04 Capítulo: "Jamás de los jamases"

2.9K 191 12
                                    

En multimedia el padre de Alexa y Alex.

—Hola —saludé, y no es que fuese muy sociable, pero ante todo los modales, una vez en mi asiento junto a la rubia. Ella enseguida volteó en mi dirección y sonrió al verme.

—Hola amiga, me alegra que te hayas sentado aquí —dijo contenta. Al parecer me conocía, pero yo no... Se inclinó un poco hacia mí y me abrazó, abrazo del cual no correspondí porque aún estaba en completo estado de shock. Al sentir que me tense se alejó con el ceño algo fruncido—, ¿no me recuerdas? —preguntó con notable desilusión al ver mi rostro de confusión.

—Ahm... no, lo siento en verdad no —creo que fui muy honesta y de inmediato me arrepentí de ello, me sentí mal por no recordarla y ella a mí sí.

Que incómodo.

Estoy de acuerdo contigo.

—Soy, Amanda... Amanda, Adams —dijo, y en mi cabeza algo pareció hacer ¡Clic!. Sonreí como idiota al recordarla.

—¡Sí, Amanda! —medio chillé emocionada y en su rostro se dibujó nuevamente una sonrisa.

Luce, Amanda y yo antes de mi partida eramos inseparables, tanto así que hasta parecíamos hermanas separadas al nacer.

—Por favor, señoritas, tienen el receso para hablar —nos pidió la profesora Anne un poco molesta por interrumpir en su clase. Asentimos apenadas murmurando un: «lo sentimos».

[...]

El resto de la hora se nos fue volando y la campana volvió a tocar avisando que era momento del receso. Recogimos todas nuestras cosas y salimos del salón encaminándonos por los largos pasillos atestados de estudiantes.

No quiero ni imaginarme lo que sería la dichosa cafetería.

Amanda me había invitado a sentarme junto con su grupo de amigas y acepté la invitación gustosa, quizás hasta haga nuevas amigas.

Lo que me pareció un poco extraño fue que Luce en ningún momento mencionara a Amanda, aunque tal vez solo se le pasó por alto. De todos modos la encontraríamos allí, donde tendríamos tiempo para hablar y recordar viejos tiempos.

Llegamos hasta unas puertas de doble acceso, donde abrió ambas y nos adentramos en el nuevo mundo de estudiantes que no tardó demasiado en notarnos.

—Mis amigas ya tomaron nuestra comida por nosotras —me informó, seguido de tomar mi brazo y llevarnos hacia una de las mesas situadas en el centro, donde se sentaban las... ¿porristas?

¿Por qué tenían que ser porristas? Se dice que conocen a todos los chicos buenos del instituto en la cama, o bueno, al menos eso es lo que e visto por la T.V.

No visualice a nuestra otra amiga aquí, solo a dos chicas que no dejaban de mirarme. La verdad no le di mucha importancia, ya que podría venir enseguida.

—Chicas, ella es, Alexandra —me presentó ante las dos chicas vestidas con sus, "trajes" si así podían llamarse, y con exceso de maquillaje.

—Hola —saludé con una sonrisa a lo que me respondieron del mismo modo.

Tomamos asiento frente a ellas y observé lo que escogieron de comer para mí... lo cual consistía en ensalada y más ensalada, y de beber solo una botella de agua gasificada.

No podía, o no quería creer que en verdad comieran solamente eso, en mi caso me volvería esquelética en un día si comiera esto todos los días. No digo que no me gustaran las ensaladas, pero desde mi punto de vista las veía como acompañantes de algo más. En fin, comencé a comer sin decir nada, al menos tuvieron la amabilidad de escoger por mí como para que les dijese algo.

El Idiota, el Odio y yo. © |#1| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora