Capítulo 3

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-Puedo hacerlo.

-¿Estás segura? –insiste su compañero-. Sabes que te pueden retirar del caso por tu relación con la víctima.

-No tenía una "relación" con la víctima, simplemente éramos amigos –mentira.

-Alex...

-Puedo hacerlo, Luke –insiste la inspectora-. Es solo un caso más. Me limitaré a repetir lo que he estado haciendo durante seis años. Estaré bien.

Parece que está intentando convencerse más a sí misma que al chico. Este asiente, no muy seguro de la respuesta de su compañera.

-Empezaremos por su habitación, ¿te parece bien? –propone el inspector. Recibe un seco asentimiento de cabeza-. ¿Podrás hacerlo?

-Lo he hecho miles de veces.

-Esas miles de veces no conocías a la víctima.

Silencio es lo único que obtiene. Preparan todo el material necesario y movilizan al equipo para buscar pistas. Este primer paso suele ser el más importante en los casos. Un trozo de papel con un número de teléfono, el recibo de una compra, una nota, un paquete, cualquier cosa que llame la atención puede ser la clave para dar con la solución. Y Alex está dispuesta a encontrarla sea como sea. Por la madre de Justin y por ella misma.

La mañana siguiente, la señora Brown los recibe con un pañuelo en la mano, sigue sumida en una profunda tristeza. Sus ojos, siempre brillantes y llenos de vida, ya no parecen los mismos que recordaba la chica. Ahora están apagados, ausentes de emoción alguna que no sea la pena por la pérdida de un hijo. Intenta esbozar una sonrisa hacia la inspectora y su equipo, obteniendo en su lugar una especie de mueca torcida. Ve pasar uno a uno a todos los científicos forenses con sus maletines e instrumental especializado, dirigiéndose a la habitación de Justin.

-Mejor os espero en la cocina, cielo –consigue murmurar con un hilo de voz. Alex la acompaña y le prepara un té; se asegura de que va a estar bien, todo lo bien que se puede estar cuando un grupo de personas que no conoces suben a investigar y rebuscar entre las cosas de tu hijo asesinado, y se reúne con sus compañeros.

La habitación está tal y como la recuerda de la última vez que estuvo aquí, es decir, hace tres días. Respira hondo intentando deshacer el nudo que se le ha formado en la garganta y se adentra en la estancia. Luke está leyendo unos papeles que ha encontrado en la mesita de noche, pero parece que no tienen importancia porque los vuelve a dejar donde estaban. Un hombre de cierta edad rebusca en su armario, revolviendo los cajones de la ropa interior de Justin. La imagen le molesta, tiene ganas de gritarles a todos que se marchen, de decirles que no tienen derecho a tocar lo que no es suyo, de que no es de su incumbencia lo que pasaba en la vida del chico, pero no puede. Ahora es una víctima, y debe tratarla como tal, como si fuera una más. Pero ella sabe que no es así, aunque no quiera admitirlo, este caso la está afectando más de lo que debería, o de lo que a ella le gustaría.

-Coged el portátil –ordena a una chica con la que ya había trabajado en casos anteriores-, y la caja de debajo de la cama que pone "Recuerdos".

Los miembros del equipo la observan, un poco impresionados y curiosos por el conocimiento de la inspectora sobre la ubicación de la caja, pero después de la mirada desafiante que les dedica ella, vuelven al trabajo sin pronunciar palabra. Los únicos que saben la "relación" que tenía ella con la víctima son Luke, el capitán y Jeff, el forense. Y quiere que siga siendo así. Lo que menos necesita son miradas de compasión por parte de la gente de la comisaría, bastante tiene ya con su compañero, quien en estos momentos la está mirando con desconfianza. Se acerca y la chica suspira, adivinando lo que pasará a continuación.

The caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora