Capítulo 16

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-Peter -murmura la mujer con los ojos llorosos.

El aludido está estático en su lugar, intentando descifrar la reacción de su madre, tratando de averiguar si se alegra de verle ahí o, por el contrario, si está a punto de cerrarle la puerta en las narices. Pero la respuesta llega más pronto que tarde. Elsa recorta la distancia que los separa y estrecha a su hijo fuertemente entre sus brazos. Este no se queda corto y le devuelve el gesto, comenzando a sollozar.

-Lo siento, mamá -el llanto casi no le permite hablar-. Lo siento tanto.

-Shh -tranquiliza ella mientras acaricia su espalda de arriba abajo-. Ya está, mi pequeño, no pasa nada.

La escena enternece a la inspectora, que los mira con un poco de nostalgia. Ojalá ella pudiera volver a abrazar a su madre. La echa tanto de menos. Sabe lo que se sufre al perder a un progenitor, y no quería que Peter desperdiciara su oportunidad de reconciliarse con ella. Por eso insistió tanto en ayudarle a hacer las paces.

El abrazo al fin se rompe, y la propietaria del porche en el que se encuentran les invita a pasar. Se sientan en el sofá de la sala mientras Elsa se dirige a la cocina para preparar algo de merendar. Vuelve con una bandeja que contiene un plato con galletas, tres vasos en total y una jarra de limonada. Lo coloca todo encima de la mesita que ocupa el centro de la estancia y vuelve a mirar a su hijo. Está muy feliz de volver a verle. Después de perder a Justin, no podía concebir la idea de quedarse sin su otro pequeño. Porque, aunque el susodicho tuviera cerca de treinta años, seguiría siendo su pequeño.

Le observa detenidamente. Ha cambiado bastante desde la última vez que le vio, hace poco más de un año. Ya no está en tan mal estado como entonces, pero sigue presentando claros signos de que no se cuida como debería. Las ojeras bien pronunciadas bajo sus ojos y el paquete de tabaco asomando en el bolsillo de su cazadora se lo confirma. A pesar de todo eso, el brillo travieso que caracterizaba a su hijo vuelve a estar presente en sus ojos. Es un claro síntoma de que las cosas han empezado a mejorar para él, y verlo acompañado de Alex solo mejora la situación.

-Me alegro muchísimo de que estés aquí, cariño -admite con la voz temblorosa y con una sonrisa maternal dibujada de oreja a oreja.

-Y yo, mamá, y yo.

Peter comienza a explicarle todo lo ocurrido en los últimos meses. Desde sus discusiones con su hermano, hasta la investigación conjunta que estaban llevando a cabo. La mujer no duda en reñirle debido a su temeridad, pero permite que siga con su discurso. Evidentemente, obvia los detalles más escabrosos de su historia, como el hecho de que han estado a punto de ser asesinados por un criminal, pero cuando le pide a Alex por el moretón y el corte que lleva en el rostro, sabe que no tiene escapatoria. Por suerte, la chica le echa una mano.

-Digamos que nos enfrentamos al antiguo jefe de Peter -no añade más, y por su tono de voz da a entender que no necesita saber más-. Pero no te preocupes, son gajes del oficio. Por suerte, el tema ya está zanjado.

Elsa asiente, aliviada al saber que ya no corren peligro, pero aun preocupada por la horrible situación que supone debieron vivir los chicos sentados enfrente suya. Los mira de nuevo con ternura, sobre todo a ella. Siempre le había caído bien la joven, desde que se conocieron en los entrenamientos, supo que sería una gran mujer. Y cuando Justin se presentó en casa muchos años después con ella como su novia, no pudo estar más emocionada. Hacían una pareja preciosa, y la mujer babeaba cada vez que veía cómo su hijo la miraba embobado, o cómo rodeaba sus hombros con su propio brazo, le apartaba un mechón de pelo de delante el rostro o tantos otros pequeños detalles que presenciaba. Pero lo que más le gustaba, era la sonrisita feliz que solía aparecer en el rostro de Alex cada vez que su hijo le hacía algo de aquello. Por ese motivo, cuando se enteró de la muerte de Justin, no solo se sintió mal por ella misma, como era lógico, sino también por la inspectora, porque merecía ser feliz, y su pequeño lo conseguía con tan solo mirarla.

The caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora