—El viejo fanfarrón de, Woodley —respondí con desagrado.—Ooh... te entiendo perfectamente —contestó, dejándome confundida—. Ese viejo me odiaba cuando era mi profesor en tercero —dijo, haciendo que en mi cabeza todo cobrara sentido.
—Ahora entiendo el por qué me odia —dije asintiendo—. Me odia por tu culpa —lo acusé solo para hacerlo enfadar, en realidad no me molestaba. Es más, me alegra saber algo tan lindo como eso.
—Oye, no es mi culpa que ese viejo sea un completo monstruo y me odiara por dormirme en sus clases —se defendió indignado.
—Lo sé, es inevitable. Sus clases provocan eso en los, Smith —dije, haciendo que riamos juntos por mi comentario.
—Es cierto —asintió riendo.
—¿Y en dónde estuviste esta mañana? No te vi en casa ni en el instituto tampoco —pregunté de repente, recordando cuando los chicos me dijeron que lo vieron con una rubia.
—Ahm.... bueno... —se rascó la nuca nervioso—, ¿de verdad quieres saberlo? —preguntó rogando con la mirada para que dijese un: «no, tranquilo, no hace falta».
—Síp —respondí segura de mi respuesta, a lo que él soltó un sonoro suspiro de derrota.
—Estuve muy ocupado estudiando en la biblioteca para un examen de matemáticas. Ya sabes cómo son de difíciles —respondió y, de no ser porque sé la verdad, le hubiera creído.
Está bien no lo hubiera creído porque vamos, Alex Smith en una biblioteca estudiando, sí cómo no, algo imposible de creer. Creo que moriré antes de verlo tomar un libro. De igual modo el muy maldito tiene suerte y aprueba. No tengo idea de cómo le hace, yo tengo que estudiar una semana antes.
No entiendo por qué me mintió, no era como si fuese a regañarle como una madre porque su pequeño saliera con una chica. Admito que no me agradaría del todo, pero tampoco era como si pudiese opinar de sus relaciones.
—Aah... —articulé, ya que era demasiado obvio que no quiere y mucho menos me dirá—, ¿papá ha llegado? —pregunté cambiando de tema.
—No, llamó para decir que no podrá venir a cenar porque aún le queda mucho trabajo que hacer —contestó—. No te sientas mal, no es la primera vez que pasa. Tendrás que acostumbrarte hermanita —dijo apenado al ver mi rostro de, seguramente, desilusión.
—No, no pasa nada, lo entiendo —respondí con una pequeña sonrisa para convencerlo, pero lo que no sé bien si era a él, o a mí—. Me iré a mi habitación —le informé—, ¿me avisas cuando estén por cenar?
—Sí, claro —respondió del mismo modo.
—Gracias.
Di media vuelta para comenzar a subir las escaleras, cuando Alexín me lo impidió tomando mi brazo por segunda vez en lo que iba de la noche.
—Espera... —dijo, haciendo que me de la vuelta—, ¿por qué estabas con, Miller, afuera de casa? —preguntó serio.Carajo.
Pensé que se había olvidado del idiota, pero ya veo que no.
—Creíste que me había olvidado, ¿no es cierto? —preguntó, todavía más serio que antes.
—Ahm... sí, eso pensé —confesé.
—Aún continúo esperando una respuesta.
—Bueno, él me trajo hasta casa...
—¿Que hizo qué? —preguntó enfurecido e interrumpiéndome.
—Sí, me trajo a casa porque salí a dar una vuelta y, bueno, me perdí —le expliqué un poco avergonzada—. Se estaba haciendo de noche y como no sabía dónde me encontraba llamé un taxi, pero este no venía.
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El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)
Teen FictionCuando Alexa regresa a su país natal, todo parece haber seguido igual a antes de que se fuera. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces; la escuela, las personas, e incluso hasta su vida misma. Pero lo que más cambió fue cuando conoció a...