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Esa noche tuve un sueño muy dulce, uno muy real y que, incluso durmiendo y sabiendo que se trataba de una ilusión, deseé que se cumpliera. ________ y yo caminábamos por un sendero de hojas doradas y secas que caían de los árboles con extraña gracilidad, la imagen era poco nítida producto de mi ya conocida incapacidad para las imágenes pero me bastaba para reconocer ese rostro creado por mi mente y que buscaba por todos los medios emular la real y siempre tierna ____.

La ________ de mi sueño vestía un sencillo vestido blanco que se ajustaba a sus curvas y una sonrisa remarcando sus mejillas, al verla tan feliz también sonreí, no podía evitarlo. Me detuve a besarla, incliné mi cabeza y luego de contemplarla con adoración uní mis labios a los suyos deseando que nada nos interrumpiera...

Cuando desperté a la mañana siguiente, ayudado por un eco de risas proveniente de alguna parte, sentí mi cama más fría e incluso más grande que de costumbre. Aún confuso tanteé el espacio vacío a mi lado sin encontrar rastro del cálido cuerpo de ____.

Me senté de sopetón preguntándome si la noche anterior había ocurrido o si había sido un sueño, me agarré la cabeza tratando de despejar mi mente y apaciguando el mareo por haber abandonado la almohada de golpe. Noté que estaba desnudo por lo que no podía haber sido producto de mi imaginación cuando no solía dormir en ese estado y mucho menos sabiendo que hacía frío.

La sonrisa se extendió rápidamente por mi rostro al recordar las sensaciones de la mejor noche de mi vida y me puse de pie con entusiasmo buscando mi ropa en el suelo y disponerme a realizar mi rutina de limpieza matutina.

Salí de mi cuarto tarareando una canción alegre luego de calzarme los lentes cuando escuché una melodía parecida mezclada en el aire con el aroma a chocolate y café que nacía en la cocina.

-Buen día, hijo -me saludó mamá-. Feliz Navidad.

-Feliz Navidad, mamá -me apresuré por abrazarla y le di un beso en la cima de la cabeza. No había olvidado que aquella era la primera vez que pasábamos una Navidad sin papá y eso, aunque ella no lo dijera en voz alta, claramente le afectaba.

-Feliz Navidad, Justin -dijo otra voz femenina desde donde sabía estaba la mesa del comedor. Sonreí, si ella seguía aquí, de seguro ____ también.

-Feliz Navidad, Gin -extendí mis brazos y ella me abrazó cariñosamente-. ¿Hay alguien más aquí? -pregunté.

-Yo, yerno -escuché la voz profunda de Greg-. Feliz Navidad.

Ambos estrechamos las manos y estuve a punto de preguntar por ____. Comenzaba a creer que tenía turno en Urgencias.

-¡¡Feliz Navidad, 'Justincito'!! -gritó una voz aguda desde alguna parte y Sara se aferró a mis piernas casi de inmediato.

-Feliz Navidad, estrellita -dije entre risas a mi pequeña cuñada.

-¡Ven! Quiero mostrarte lo que me trajo Santa -musitó eufórica y tiró de mi mano hasta el living -____, aquí está Just, quiero mostrarle mis muñecas.

-Feliz, Navidad, Biebs -dijo esa voz impregnada de ternura desde el suelo.

De inmediato, me arrodillé cerca y estiré una mano que ella tomó y la puso en la mejilla. Con los dedos delineé sus labios y me acerqué a saludarla con un suave beso mañanero cargado de significado. Esperaba poder transmitir todo el agradecimiento desde mi interior por haber permanecido, por haberme regalado la mejor de las sensaciones e intentando dibujar un esbozo de cuán grande era lo que sentía por ella.

-Feliz Navidad -susurré sobre su boca -. ¿Cómo has amanecido? -todavía con mis dedos en sus labios los sentí curvarse en una sonrisa.

Supe que estaba recordando las mismas escenas que yo en ese mismo momento.

Luz de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora