25 Capítulo "Golpe sucio"

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Para mi mala surte se veía que este tipo no tenía intención alguna de marcharse y no buscar problemas... porque claramente eso mismo era lo que buscaba. Problemas.

—No, no me iba, recién he llegado —respondió, confirmando mis sospechas—. Y de hecho, sí, hay un problema, amigo.

¿A dónde demonios quería llegar con todo esto?

—¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? —exigí saber. Me tenía harta con sus estúpidos rodeos.

—Habla de una vez, imbécil —dijo Miller, sin soltarme ni dejar de asesinarlo con su mirada.

—Tu novia; ese es el problema, idiota —respondió, clavándome su mirada cargada de furia.

No podía creer que me haya llamado su novia. Que crea que era novia de Miller...

¿Pero qué le sucedía a este mundo?

Bueno, ya es suficiente, concéntrate Alexa.

Haciendo caso a mi consciencia, traté de retomar nuevamente el hilo de la situación. No sé ni en qué momento Miller me había soltado, pero ya se encontraba frente al pelinegro.

Ay, Dios, esto se va a poner feo...

Miré a mi alrededor sin saber qué hacer exactamente. Luce se encontraba a mi lado, estábamos un poco apartadas de ellos, pero observaba atentamente la situación. Sin embargo, no estaba sin hacer nada, pues, lanzaba gritos diciendo que esta no era la mejor manera de solucionarlo; que las cosas se resolvían hablando, entre en otras cosas más.

Y aunque concordara con ella a la perfección; ellos no. Se venían bastante decididos a ir por los puños, algo tenía que hacer, no podía simplemente quedarme de brazos cruzados como una idiota mirando sin hacer ni decir nada al igual que la rubia que se encontraba detrás del pelinegro.

Miller podría romperle la cara en cualquier momento y ella no hacía nada para ayudarlo, más que mirar.

Rápidamente me acerqué hasta ellos, sin saber qué era lo que estaba a punto de hacer, pero me interpuse entre medio de ambos poniendo mi mano sobre el pecho de Miller para intentar detenerlo, no me atreví a tocar al otro. Me sentí pequeña al estar entre dos firajas, pero debo admitir que Miller era mucho más alto que el pelinegro.

—Bueno, ya basta ustedes dos —dije, tratando de sonar firme.

Al escuchar mi voz, el pelinegro volvió a clavar su mirada en mí.

Trague saliva.

Ay, mierda.

—Córrete —gruñó en mi cara.

—No. Esto es entre tú y yo —dije, armándome de valor para decirlo sin titubear. Él sonrió burlón ante mis palabras.

—Lo sé, pero él pondrá el rostro para que no arruine el tuyo, preciosa —contestó, devolviendo su vista al susodicho—. Ahora, largo.

Giré mi rostro en dirección hacia Miller, indecisa.

—Sal de en medio, nena —respondió ante mi mirada. Asentí sin reprochar, sabía que no podría hacer nada para que cambiasen de opinión. Solté a Miller e hice un paso hacia atrás y me alejé un poco.

—Ahora, sí, princesa —habló el pelinegro—. Ya no tienes a tu noviecita para que te defienda.

Estaban demasiado cerca retándose con la mirada, parecía como si en cualquier momento se fueran a besar, ¿por qué los hombres tenían esa extraña manera de enfrentarse?

El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora