Pov Suga
Esperé unos quince minutos tal y como me había dicho y no apareció. No es que estuviera apurado, a pesar de la presión de Jin y la idea de que debía estar ya en mi trabajo, no me preocupaba en lo absoluto por la hora sino por él.
Me adentré al lugar, se veía tan diferente cuando se encontraba completamente vacío y con poca iluminación. El eco del silencio era hasta agradable. Escuché vagamente sonidos al fondo del pasillo a la izquierda del gran salón lleno de bancos largos a cada lado uno tras otro.
A medida que me acercaba más y más hacía la oficina del padre, los quejidos eran cada vez más claros para mis oídos.
"¿Qué clase de persona tenía sexo en una Iglesia a esta hora?" pensé.
La puerta estaba muy poco entreabierta, mi curiosidad, morbo, o como sea que se le llame, era cada vez más grande, a tal punto de querer acercarme más. Mis ojos vieron lo inimaginable, vieron lo remoto a pasar por mi mente.
"¡¿Jimin?!"
Salí apresuradamente antes de que se dieran cuenta de mi presencia. Me tomé un poco de tiempo para analizarlo todo mientras tocaba mi mente una vez llegué a mi vehículo.
"¿El padre de la Iglesia abusando de Jimin?"
Claramente no podía negarlo, era un evidente abuso. En el rostro de Jimin no había ni pizca de disfrute, más bien era todo lo contario.
Aún no podía creerlo pero no lo juzgaría. Yo más que nadie era consciente de que este tipo de situaciones se presentaban. No es que fuese primera vez al enterarme de algo semejante, sin embargo ¿Por qué un ángel como Jimin tenía que pasar por algo así?
Otros diez minutos hicieron falta para que saliera del lugar como si nada. Pude mirar su mirada triste mezclada junto a un sentimiento enfurecido. Se esforzó por disimular su desagrado o lo que sea que su rostro no quería molestarse en terminar de expresar. Me destrozaba por dentro tener que verlo tan retraído de sí mismo solo para no mostrarse débil ante mí.
— Jimin... — Logré decir cuando lo tenía lo suficientemente cerca. Sus brazos rodearon mi cintura y su cabeza se escondió en mi pecho. De inmediato y sin pensar correspondí su abrazo. Comenzó a llorar como si hubiese aguantado las ganas desde hace varios días. Solo llanto era lo que salía de sus labios. Se aferró con más fuerza y yo hice lo mismo. ¿Quién querría que lo soltara cuando apenas se desahogaba y soltaba un poco de todo el dolor acumulado? Me mantuve en silencio el tiempo necesario hasta que se calmara mientras acariciaba su cabeza peinando su desordenado cabello. Se calmó ya sorbiendo algunas veces por la nariz y suspiro dándome a entender que había terminado.
— ¿A dónde... vamos? — Me preguntó con una voz que sonó casi infantil separándose del abrazo evitando a toda costa mirarme a los ojos. Era comprensible y no lo presionaría.
— A divertirnos Jiminnie... El bar en el que trabajo recién es más que entretenido — Dije para que despejara un poco su mente de tan atormentado sentimiento que lo consumía. Sonrió de una manera tan tierna viéndome por fin. Quise volver a abrazarlo. — Toma... tu mochila. Colócatela bien que iremos talvez un poco más rápido de lo normal — Extendí su mochila negra guiñándole un ojo, soltó una risita y susurró un "Gracias" colocándose dicha mochila.
Me monté en la moto y la encendí al sacar las llaves, las volví a guardar por cuestiones de seguridad con las mismas y esperé a que abordara para arrancar.
— ¿A qué viene ese apodo? — Dijo cambiando por completo de actitud mientras se montaba a mis espaldas apegándose a mi cuerpo haciéndome sentir extraño. La manera en la que sus manos se entrelazaron en mi abdomen parecía tener una intención oculta. Sacudí mi cabeza y seguido a ello pegué un brinquito al sentir una dureza en mi espalda. Sus muslos buscaron apegarse a mis piernas. No supe cómo reaccionar, solo me paralicé con la mente en blanco.
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ANTE MIS OJOS ERES UN ÁNGEL⠀•⠀Yoonmin⠀[ +21 ]⠀
FanfictionJimin y Suga forman parte de familias completamente religiosas y devotas a Dios. Sus caminos se cruzan fuera de la Iglesia en una noche obscura y fría. Luego de aquello, se dieron cuenta de que tenían algo más en común aparte de la Iglesia. © Portad...