Capítulo 10

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Realmente no conocía a Justin, no sabía absolutamente nada de lo que ocurría en la vida del chico. Y eso le molesta, porque ella se había abierto completamente a él, y este se dedicó a guardarle secretos, y a mantener una vida ajena a la suya.

FLASHBACK

Justin le había propuesto ir al cine, pero como no había demasiado para elegir, dejó que el chico se decantara por The fault in our stars. Había oído que era una película muy triste, le habían asegurado que acabaría llorando, pero ella sabía que sería la única que no necesitaría un pañuelo al final de la película. Hacía tiempo que ya no le afectaban este tipo de cosas. Sí, podía sentir lástima y compasión, pero no llegaba al extremo de derramar lágrimas. Así que se adentró en la sala tranquila, sin kleenex en el bolso. A mitad de la película, sintió como su acompañante colocaba su brazo alrededor de sus hombros. Ese gesto le gustó, se sintió reconfortada, protegida. El filme estaba llegando a su fin y, debía admitir, que le había tocado la fibra sensible. Su madre también murió enferma y, quisiera ella o no, el tema la tocaba de cerca. Una lágrima rebelde resbaló por su mejilla. Se la secó rápidamente, antes de que nadie pudiera darse cuenta. Al salir de ahí estaban todos, literalmente, llorando a mares. Incluso Justin llevaba un pañuelo arrugado en su puño. Cuando ella reparó en él, sonrió al chico, burlona.

-¿Qué? –se quejó, sorbiendo por la nariz-. Es triste. ¿Acaso no tienes sentimientos?

Aquella pregunta, aunque no había sido malintencionada, borró la sonrisa de su cara. El chico se dio cuenta de su metedura de pata y no dijo nada más. Caminaron en silencio hasta el puerto, uno junto al otro, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Los de la chica eran un torbellino de frases sin sentido que se arremolinaban en su mente. Cuando intentaba ordenarlos estos se liaban más, enloqueciendo a la inspectora. Los del ingeniero, en cambio, eran más tranquilos. Tranquilos porque solo había uno: intentaba encontrar la manera de arreglar lo que había sucedido a la salida del cine. Miles de posibles situaciones se habían pasado por su cabeza, pero ninguna le convencía lo suficiente.

-Oye, Alex –carraspeó al notar la garganta seca-. Siento lo que te he dicho antes, no pretendía ofenderte ni nada, de verdad. Siento si lo he hecho.

Se miró los pies, sintiéndose la peor persona en la faz de la Tierra, completamente aterrado por la reacción que podría tener la chica. Esta, en cambio, le daba vueltas a lo que podría contestarle. Justin se merecía saber por qué era así.

-Tranquilo –dijo, colocando una mano sobre su hombro. Cuando sus miradas se encontraron, siguió hablando-. En parte es culpa mía, no te he contado todo lo que deberías saber –antes de que pudiera decir nada, y antes de que ella pudiera arrepentirse de lo que iba a decir, siguió con su discurso-. La confianza es algo que cuesta mucho ganarse, y tarda muy poco en desaparecer. Al igual que la amistad. Puedes tardar años para conseguir confiar en alguien, así como también en crear una buena relación de amistad. Y todo eso se va al garete en un abrir y cerrar de ojos –se encontraban sentados en los bancos que había en el muelle, ella mirando al suelo, recordando y buscando las palabras que mejor expresaban lo que sentía, y él, callado, escuchando con atención, intrigado por lo que la chica le estaba a punto de contar-.

> Yo tenía una mejor amiga, bueno, creía que la tenía. También creía que tenía un novio. Hasta que descubrí que hacía tiempo que se dedicaban a intimar, sin que yo lo supiera, claro. Mi mundo se vino abajo. Eran las dos personas en las que más confiaba, eran uno de los pilares de mi vida. Después de pasarme días llorando, sin comer, sumida en mi profunda decepción, me hice una promesa: nunca más iba a permitir que alguien me hiciera daño como ellos lo habían hecho. Así que construí un muro a mi alrededor, no dejando a nadie traspasarlo, no esperando nada de las personas que me rodeaban, no llevándome, de esta manera, ninguna desilusión. Y de momento me ha funcionado. No he vuelto a llorar por nadie, no he vuelto a sentirme mal por alguien, exceptuando, por supuesto, cuando mi madre murió. Ahora que sabes la verdad, podrás entender mejor mi comportamiento.

The caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora