[...]
—Shh... No hagan ruido —susurré enfadada echándoles una mirada por encima de mi hombro, a lo que ellos se disculparon en un susurro.
Cuando llegamos hasta su puerta, la abrí lentamente y asomé mi cabeza hacia el interior para ver si estaba dormido, o si nos había escuchado... Pero lo que me terminé llevando fue una verdadera sorpresa; pues, yo creía que se encontraba muy mal y que estaría en cama con mucha fiebre, no sentado frente a su T.V y con su vista fija jugando videojuegos.
—¡Ajá, así te quería agarrar, puerco! —chillé, entrando por completo en la habitación y señalándolo acusatoriamente con mi dedo.
Alex dio un brinco en su lugar, pero no creo que haya sido por mi inesperado chillido, sino que más bien porque lo habíamos pillado en su descarada mentira. Y automáticamente miró hacia donde nos encontrábamos parados nosotros, sí, los chicos me habían seguido y se adentraron cuando me escucharon.
—Yo... —no sabía qué excusa poner—. ¡Aún me siento muy mal! —se atajó a decir, como si nosotros estuviésemos presionándolo a hablar. Bueno, aunque en verdad así fuera, pero tan solo con la mirada.
—Ah, ¿sí? —preguntó Ryan con sarcasmo. A diferencia de Sean que se mantuvo en silencio y negando con una pequeña sonrisa.
—Sí... me duele mucho el cuerpo, y tengo escalofríos.
En ese momento alguien tocó la puerta, salvándolo de seguir dando explicaciones, y enseguida ingresó Alicia en la habitación.
—Oh, hola mis niños —nos saludó con una sonrisa al apenas vernos.
—Hola, Alicia —respondieron los chicos.
—Hola, Ali.
Con cuidado de no derramar el zumo que llevaba en una bandeja, se acercó hacia la cama, donde mi hermano se había metido rápidamente tapándose hasta los hombros antes de que ella entrara.
Dios...
—Aquí tienes, Alexín, lo que me pediste que te trajera —dijo cariñosamente —. Justo como a ti te gusta.
Los tres nos quedamos viendo cómo le entregaba la bandeja que contenía un delicioso zumo de naranjas y un sandwich de pollo. La muy inocente cayó en su vil mentira y ahora cree que este estúpido se encuentra enfermo. Cuando en realidad se siente mejor que nunca.
—Gracias... —fingió toser, y después le dio un trago largo al vaso que sostenía entre sus manos—. Está delicioso.
—No es nada, cariño —sonrió con una de esas tantas sonrisas tiernas que solo ella podría tener—. Espero que muy pronto mejores —se acercó un poco más hacia él, e inclinó para depositarle un dulce beso en su frente. Volvió a enderezarse y se volteó hacia nosotros aún con su sonrisa en el rostro—. Que buenos amigos tienes, Alexito. Vinieron a verte para ver cómo te encuentras.
Y vaya que tiene toda la razón del mundo. Los chicos habían estado hablando a cerca de venir uno de estos días a mi casa para visitar a su pobre amigo, "enfermo". Entonces ahí fue cuando a mí se me ocurrió la fantástica idea de traerle a sus mejores amigos hoy mismo, bueno, aunque ellos me trajeron a mí del parque, no yo a ellos; imaginando que tendría los ánimos por el suelo y así intentar que se le subieran al menos un poco con la ayuda de estos dos. Pero claro, jamás creímos algo tan semejante como con lo que nos encontramos...
Él, sin saber qué decir, se limitó a tan solo asentir con la cabeza baja fingiendo estar concentrado en su sandwich. Y Ali, al notar que mirábamos demasiado a ese sandwich, preguntó:
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El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)
Teen FictionCuando Alexa regresa a su país natal, todo parece haber seguido igual a antes de que se fuera. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces; la escuela, las personas, e incluso hasta su vida misma. Pero lo que más cambió fue cuando conoció a...