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Había pasado un mes desde la noche que JiMin durmió con Jung Kook.

El pelinegro se había alejado de un poco de todos y aún más de Tae Hyung y no, no era que lo odiara, sólo que necesitaba tiempo para pensar, para arreglar su mente y todo lo demás.

El tiempo estaba detrás de él.

Cada vez tenía menos tiempo para tomar una decisión sin embargo no podía hacerlo.

Él y Kook por lo menos se saludaban y de vez en cuando se preguntaban como estaban.

Una mejor relación que la de hace un tiempo.

Ese día tendría que reunirse con Jung Kook y sus abogados para la entrega de los bienes que sus padres les heredaron.

Por lo que se estaba alistando.

No sabía en qué momento las cosas habían cambiado, ni mucho menos porque y eso empeoraba su estado.

Era increíble como las cosas podían cambiar de un momento a otro.

Cuando estuvo listo bajo a la planta baja y tomo sus llaves junto con todo lo demás saliendo de casa para dirigirse al lugar acordado.

Al llegar Jung Kook se encontraba justo en la entrada regalándole una cálida sonrisa.

—Te estaba esperando para entrar, te ves bien. —volvió a sonreír el castaño.

—Gracias, ¿entramos? —preguntó regresandole la sonrisa.

—Vamos. —los dos se encaminaron al lugar donde ya los esperaban.

Los recibieron y después tomaron asiento.

—Bien, procederemos a leer los testamentos para que después firmen los papeles correspondientes.

Los dos asintieron y la lectura comenzó.

A JiMin le habían dejado absolutamente todo:

Su casa, una casa en Inglaterra de la cual no sabía de sus existencia hasta ese momento, cuentas bancarias y las dos empresas de sus padres.

La situación fue similar para Jung Kook: sus padres le habían dejado la casa en la que ahora vivía y una en París, al igual que JiMin, las cuentas bancarias y una sola empresa.

Los dos estuvieron de acuerdo y después de los trámites correspondientes ya eran propietarios de los bienes.

Salieron después de unas dos horas.

En silencio, caminando uno a un lado del otro.

—Que bueno que te dejaron la empresa, el socio de tus padres nunca me cayó muy bien. —afirmó el pelinegro para después fruncir los labios.

—En realidad no, la empresa dejará de ser mía dentro de unos días. —soltó el castaño.

—¿Qué?, pero si es tuya no pue... —Kook lo interrumpió

—Es una decisión que ya tomé. —fue lo último que se escucho para que seguido entraran en un gran silencio.

JiMin no sabía porque el castaño iba a hacer algo tan estúpido pero ya no podía reprocharle nada, al final de todo ya no eran nada.

—¿Quieres ir a comer?, podemos comer de las hamburguesas que tanto te gustan, estamos cerca. —preguntó Kook después de caminar un rato.

—Eso sería bueno, tengo bastante hambre.—sonrió el pelinegro.

—Bien, vamos.

Caminaron un poco más y entraron al local sentándose en la mesa en la que siempre solían hacerlo.

GASHINA • KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora