Capítulo 2

62 12 3
                                    

ACTUALIDAD

-¿Le conoces? –la inspectora hace oídos sordos a la pregunta del forense, recoge el informe que ha dejado en la mesa y sale con prisas del lugar.

Pulsa impaciente el botón de llamada del ascensor. Se oye a Jeff llamarla a lo lejos, pero le ignora. Cuando llega a su despacho, cierra la puerta y respira profundamente, intentando calmarse. "Con razón no se presentó ayer", se dice a sí misma. Se sienta en su silla y echa la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo. Mira el techo. Su mente está en blanco, intentando asimilar lo que acaba de ocurrir. Es él. Su cuerpo estaba tendido sobre la camilla de la morgue de Jeff. Es real. No es un sueño. Más que un sueño, sería una pesadilla. Intenta dejar de lado todos los sentimientos que comienzan a llegar en oleadas, rompiéndola por dentro, destrozándole el alma. No se lo puede permitir. Si se rompe de nuevo, ya nada podrá volver a reconstruirla. Debe ser fuerte, y una profesional.

Con una profunda respiración, que pretende alejar cualquier atisbo de emoción o sentimiento, se incorpora en su silla, crujiéndose la espalda, y abre la base de datos. Sus dedos, aun temblorosos, teclean su nombre en el navegador. Su ficha aparece ante sus ojos. Armándose de valor clica encima de la opción para imprimir. Después busca el nombre de su hermano y también lo imprime. Reconstruyendo ese muro de hielo suyo tan característico consigue que ninguna lágrima se le escape de los ojos. Ya tendrá tiempo para llorar cuando esté en casa, sola. Nunca quiso que nadie viera lo débil que era, por lo que, después de esa vez, construyó una especie de fortaleza inquebrantable, donde no había lugar para los sentimientos, y mucho menos para las lágrimas. Pero, a decir verdad, ese muro la ayudó a subir escalones en el trabajo. Analizaba los casos fríamente, adentrándose en la mente de los criminales a los que perseguía. Afortunadamente para ella, no tenía que lidiar con los familiares de las víctimas, de eso se encargaba su compañero, Luke. Así que, visto desde un punto de vista profesional, no había sido para tanto. Hasta que llegó él, con su sonrisa perfecta y su manera de mirarla. Derritió el muro casi por completo, y eso le estaba pasando factura.

Recomponiéndose un poco, se dirige al despacho del capitán para informarle sobre los avances del caso. Había hecho eso en numerosas ocasiones, y esa vez no iba a ser diferente. Casi como un robot, golpea con los nudillos la puerta y se adentra en la oficina. Deja las dos carpetas que acaba de imprimir sobre el escritorio del capitán. Este la mira un poco sorprendido, debido a los documentos frente a él y la falta de explicación que le ha proporcionado su mejor inspectora.

-Esta es la ficha de la víctima -dice tendiéndole una de las carpetas-. Este es el principal sospechoso.

-¿Cómo...? –el hombre la mira sorprendido-. ¿Cómo sabe la identidad de la víctima? Aun no me ha llegado el informe de Jeff.

-Le conozco. O conocía, mejor dicho –intenta con todas sus fuerzas que no se le quiebre la voz, y parece que lo está consiguiendo, de momento.

Su superior levanta la cabeza de golpe, buscando cualquier rastro de sentimiento en la chica. No lo encuentra.

-Puedo pasar el caso a otro –comienza-. Robb está...

-Estoy bien –le corta-. Puedo llevarlo.

El capitán asiente, no muy convencido de su decisión, pero concediéndole su deseo. Alex se lo agradece con un movimiento de cabeza, coge los documentos y sale de ahí. Aunque esta parte es la que menos le gusta, hablar con los familiares, quiere hacerlo. Necesita hacerlo ella. No puede mandar a Luke esta vez. No quiere que nadie sepa cuánto le afecta esto y que su compañero hablara con la madre, estando ella delante, sería muy incómodo. Así que decide hacerlo sola, como cada vez que pasa por una situación difícil desde que murió se madre.

The caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora