-¿Mamá? -la llamé, hasta temía que se hubiera ido.
-Sí, hijo, estoy bien. No te preocupes -esa frase la había escuchado tantas veces ya-, ¿no has abierto mi regalo? -cambió de tema sin ninguna sutileza, lo que me hizo pensar que algo no iba bien. Lo más probable era que extrañara a papá y no lo diría en voz alta por nada del mundo.
-No, pero no debiste comprarme nada...
-No oí eso, Justin -dijo pasando a mi lado y dirigiéndose al árbol a un lado de la chimenea.
De regreso colocó en mi regazo una caja cuadrada que pesaba bastante, dejé mi taza de chocolate en la mesita de adelante y me dispuse a abrirla.
-¿Qué es? -pregunté abriendo el paquete, parecía ser algo grande.
-Ya lo sabrás -dijo mamá pagada de sí misma.
Después de destaparlo descubrí en su interior papeles que parecían cuadernillos, todos punteados en Braille y cuyos títulos rezaban 'Manual de instrucciones' y 'Servicio técnico'. No entendí hasta que tuve en mis manos alguna especie de aparato del tamaño de mi palma.
-Es un teléfono celular para invidentes -me aclaró mamá sentándose en el apoyabrazo del sillón a mi lado.
-¿Un qué? -inquirí incrédulo.
El último celular que había tenido había sido el mismo que llevaba encima el día del accidente y del que no supe más luego de aquello. Un momento, ¿había celulares para personas como yo?
-¡Mamá, esto debe ser carísimo! -exclamé con la voz más aguda y metiendo todo a la caja de nuevo, tenía pensado devolverlo en todo caso.
-Ya te dije, hijo: no te preocupes por esas cosas.
-Pero, mamá. Primero lo de la operación, me dices que no me preocupe y lo cierto es que faltan quince días y yo no tengo más que cien dólares... tampoco me has dicho cómo estás tan segura de poder pagar una intervención de treinta mil dólares... luego este regalo, ¿para qué lo quiero? Es un lujo, mamá...
-Just... -me atajó mamá, ____ se mantenía en silencio a mi lado presionando mi mano con ternura-, no quería decírtelo porque de seguro te enfadabas, pero en vista de que te has enfadado de todos modos te lo diré.
-Me alegra que te decidieras por hacerlo, se supone que soy yo el que va a estar bajo el bisturí y ni siquiera sé cómo voy a pagar eso.
Mamá suspiró sonoramente antes de hablar.
-Es sencillo, sólo hice uso de unos ahorros -dijo como si estuviera hablando de simples vueltos.
-¿Ahorros? No estarás hablando del dinero para visitar a la abuela en San Francisco ¿cierto? -inquirí enfrentándola, mamá no respondió-. ¡Mamá!
-Justin, no quiero que discutamos esto hoy, es Navidad. No pareces estar consciente de lo importante que eres para mí, que lo eres para todos. No importa cuánto gastemos por ti, lo hacemos porque te queremos.
____ me tomó de ambas manos y besó el dorso de una de ellas afirmando las palabras de mamá.
-La abuela puede esperar, es más, estoy segura de que si sabía de la operación también ayudaría.
-Pero puede salir mal...-susurré sintiendo que un peso invisible presionaba mi corazón, de sólo imaginarlo...
-...o puede salir bien, Biebs -intervino ____, giré el rostro hacia ella. Me tomo un segundo descubrir su papel en todo eso.
-Tú también colaboraste ¿verdad? -no era una pregunta en realidad.
-Bueno... -vaciló ella en un susurro-, faltaban algunos dólares.
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Luz de medianoche.
RomanceLa vida es dura, te quita todo hasta que la escuchas reír maquiavélicamente en tu cabeza, disfrutando de tu dolor. La vida es injusta, difícil, cruel y vacía… lo es cuando una oscuridad te cubre de pies a cabeza expandiéndose a todo cuanto mundo exi...