Capítulo 15: Propuesta

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Capítulo 15: Propuesta.

Dos semanas, dos semanas habían pasado desde la última vez que lo vi y que tuve contacto con él. Habíamos dormido juntos, desayunado al día siguiente y luego tuvimos una sesión en el cuarto rojo que me desequilibró emocionalmente. Lo quería a él, demasiado, y él se me había estado negando para castigarme, cosa que me entristeció hasta el punto de angustiarme y llorar. Y mi reacción hizo que de él saliera cosas que ni él mismo se esperaba. Me besó, me dio a entender que él no se comportaba así con nadie, que lo estaba cambiando. Eso bastó para que regresara mi alegría y me llenara de un amor profundo. Al menos había podido sentir por unos segundos sus labios y su delicado perfil junto al mío.

Luego en la noche cenamos juntos y todo se suscitó de manera tranquila y relajada. Si bien mi deseo por él, esa necesidad de contacto y de hacer el amor para poder sentir cada tramo de su piel estaba ahí, latente, disfruté mucho nuestro encuentro. Se dio en un ambiente armonioso, solo los dos, deleitándonos con una deliciosa comida preparada por Alfred, junto a una charla amena y placentera. Fue la primera vez que estuvimos juntos sin tener esa sensación de faltarme el aliento, con nervios por lo que haríamos, o cualquiera de esas emociones que siempre me desbordaban estando junto a él. Lo noté más participativo conmigo, conversamos de cualquier banalidad y estuvimos un par de horas juntos. Obviamente ya estaba advertido que él debía retomar una investigación pendiente, así que en cuanto el clima se estaba relajando aún más, supe que era mi momento de marcharme. Y así lo hice, teniendo como frutilla del postre otro beso de lo más delicioso justo en las puertas de su mansión antes de partir. Fue un beso pausado, profundo, íntimo, sin llegar a lo fogoso para no despertar los instintos en ambos. Lo justo y necesario para satisfacer un poco esas ganas de tener su contacto, pero dejando en el punto justo para quedarte con las ganas. En ese momento pude afirmar que ya lo nuestro no era lo mismo. No éramos solo Amo y sumiso. Había algo más creciendo en nosotros, algo más especial.

Aunque Bruce jamás lo pondría en palabras. No en aquel momento.

Luego de ese encuentro, los días siguieron pasando con normalidad, cada uno enfocado en lo suyo y ocupándose de sus deberes. Y, a pesar de todo, el contacto se mantuvo pese a que no nos veíamos las caras. Si hablamos de cursilerías y afecto, por mí le escribía todos los días un texto para saber cómo estaba y que me contara su rutina, pero tampoco mis intenciones eran espantarlo o sofocarlo. Lo conozco muy bien, no le gusta que lo asfixien estándole encima. Así que le escribía cada tanto algún que otro mail o le enviaba un mensaje de texto preguntando como estaba y si había podido resolver lo que Batman tenía entre manos. El siempre respondía. Quizás no de inmediato, pero nunca dejaba de hacerlo, cosa que me alegraba hasta dejarme esa sonrisa boba, como solía decir Lois cada vez que mi celular vibraba.

Y bueno, precisamente gracias esta manera anticuada de comunicarme con él, nos trae a la caja que me llegó enviada por un personal de Wayne Industries a la que firmé con una mezcla de sorpresa y emoción. ¿Qué rayos me podía haber enviado Bruce? Las posibilidades con él podías ser infinitas. Mi curiosidad era grande, pero no espié con mi visión de rayos x, me permití tomarme mi tiempo para descubrirlo solo. Así que tomé el paquete y me fui hasta mi cuarto para sentarme en la cama y revelar lo que había dentro.

Lo que puedo decir, es que una de las dos cosas que había allí hizo que mi rostro se pusiera rojo como la sangre.

La caja era de madera envuelta con un papel de color negro y una cinta roja. Típico en él el usar esos colores; los mismos siempre rondando su vida. Tiré de la cinta y el envoltorio se desarmó casi solo, sin tener la necesidad de romperlo. Al abrir la tapa, me encontré con algo cubierto con un paño de seda roja y justo arriba había un sobre con las iniciales B.W. Apenas mis yemas rozaron el papel sentí un extraño cosquilleo en mi bajo vientre. Por alguna razón me sentía particularmente ansioso y no perdí un segundo más en abrir el sobre y leer la breve carta de puño y letra que había dentro.

Cincuenta Sombras de Wayne (Superbat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora