Epílogo

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Tres meses después:

Seguí caminando y leyendo los nombres uno por uno, hasta encontrar el suyo y detenerme allí...

Lily Elizabeth Smith.
       1977 - 2012.

—Hola, mami —empecé a decir, con voz un tanto quebrada—. Sé que ha pasado tiempo... tal vez demasiado desde la última vez en que... Uff —solté un suspiro—. Si supieras cuánto me haces falta. Hay muchas cosas en las cuales me encantaría que me aconsejaras... como con tu hijo por ejemplo, la verdad no sé qué hacer con él, desde que ocurrió un problema en casa de un chico no a vuelto a hablarme.

Desde ese día en el que evité una más que posible pelea entre ambos, Alex no a vuelto a dirigirme la palabra, y si rara vez lo hacía era más que necesario. Se le metió la estúpida idea en cabeza de que fui hasta allí solo para defender a Miller... y, pues, las cosas con el otro susodicho no estaban mejor con él que digamos, ya que tampoco me a vuelto a hablar desde aquél día.

Así era como estaban las cosas, al parecer hoy en día todos decidían enojarse conmigo por estúpidas razones.

—En fin... —solté otro suspiro—, espero que desde donde estés puedas escucharme, porque en verdad quiero que sepas esto... te extraño y te amo demasiado, todos lo hacemos. Quiero que sepas que a pesar de todo, no te hemos olvidado y nunca lo haremos, siempre estarás con nosotros.

Al terminar de decir aquello, me quebré completamente. Lloré sin guardarme nada en mi interior. Sentí que de alguna manera me disculpé con ella por no haber venido más antes y haber dejado pasar tanto tiempo... Quizá de algún modo aún no me sentía preparada para hacerlo.

Dejé las orquídeas que le traje, sus flores favoritas, a un lado de su lápida, y seguí contándole sobre todo lo que me sucedió desde que regresé al país.

Desde cómo están en casa, de los abuelos en Argentina, de Luce y también los nuevos amigos que he hecho... ¡hasta incluso le hablé de Miller! Sí, del idiota que se supo ganar mi odio a los pocos días de haberlo conocido.

Vaya, ahora que lo pienso nuestra, "relación" si así podría llamarse, era totalmente estúpida, ya que que no creo que haya otra palabra para describirla mejor. La verdad la única cosa que tengo clara es que siempre seremos el idiota, el odio y yo.

Aquella tarde me quedé hasta que el sol cayó y, entonces fue cuando recién decidí regresar a casa. Caminé por las calles de cuidad admirando los edificios, los autos, el comportamiento de las personas; en fin, todo lo que podía, pues, sentía que debía de hacerlo. Valorar hasta el mínimo de los detalles que nos da la vida, ya que de eso se trata a fin de cuentas, ¿no? Vivirla con todos sus altibajos.

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El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora