Capítulo 18: ¿Cómo otro podría amarme?

1.5K 117 74
                                    

Fui despertando en medio de una bruma de inconsciencia, arrastrado por una fuerza mayor que lentamente tiraba de mí hasta obligarme a regresar a la lucidez. Pesadamente abrí mis párpados notando como la figura frente a mí iba tomando forma. Fue recién ahí que lo vi, con sus ojos cerrados, labios ligeramente abiertos y con unas facciones tan apacibles, respirando profunda y lentamente, como si la calma nos perteneciera y toda sombra de terror se hubiera esfumado realmente. Quizás para él así lo era, o al menos en ese plano de los sueños podía sentirlo. Vaya a saber qué cosas le enseñaban los dioses benevolentes de aquel mundo de fantasías que, por alguna retorcida obsesión, a mí me habían sentenciado hacía muchos años con pesadillas y tormentos.

Me encontré rodeado entre sus brazos, atrapado en la fuerza de su poder que no me dejaba solo, siempre permitiendo que su presencia se impregnara en mí, en cada poro de mi piel. Demostrándome que estaría allí para mí. Siempre. Me sentí sofocado, mareado, el dolor en mi cuerpo me recordaba lo vivo que estaba, cada parte flagelada por esa mujer era el reflejo de mi victoria. Así lo sentía yo. Le había protegido de ese mundo retorcido en el que me había perdido y del que todavía enlodado trataba de librarme. Ahora sólo quedarían las marcas por un tiempo, el ardor en mi cuerpo, hasta que volvieran a desaparecer otra vez. Era un hombre de hábitos y estaba acostumbrado a repetir una y otra vez el mismo ritual de sanación.

Quería volver a dormirme, sabía que lo necesitaba, que él junto a mi lado me regalaba un descanso más ameno y reparador. Pero no fui tan afortunado. El sueño se me escapaba de mis manos como la arena seca se desliza fácilmente de los dedos.

Mi primera intención luego de observarlo por largo rato fue el querer marcharme. Una parte de mí temblaba por el contacto, por la cercanía, por sentirle tan junto. Aún mi cuerpo y mi mente me traicionaban, huía instintivamente del afecto, del cariño, temeroso de sentir más fondo, más profundo. De entregarme y volver a ser roto. De entregarme y romper a los demás. Quería cegar todo aquel dolor, encerrar toda esa pesadez que me atormentaba... pero no podía. No aún. Batallaba constantemente en una lucha de las tantas a las que día a día me enfrentaba.

Intenté vanamente separarme de su brazo, no quería despertarlo, simplemente me escurriría de ahí, saldría como muchas veces en sigilo creyendo que eso me protegería, marcaría la distancia que tanto intentaba mantener y que él se esmerabas en sortear. Pero fue inútil. Aún en sueños podía sentir mis movimientos, parecía que cuanto más quería alejarme, inevitablemente, más caía prendido en sus brazos. Así fue como mi tentativa de escape fue infructuosa, se revolvió con un gruñido en desacuerdo y cerró más su brazo alrededor mío.

Yo sólo suspiré derrotado.

"Clark, déjame tomar distancia", pensé mientras comenzaba a ponerme nervioso, a respirar alterado. Me estaba costando trabajo manejarlo. Le había pedido que se quedase y mi retorcida mente le costaba aceptarlo. Y fue ahí que abrió sus ojos con preocupación. Quizás alertado por un cambio en mí, o por el temblor que no había abandonado mi cuerpo.

—¿Dónde querías ir? —preguntó con ese azul cielo tan brilloso, a pesar de la habitación escasamente iluminada, sus irises resaltaban en la negrura.

—Necesito espacio —pedí con voz ronca, y sentía como el calor excesivo en mi cuerpo me estaba pasando una mala jugada. Su figura comenzó a desvirtuarse un poco, a perder nitidez. Cerré los ojos con un lastimero gemido.

Odiaba sentirme vulnerable.

—Tienes fiebre —susurró tocando mi frente con el revés de su mano. Y sólo le bastó un rápido vistazo para confirmar lo que yo ya sabía—. Tu cuerpo está afiebrado por culpa de las heridas. —Recién ahí tomó distancia y yo sentí alivio. Fue momentáneo, creí que si se alejaba me sentiría mejor. Me mentía a mí mismo.

Cincuenta Sombras de Wayne (Superbat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora