Prólogo:

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1 año atrás:

Estaba como siempre sentada sobre el tejado del edificio de Sumerian Records en las afueras de la ciudad de Los Ángeles, mirando a la gente pasar, y algunas entrar y salir del edificio. Desde mi posición vi como una chica salía llorando, hacía tres días que pasaba lo mismo, ella entraba seria y salía llorando a mares. Bajé de donde estaba y la seguí, quería ver qué le pasaba y, si podía, ayudarla. Ella se subió a una motocicleta y condujo al limite de velocidad hasta llegar a una casa con una fachada algo agradable; la chica se bajo y entró en la casa cerrando la puerta detrás de ella, luego entré yo y la seguí a lo que sería una sala de estar, pero más bien parecía un trastero. Sentado en uno de los dos únicos sillones libres, había un hombre de no más de 30 años.

- ¿Traes lo que te pedí? - habló el hombre secamente.

- S-si - respondió ella con temor en la voz.

- Dámelo - 

- Aquí esta -atemorizada le tendió una caja de no mas de diez centímetros de largo y dos de ancho.

- ¿Y el resto? - volvió a hablar el hombre, esta vez con la ira trasluciéndose en su voz.

- No hay más - la chica empezó a retroceder atravesándome y chocando con la pared de atrás.

- ¿Cómo que no hay más? ¡Mujer inútil, no puedes hacer nada bien! - dijo el hombre enfurecido que se le acercó y le dio una bofetada.

Yo estaba literalmente en el medio, solo que como no me podían ver, ni oír, ni tocar, no eran conscientes de mi presencia allí. Enojada y frustrada por ver la escena y no poder hacer nada como supuestamente tenía que hacer, me alejé y al ver la caja abandonada en el sillón donde antes estaba el hombre me entró la curiosidad de saber qué había en ella, al abrirla me encontré con un polvo de color blanco, lo que supuse era droga. Por eso aquél hombre se había enojado con la chica, mi enojo iba en aumento con cada cosa que descubría. Al levantar la vista hacia donde estaban ellos veo como él la zarandeaba y levantaba la mano para darle otro golpe. 

No sé cómo pasó, ni cómo conseguí hacerlo, pero ahora podía tocarlos, ellos me podían ver y oír... y yo estaba enojada. Le había agarrado la mano al hombre impidiendo que golpeara nuevamente a la chica; cuando me enojo pierdo el control de mi fuerza y le sujetaba la mano con tal firmeza que ahora tenía un color mortecino y casi podía escuchar los huesos de su muñeca crujir. Aproveché la situación y le retorcí el brazo hasta dejarlo en su espalda y luego dejarlo boca abajo en el suelo, sin soltarle la mano de su espalda; yo me incliné a su lado quedando junto a su oído. Cuando hablé mi voz sonó áspera y amenazante.

- No eres más que un grandísimo cobarde, intentas esconderte a ti mismo lo que eres con la droga, pero en el fondo lo sabes. No vuelvas a levantarle la mano a una mujer o niño nunca más, o voy a estar ahí para hacerte sufrir mil veces más. No quiero que vuelvas a tocar las drogas, o haré que no puedas salir más de los delirios. ¿Entendiste?- pregunté y él asintió en respuesta. Giré mi rostro para mirar a la chica, su mejilla empezaba a tomar un tono morado. Ignorando esto le pregunté -¿La casa es tuya?-


- Si – respondió aún con algo de temor.

- Bien. No dejes que alguien más te haga lo mismo que este bastardo, no siempre va a haber alguien ahí para protegerte. Si no lo haces tu, nadie lo va a hacer por ti – me giré de nuevo hacia el hombre en el suelo – y tu vete de aquí y no vuelvas – dije finalmente, para luego soltarlo y que él se fuera corriendo casi literalmente.

Yo me levante y salí de la casa, detrás de mi la escuché salir en mi busca, la veía gritar y mirar a todos lados... cuando estaba frente a ella. Volvía a ser invisible. Regresé al tejado de Sumerian Records a mi posición de siempre.

Estaba en estado de coma desde hacía una semana en el hospital Southern California, y no podría volver en mi hasta que ayudara a cien personas. Por mientras seguiría siendo... una especie de espíritu; no creo que sea un fantasma porque no estoy muerta. También tengo que averiguar cómo ayudar a las otras noventa y nueve personas que me faltan ayudar.

- Por suerte no tengo tiempo límite – dije hablando con migo misma – o eso creo...-

Valery RedKiss

«El Espíritu de la Chica» (Palaye Royale) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora