21 Capítulo "¡Santa Cachucha...!"

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—¿T-ú cre-e...? —carraspeé tratando de ocultar ese pequeño ápice de miedo que empezaba a apoderarse cada vez más de mí—, ¿tú crees que, no sé, tal vez sean los lob...?

—¿No era que no tenías miedo? —me interrumpió sin burlarse, al contrario, preocupado.

—N-no, nunca dije eso —contesté asustada.

Creo que la única que terminaría haciéndose del dos aquí, sería yo.

Nuevamente se volvió a escuchar otro crujido de ramas y hojas secas, incrementando de este modo, aún más nuestro miedo.

—Tranquila, seguramente no es... —y otro crujido acompañado por un movimiento cercano de un arbusto, hicieron que guardara silencio—, n-nada —titubeó.

Esa terrible mentira ni siquiera él mismo se la creía, ¿y hací pretendía convencerme?

—Dios... moriremos aquí mismo —dije al borde del llanto.

—Así es... —dijo, solo para asustarme el doble.

En ese preciso instante, donde creímos que todo estaba acabado y perdido, apareció Liam Neeson de la nada para salvarnos de aquella horrible bestia come niños. Puede que alteré un poco la realidad, bueno, bastante... Está bien, está bien, la alteré completamente a decir verdad. Nadie vendría a rescatarnos y mucho menos Liam, pero tampoco estaba de más soñar con vivir, ¿no?

—Adiós hermano, siempre te amé.

—Adiós hermanita, nos veremos en el más allá —también se despidió, antes de que pasáramos a la otra vida.

—Recuerda, tú solo sigue la luz... —dije mis últimas palabras.

Otro movimiento detrás del mismo arbusto hizo que retrocediera un paso hacia atrás y que Alex se aferrara fuertemente a mi brazo, evitando así, que inconscientemente escapara, por lo que tendré que resignarme y morir junto a él. Pero qué gran hermano tenía, solamente él me impediría escapar en lugar de dejar que al menos uno de los dos viviera para contarlo.

Estaba un cien por ciento segura de que sea lo que sea esa cosa, saldría en cualquier momento detrás de su escondite. Adelantándome a lo hechos e imaginando lo peor, cerré mis ojos esperando mi dolorosa muerte. Al escuchar cómo se sentían las ramas y hojas crujir, en señal de que estaba avanzando hacia nosotros, sentí que Alex me apretó todavía más el brazo. Y no sé por qué, pero lo hice, abrí apenas un poco mi ojo derecho para al menos poder ver al causante de nuestras muertes...

—¿Un perro...? —dije, aún confundida y completamente anonadada—, ¡un lindo perrito! —chillé emocionada una vez que caí en cuenta.

—Podría tener rabia, solo míralo, su rostro lo delata —mintió asquerosamente, ya que tenía una carita súper tierna con unos ojitos adorables—. No, no pienses acercar... Genial, y ahí va.

Empujé a Alex y me acerqué hasta el pequeño que por alguna razón no asentaba su patita delantera, y apenas estiré mi brazo para alcanzarlo y tomarlo, me lanzó un gruñido de advertencia.

—Wow, tranquilo, ya entendí —hablé, levantando mis manos para demostrarle que no pretendía hacerle ningún tipo de daño.

Seguramente el pobrecillo estaba abandonado y sufriendo...

—No, aléjate de esa cosa, Alexa —habló molesto empujándome hacia atrás y poniéndome a su lado.

—Agh, no molestes, Alex —dije fastidiada, tratando de soltarme de su agarre.

—Como quieras, cuando te arranque un brazo no vengas llorando porque solo te diré... te lo dije.

—No seas estúpido, no trates así a, Firulais —esta vez sí logré empujarlo y acercarme nuevamente hasta el pequeñín.

El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora