—Bueno, eso es genial, imaginé que tendrías un rostro serio toda la noche —también confesó riendo—. Ven, vayamos hacia la mesa.
La seguí hasta una mesa que estaba al lado de un gran ventanal, donde allí se encontraba Nick sentado. Creo que después de todo no me sentiré tan mal al estar entre medio de ellos, no después de estar tan contenta.
—Nick, ella es mi amiga, Alexa —nos presentó Luce—. Alexa, él es, Nick.
—Hola, Alexa, mucho gusto —se levantó con una sonrisa y extendió su mano cortésmente.
Me quedé pasmada observando uno de sus brazos tapizados en tinta, el que tenía extendido en dirección hacia mí.
Luce, quien se encontraba al lado mío, me dio un codazo en el brazo haciéndome reaccionar y estrechar la mano del chico.
—Lo siento —me disculpé un poco avergonzada—. Lo mismo digo, Nick.
Tomamos asiento, con Luce junto a mí y Nick enfrente de ella. Y mientras me quitaba la chaqueta para luego dejarla en el espaldar de mi silla, me quedé viendo la mesa algo confundida; pues, allí habían cuatro vasos con diferentes tipos de tragos, pero, por qué cuatro si eramos tan solo nosotros tres.
—¿Por qué estabas tan contenta cuando llegaste? —preguntó Luce de repente, haciendo que dejara de ver a los vasos y le prestara atención a ella.
—Ah... —sonreí, creo que como el gato de Alicia en el País de las Maravillas al recordar el por qué—. Eso es porque afuera vi un hermoso y sexy, bebé. Hasta me saqué una cuantas fotos con él —dije, sonriendo aún más.
—Ooh... Qué bien —contestó, sonriendo pícaramente.
—Aquí están sus nachos con queso, chicos —dijo una camarera, dejándolos sobre nuestra mesa—. Que lo disfruten —agregó con una sonrisa.
—Genial, muñeca —habló alguien, haciendo que ella se sonrojase y tímidamente guiñara un ojo para después irse hacia la barra.
Esa voz, esa voz me era muy conocida. Quité mi vista de los deliciosos nachos que se veían demasiado apetecibles, y lentamente levanté mi vista encontrándome con unos hermosos ojos de mirada intensa.
Ese alguien era Miller. Esperen... ¿Miller? Sí, era él.
¡¿Miller?!
—¡¿Tú?! —chillé sorprendida.
No sabía que él estuviese aquí sentado a un lado de su amigo, en qué momento llegó, cómo era posible que no lo notara... Aunque pensándolo bien, recuerdo que cuando llegué había visto una motocicleta aparcada y jurado decir que era muy parecida a la de Miller. A final de cuentas estaba en lo cierto, esta resultó ser de él, mierda.
—Yo —sonrió de medio lado haciendo que la sangre me hirviera de la furia.
—¿Qué mierda haces aquí? —pregunté entre dientes.
—Lo mismo que tú, nena, acompañar a mi amigo —contestó sin más.
Qué se suponía que era todo esto, acaso una... ¿doble cita? Por qué carajos Luce no me mencionó nada. Oh, ya sé; sabía que si me lo decía no aceptaría nunca por más que me insistiera, o también cabe la posibilidad de que ella no supiera nada y estuviese igual de sorprendida que yo. Sí, prefiero pensar que la segunda opción era la correcta.
Tomé uno de los vasos que se encontraba sobre la mesa, y comencé a beber su contenido sin saber bien qué era exactamente lo que estaba ingiriendo. Y, siendo honesta, no me importaba mientras estuviera ocupada bebiendo en lugar de tener que ver su rostro. Mi garganta ardía, pero no me detuve hasta hacer fondo blanco. Dejé nuevamente el vaso en la mesa y mantuve mis ojos fijos en él, observándolo como si se tratase de lo más sorprendentemente antes visto por mis pupilas.
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El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)
Teen FictionCuando Alexa regresa a su país natal, todo parece haber seguido igual a antes de que se fuera. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces; la escuela, las personas, e incluso hasta su vida misma. Pero lo que más cambió fue cuando conoció a...