- Dices eso como si fuera lo más normal del mundo - dije sin comprender del todo lo que acababa de escuchar; no creía que unos niños pudieran distraer a Emerson y drogarlo sin que este se diera cuenta.
- Si Emerson piensa en el fondo hacer lo que dijo hace un rato, mejor empieza a acostumbrarte a ello. Es normal que pase a menudo - dijo tranquilamente y añadió -. Y si tienen hijos, posiblemente sean igual o peores que mis sobrinos.
Era como si ya tuviera por sentado que eso pasaría. Mientras hablábamos se escuchaban golpes en la habitación de Emerson, eso solo podía significar que estaba levantado y haciendo quien sabe qué con las alucinaciones que le provoca esa porquería a uno. Se escuchó un nuevo golpe en el piso de arriba, seguido de un quejido. Olvidé por completo lo que estaba hablando con Citrina y subí las escaleras hasta habitación de Emerson, cuando fui a abrir la puerta esta estaba trabada con algo desde la parte de adentro. Volví a escuchar otro golpe y otro quejido haciendo que me desesperara más si era posible. En medio de la desesperación atiné a llamar a Stan que suponía estaba en su habitación; le grité una y otra vez sin obtener respuesta, estaba por gritar una vez más cuando de la nada la puerta se destrabó y se abrió sin hacer esfuerzo alguno. Entré sin reparar en nada a mi alrededor; me encontré a mi hermano tirado en el suelo junto a otras tantas cosas que antes estaban apiladas cerca de la puerta. Me acerqué a Emerson y este se puso enseguida a decir tonterías a diestra y siniestra, lo levanté del suelo y lo volví a acostar en la cama y luego me puse en la labor de recoger, a medias, las cosas esparcidas por el suelo. Al terminar y darme vuelta hacia la cama vi a Emerson levantándose nuevamente, tendría que atarlo si quería que quedara quieto de una vez por todas. Lo recosté por tercera vez y salí de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas. Al dar un paso al frente escuché el sonido de algo quebrarse bajo la suela de mi zapato. Al levantar el pié y mirar al suelo me di cuenta de que ese "algo" eran las gafas que venía usando desde hacía un par de días para poder ver a Citrina, no me había dado cuenta de cuando se me habían caído, pero supongo que fue cuando intentaba abrir la puerta de Emerson a golpes. Ahora no podría ver a Citrina a menos que consiguiera otros, por la rabia que sentía estaba apretando la mandíbula tan fuerte que me sorprendía que todavía no se hubieran fundido mis dientes. Levanté la vista esperando poder verla parada frente a mi, me había terminado acostumbrando a verla en la casa a pesar de que solo hubieran pasado un par de días.
- Citrina, ve al jardín y párate detrás del vidrio – dije probando suerte y con la esperanza de que me escuchara. Recogí las gafas destruidas del suelo y bajé las escaleras rumbo a la parte de atrás, me paré detrás del vidrio esperando verla de pié frente a mi, pero del otro lado de la ventana no había nadie. Me senté en el sofá mirando mirando hacia afuera esperando a que ella apareciera, pero el día terminó, dando paso a la noche, y ella no apareció. Desvié la mirada al escuchar el maullido de Luna, la gata de Citrina, a mis pies. La gata se subió a mi regazo sin más, no paraba de ronronear, se acostó y apoyó la cabeza en la palma de mi mano, me distraje acariciándola y no escuché a Emerson bajar las escaleras, solo me percaté de que estaba parado junto a mi cuando me habló.
- ¿Sabes qué pasó? Me duele todo el cuerpo y no recuerdo nada – dijo mientras se sobaba el cuello.
- Que te parece estar cayéndote y golpeándote con prácticamente todo lo que te encontrabas por el camino - le hablé sarcásticamente.
- Gracioso – fue su simple respuesta. - ¿Sabes dónde está "la chica"? No la he visto desde esta mañana.
- La vi hace un rato, pero no puedo verla más – dije mostrándole las gafas hechas trizas en mi mano izquierda.
- Oh, vaya. ¿Qué dije estando borracho? - preguntó pareciendo nervioso. Yo no pude evitar soltar una risita furtiva al recordar la propuesta de matrimonio que le había hecho a Ámbar. El rostro de Emerson se estaba ensombreciendo con la preocupación.
- Le-le propusiste matrimonio a Ámbar – dije y ya no pude aguantar la risa y solté una carcajada. El rostro de mi hermano menor estaba blanco como un papel y al notar ese detalle mi risa cesó. - No me digas que pensabas hacerlo de verdad – dije cayendo en cuenta del significado de su expresión. Emerson se fue y regresó momentos después con algo en la mano.
- Hace un tiempo que vengo pensando en pedirle matrimonio a Ámbar, pero todavía no me entró el valor de hacerlo – confesó entregándome una cajita forrada de terciopelo azul, al abrirla había un anillo dorado con una cadena de cinco rubíes pequeños con unos hilillos del metal que los mantenían en su lugar. En la parte de adentro se notaba una inscripción que no llegué a leer porque Emerson me lo sacó de las manos antes de que pudiera ver lo que decía.
- Eso es algo privado - dijo como simple explicación. Nuestra conversación fue interrumpida por el sonido de un celular vibrando, era el de Emerson que se había iluminado con un mensaje de Ámbar; este enseguida se puso a escribir para responderle, dejándome totalmente olvidado. Cuando se dignó a prestarme atención nuevamente, me dijo con los ojos enormes por la sorpresa.
- Despertó – y esa simple palabra fue la necesaria para hacerme entender la ausencia de respuesta por parte de Citrina desde esta tarde cuando la dejé de ver.
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«El Espíritu de la Chica» (Palaye Royale) (Terminada)
RomanceEl espíritu de una chica sin nombre, que está en coma desde hace un año, solo puede volver a su cuerpo si ayuda a 100 personas. Pero... ¿Cómo podrá hacerlo si nadie puede verla, oírla o tocarla? Esta chica sin nombre, mientras busca a quién ayudar...