tocándome el hombro, luego dudó y lo retiró -. Sólo debe darse la oportunidad de avanzar... no se quede en esto, usted es capaz de seguir.
Por alguna razón sabía que aunque aquello fuera mentira, si las palabras salían de la boca de ______ de seguro sembraban la semilla de la duda en mí... y eso no me gustaba... ¿o sí?
Lo barajé unos minutos, mientras volvía a mi desayuno. Delicioso desayuno, debería decir.
Tal vez no era un inútil después de todo... sólo debía aprender algo nuevo. ¿Debería arriesgarme? ¿Y si fracasaba en esto? No sería una novedad, pero supondría un golpe muy duro, y ya me lo imaginaba. Optimismo, sólo un poco de optimismo. Supongamos que todo sale bien... el punto estaba en si yo sería capaz de hacerlo solo.
No. Era obvio que no.
Ni siquiera podía bañarme por mis propios medios ¿Cómo podía apañármelas con un sistema que ni siquiera sabía en qué consistía?
Sólo me quedaba una opción.
-Perdone ese ataque -empecé -, a veces necesito...
-No se preocupe, lo entiendo.
Intenté sonreír hacia la dirección de la que venían las palabras, pero era un gesto que estaba tan poco acostumbrado a usar que se me quedó trabada entre los dientes.
-Este... -dudé por todo un minuto, no estaba seguro de poder meter a la chica esta dentro de mi rehabilitación.
-¿Sí, señor?
-¿Sería mucho pedir que me ayudara a aprender Braille? -susurré con la cabeza agachada hacia lo que pensé era mi taza de café, sentía el vapor en mi rostro.
Estaba con los hombros tensos... presto al rechazo.
[N/A.: el accidente cerebro vascular es cuando la sangre no llega a la cabeza por alguna razón, generalmente por le taponamiento de alguna arteria. Es igual a un ataque al corazón pero al cerebro]
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Luz de medianoche.
RomantizmLa vida es dura, te quita todo hasta que la escuchas reír maquiavélicamente en tu cabeza, disfrutando de tu dolor. La vida es injusta, difícil, cruel y vacía… lo es cuando una oscuridad te cubre de pies a cabeza expandiéndose a todo cuanto mundo exi...