Capítulo 13

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-Tenemos que encontrar una manera de comunicarnos con ellos -sugiere la inspectora, refiriéndose a Luke y el capitán.

Acaba de salir de la ducha y se está colocando un sudadera limpia. Peter ha ido a buscar el desayuno, ya que la pensión del motel no incluye ninguna comida, mientras ella se aseaba. Se sientan alrededor de la pequeña mesa redonda que ocupa el lugar más alejado de la puerta, junto a la ventana. Le da un largo sorbo a su café y mira a su acompañante, que está devorando un donuts.

-Ya te he dicho que no podemos hablar con ellos -le recuerda con la boca llena. Luego traga rápidamente al darse cuenta de su falta de modales, lo que hace sonreír a la chica-. Probablemente estén esperando a que hagamos un movimiento en falso para pillarnos.

-Lo sé, pero tengo un plan -le responde con seguridad. Lo estuvo meditando antes de dormir y en la ducha ha terminado de pulir los detalles-. No podemos comunicarnos de ninguna forma con ellos, porque entonces Burke o alguno de sus hombres nos descubriría, ¿verdad? -el joven asiente mientras se termina su desayuno-. Pero ¿qué pasaría si no fuésemos nosotros los que les mandáramos el mensaje?

-Explícate -demanda.

-Cuando Luke y yo estuvimos en la academia, una vez tuvimos una especie de charla sobre policías que se veían envueltos en una situación similar a esta: siendo perseguidos por algún criminal y sin poder comunicarse con nadie. En la conferencia nos explicaban cuál sería el mejor plan de actuación y bla, bla, bla. Pero eso es lo de menos. Luke se inventó una especie de código secreto por si alguna vez nos encontrábamos en una situación similar. Era una estupidez, un juego de críos, pero tengo la esperanza de que nos ayude. Probablemente aún lo recuerde, así que no perdemos nada en intentarlo, ¿no?

-Mejor esto que nada -concuerda con un movimiento de cabeza.

Decidida a salirse con la suya, le indica el lugar al que deben dirigirse ahora: una compañía telefónica.

*

Luke comienza a estar preocupado por su compañera. Desde que salió de su habitación del hospital la noche anterior, no ha vuelto a saber nada de ella. La ha llamado más de una docena de veces, pero no se lo ha cogido ninguna de ellas, ni siquiera le da señal. Tienen un mal presentimiento sobre todo esto, así que decide contárselo al capitán, quien le asegura que mandará una patrulla a su casa para buscarla. Eso le tranquiliza un poco, pero el mal sabor de boca sigue ahí. Cómo aun sigue sin poder moverse, no le queda más remedio que esperar pacientemente a que le lleguen noticias sobre su amiga. Veinte minutos más tarde de hablar con el oficial, este aparece por la puerta. Pero viene solo, y es no puede ser bueno.

-No estaba en su apartamento -informa con la voz sombría-. La puerta estaba entreabierta y todo estaba esparcido por el suelo. Los agentes han encontrado esto -dice mientras levanta una bolsa de pruebas que contiene el móvil de la chica. Está destrozado. Con razón no les respondía a las llamadas.

-¿Cree que la han secuestrado? -aquella idea le aterroriza de sobremanera.

-No lo sé, pero la encontraremos.

En esos precisos instantes suena el móvil del inspector. Con la esperanza de que se trate de ella, se estira para cogerlo, ignorando el dolor de su hombro. Desbloquea la pantalla y la decepción le consume al ver que solo se trata de un mensaje de marketing de alguna compañía telefónica. Está a punto de dejar el aparato de nuevo en su sitio cuando ve algo en el mensaje que le llama la atención.

"Si quiere ganar un vale ilimitado en nuestras cafeterías Bookshops, mande SOS al 1835 antes del jueves. Apoye a la ayuda comunitaria"

-No puede ser -exclama releyendo el texto. El hombre se acerca para ver qué está ocurriendo. Frunce el ceño al leerlo.

The caseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora